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Dos días después

—Charly.—lo llamó Camille, viéndolo pasar por uno de los pasillos de Excelsior.

Al ser completamente ignorada por el pelinegro, volvió a llamarlo, sin obtener una respuesta otra vez.

Corrió hacia él, persiguiéndolo ya que no dejaba de caminar.

Necesitaba hablar con él, llevaba dos días escribiéndole y llamándolo por teléfono, pero él no hizo más que bloquearla y no contestarle.

—¡Ey, Charly! ¡Te estoy hablando!—se quejó la rubia, agarrando de la mano al ojiazul, haciendo que dejara de caminar y obligándolo a mirarla.

—¿Qué querés?—preguntó con exasperación, suspirando pesadamente después de hablar.

—Que hablemos, eso quiero.—la británica acarició el dorso de la mano del cantante con el pulgar, y él no pudo evitar ver con ternura ambas manos entrelazadas, aunque unos segundos después volvió a su expresión anterior, soltándose de golpe del agarre de Camille.

—Te jodiste, porque yo con traidoras no hablo.—habló, herido y con rabia.

La chica hizo caso omiso al comentario del que aún consideraba su mejor amigo, pero se fijó en sus ojos y en el olor a alcohol que desprendía su aliento.

Realmente el aliento con olor a trago no la sorprendía mucho, ya que era algo más normal en Charly de lo que a ella le gustaría que fuera.

—¿Por qué tenés los ojos así? ¿Lloraste? ¿No dormiste bien?—inquirió, viendo que él tenía los ojos hinchados y ojerosos.

—Por nada que a vos te importe.—contestó con hostilidad.

—Rey, por favor. Vos sabés que todo lo que te pase, me importa.

Y ahí estaba otra vez ella, cuidándolo.

¿Por qué tenía que hacerle tan difícil el dejar de quererla? No podía sacársela del corazón si actuaba así con él.

—Pues no me interesa si te importa. Guardáte la preocupación para cuando Dieguito no duerma bien.—comentó sarcástico, tratando de dar la vuelta para irse, pero Camille lo agarró del brazo y no lo dejó.

—Char, ya. Por favor, no más. Hablemos como dos personas normales.—le pidió ella.

—¿Y es que estamos hablando como teletubbies o qué? Lo que me querás decir, decímelo de una vez.

—¿Es que por qué estás así? ¿Cuál es el problema de lo mío con Diego?

"El problema es que es con él y no conmigo" pensó el ojiazul, pero obviamente no iba a decirle eso.

—El problema es que yo a vos te he confiado hasta mi alma, Camille, para que vos vengás y me escondás las cosas.—gritó en un susurro molesto al ver que la poca gente que había por ahí los estaba mirando.

—Yo no tengo porqué contarte mis cosas, Charly.—la rubia frunció ligeramente el ceño.

Era decisión suya contarle o no, y él tenía que respetar eso.

—Sí, tenés razón. La pongo así: el problema es que me duele que no me tengás la suficiente confianza como para compartir conmigo lo que te ponga feliz, y más porque yo con vos no tengo ningún secreto. Si ya me habías hablado de lo que te estaba pasando con él, ¿Para qué esconderme que están juntos? ¿Cuál era la necesidad de decirme mentiras?—le reprochó, con cierta amargura.

—Diego me pidió que no te dijera, y yo tengo que respetar lo que él quiere, no soy la única que está en la relación.—se sinceró la menor.

—Ah, ¿Y vos sabés por qué él no quería que me dijeras?—Charly se cruzó de brazos.

Camille asintió y habló:

—Porque podía parecer raro, éramos como hermanos en esa época.—repitió el motivo que el ojiverde le dijo cuando comenzaron su relación.

El pelinegro soltó una risita sin gracia, mientras negaba con la cabeza y sonreía sarcásticamente.

—Carechimba.—murmuró el mayor en dirección a Diego.

Algo en su cabeza había hecho click y no sabía si lo que estaba a punto de decir le iba a traer problemas, pero se quería sacar la espinita con Diego.

—¿Eso te dijo? Salió mentiroso.—el ojiazul lo pensó por última vez, pero finalmente habló—En la gira, más de una vez, lo vi metiendo viejas a las habitaciones de los hoteles, y cuando yo lo pillaba con ellas, me decía que como yo te contaba todo, no te dijera lo que veía. ¿No será que más bien te dijo que no le contaras a nadie para poderte poner los cachos sin que le dijeran nada?—soltó Charly en voz baja, para que sólo pudiera escucharlo la rubia.

Pudo ver cómo en los ojos de Camille se asomaba una mirada de desilusión.

Había cumplido su objetivo, aunque no se sintió bien porque seguramente ella se estaba sintiendo mal.

—No te creo. Él no es así.—la británica tragó grueso.

Se rehusaba a creerle a su contrario.

—Ay, pobrecita. Dios mío, ayudála.—dijo el más alto, mirando hacia arriba—Si no me querés creer, no me creás. Yo cumplí con decirte. Después no te quiero ver llorando porque lo pillaste adornándote la frente. Dejá de estar pensando que la marimonda es Mickey, Diego no es el santo que todos creen que es, y yo puedo dar fe de eso porque lo conozco más que nadie.—le gritó en un susurro, enojado—Preguntále, a ver si tiene las pelotas de negártelo.—la desafió, y se dió media vuelta para irse a encerrar a uno de los cuartos del estudio a componer.

Sin duda, Camille iba a hablar con Diego.

(...)

—Otra canción para ella a la lista

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—Otra canción para ella a la lista. Otra canción que obviamente no se va a dar cuenta que es para ella.—espetó Charly, observando la hoja de papel en la que tenía escrito un pedazo de una canción nueva—Maldita sea, Camille, vos qué me hiciste.

Así estaba, haciéndole una canción tras otra. Desde que hizo "sigo buscándote", todas sus canciones son de una u otra manera inspiradas en ella.

Rió sin gracia ante el pensamiento de que llevaba casi un año escribiéndole canciones, y que a la chica ni siquiera se le pasara por la mente que eran para ella.

"Ojalá haberme ido de sapo valga la pena" cruzó por la cabeza del cantante, y agitó la cabeza, tratando de borrar el pensamiento mientras agarraba una guitarra para intentar buscarle algún ritmo a lo que había escrito.

☆☆☆

Madre mía, hijo mío, me tiré como cinco horas escribiendo este capítulo que por cierto está muy malo JAKSJAJAJA perdón por colgarme tanto, me da bloqueo y no me sale nada 💘

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora