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—Esto es una locura.—comentó Camille, mientras que Charly le ayudaba a atar de nuevo los costados de la parte de abajo de su bikini—Si cuando nos conocimos alguien me hubiera dicho que iba a terminar haciendo el amor en medio del mar y no una sino tres veces con mi mejor amigo que está buenísimo, no le hubiera creído nada.—la rubia rió, y el de tatuajes se puso otra vez la ropa interior y el traje de baño.

—Bueno, ¿Y después de tres rounds por vez seguís pensando que me tengo mucha fe? Porque si es así me toca terminar de convencerte.—el ojiazul descansó su cabeza sobre el hombro de la chica, abrazándola por la espalda.

—Tranquilo, que ya me convenciste muchas veces.—llevó su mano hacia la nuca del pelinegro y metió sus dedos en el cabello de este.

—¿No necesitás de pronto que te vuelva a convencer?—cuestionó, dejando pequeños besos húmedos desde la mandíbula hasta la clavícula de la británica.

—¿No te cansás?—Camille rió divertida, girándose para verlo mejor.

—No, de vos, nunca. Cómo se te ocurre.—Charly siguió dejando su camino de besos por el cuerpo de su novia—Esta es la vencida. Con esta sí no te van a quedar dudas.

La ojiazul tomó con una mano al colombiano por el rostro y dejó un casto beso sobre sus labios.

—¿Eso es un sí?—inquirió, sonriendo de lado y listo para continuar.

—Eso es un dejáme descansar por favor, me vas a terminar partiendo en dos.

—A vos te encanta que te parta.—se relamió los labios mientras reía y le guiñó un ojo, bajándose las gafas de sol para que pudiera verlo.

—Lo hacemos ahora pero en la noche no te doy nada. Vos verás.—Camille gateó hasta quedar sentada a horcajadas sobre las piernas del cantante y le rodeó el cuello con los brazos.

—Ese chantaje no me parece, pero está bien.—Charly la pegó más a él con fuerza para juntar sus bocas y su contraria ahogó un grito cuando en medio del beso le dió una nalgada.

—En serio, mi amor. Por la noche te la podés cobrar, pero dejáme descansar.—la muchacha comenzó a reírse.

—Buah, está bien. Me calmo.—el mayor alzó las manos como señal de paz y se recostó en la especie de cama que tiene el yate afuera, con la ojiazul aún sobre él.

—No puedo creer que me dejé llevar por vos y ya salamos todo el yate. Te imaginás donde el capitán o el chef nos hayan visto.—dijo después de unos minutos, completamente indignada con ella misma por su falta de voluntad en cuanto a Charly se trataba, haciéndolo soltar una gran carcajada.

Él hacía con ella lo que quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Pero no podía quejarse, tampoco le molestaba tantísimo eso.

—Ay, mi vida.—articuló sin parar de reír—No nos vieron, te lo aseguro. Yo sé lo que hago, así no parezca. ¿Vos creés que voy a dejar que la gente te vea sin ropa? Estás loca.

—¿No nos escucharon?

—Tengo mis puntos estratégicos. Ni nos vieron, ni nos escucharon. Dejá de preocuparte que yo a vos te cuido.—se sentó por un momento para darle un beso y volvió a recostarse.

—Y por eso te amo.—acarició la mejilla del mayor con su pulgar y se recostó junto a él, dejando la cabeza en su pecho.

El de cabello azabache pasó su brazo por la espalda de la menor y le acariciaba la cintura mientras cerraban los ojos, pues el sol encima de ellos les molestaba.

—Tengo sueño.—mencionó la chica.

—Dormíte. Yo te cuido.—el ojiazul le besó la frente mientras le acariciaba el cabello con la mano que no tenía en su cintura.

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora