Habían pasado dos meses. Dos meses en los que ninguno de los dos quiso hablar de nuevo sobre lo que había pasado. Justo después de romper el beso, ambos se disculparon, alegando que lo habían hecho por el momento y los coqueteos se habían prestado para que sucediera. Acordaron olvidarse de ello y no hablar acerca del tema, ni entre ellos mismos, ni con nadie.
Aunque la verdad es que ninguno de los dos había podido olvidar aquel beso. No paraban de pensar el uno en el otro y cada vez que estaban juntos, sentían una atracción que los obligaba a mantener una distancia considerable, antes de que algo pudiera pasar con ellos.
Ahora estaban en Puerto Rico, pues habían recibido nominaciones a los Premios Juventud. Estos serían los primeros premios de Camille, y estaba muy emocionada por ello.
Se largó a llorar en cuanto Charly le avisó que estaba nominada en varias categorías.
La rubia se encontraba tirada boca arriba en su cama del hotel, no podía dormir. No lograba parar de romperse la cabeza.
Pensar en Charly o estar cerca de él le producía nervios y una sensación extraña, como si tuviera miles de mariposas volando sin descanso en su estómago. Recordaba el beso y su corazón parecía querer salirse del pecho. En su mente no paraban de reproducirse una y otra vez las escenas que había creado con el pelinegro. No salía de su cabeza cómo cada vez que Royce la besaba o la tocaba, se imaginaba que era su mejor amigo quien lo hacía.
—Dios mío, maldito Charly y sus malditos ojos azules que me están enloqueciendo.—chilló la chica, llevándose las manos al rostro.
Había llegado a una conclusión final, y la odiaba.
Recordó de repente a alguien que podría ayudarla a desahogarse. Su primo. Estaba en la habitación de enfrente, pues en cuanto se enteró de que su prima más querida había sido nominada a unos premios por primera vez, no dudó en pedir vacaciones para acompañarla y relajarse un poco.
Sin importarle estar en pijama, ni la hora que era, salió de su habitación y tocó en la puerta de Leonardo.
El castaño le abrió con los ojos entrecerrados, molestándole la luz que había en el pasillo. Había interrumpido el sueño más pacífico que había tenido en meses.
—Me enamoré de Charly.—dijo la británica, alterada, entrando al cuarto de su primo sin siquiera saludarlo.
Leonardo se quedó parado sosteniendo la puerta, tratando de procesar lo que había escuchado. Estaba completamente atontado por el sueño.
—¿Qué?—articuló cuando por fin logró despertar un poco, cerrando la puerta tras él.
—Lo que oíste, marica. Charly me tiene a sus pies.
—¿Y eso es bueno o es malo? Para saber si te felicito o lloramos juntos.
—Lloremos, entonces.
—Mal, Camille. Esa no era la respuesta. El amor nunca es un desacierto.
—¡Lo es cuando te enamorás de tu mejor amigo que casualmente tiene fama de mujeriego!
—Mal, otra vez. Le tenés que dar el chance. No sabés si con vos se ajuicia.
—Si no lo ajuiciaron diecisiete años de matrimonio y cuatro hijos porqué lo haría yo.
—Dios mío, esto va pa' largo.—el hombre suspiró con pesadez—Primero que todo, ¿Querés estar con Charly? ¿Si se te da la oportunidad de tener algo con él la tomarías?—regresó a su cama, palmeando el lugar junto al suyo para que su prima se acomodara ahí.
—Sí, seguramente. Leo, es que, me da miedo sentir lo que siento por él, pero a la vez nunca me había sentido así con nadie.—Camille se acostó junto a su primo, justo como lo hacían cuando eran pequeños y no podían dormir porque les daban miedo las tormentas en la finca.
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Texting Charly Flow
Fanfiction╰► En donde Charly encuentra un número desconocido entre sus contactos, decide escribirle, y al convertirse en mejor amigo de la persona a la que por curiosidad le escribió, se enamora de ella. Los personajes de "La Reina Del Flow" no me pertenecen...