#11

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Los recién reencontrados llevaban unos diez minutos hablando, se ponían al día sobre lo que había pasado con sus vidas en los catorce años que llevaban sin verse, sin duda ambos estaban muy contentos de haberse cruzado nuevamente. Charly había estado observándolos con atención todo el tiempo. Si alguien lo viera, probablemente diría que es un enfermo.

Cuando ya no pudo aguantarse, caminó hacia la nueva pareja de amiguitos, —como él los había llamado mentalmente hace unos segundos— dispuesto a arruinarles el momento, su mánager abrazaba mucho a Camille y eso a él no le gustaba, sin mencionar la cara de estúpida que tenía la rubia cuando lo miraba, según los pensamientos del pelinegro.

—¡Claro, me acuerdo! Qué caída la que nos metimos ese día.—exclamó Diego, riendo fuertemente a la par de Camille.

—¿Qué dicen el mánager más mentiroso de este mundo y la princesa?—interrumpió Charly con la sonrisa más falsa que pudo haber usado, dando un fuerte apretón al hombro derecho del mayor.

Camille rodó los ojos al verlo llegar, y Diego pasó de reírse a estar completamente serio, como siempre estaba. Intentó safarse del apretón del cantante, pero éste apretó más fuerte.

—Charly, la herida.—le recordó a Cruz, haciendo una mueca de dolor.

—Ah, verdad, mijo. Perdón.—se disculpó cínicamente, fingiendo que no recordaba que el ojiverde se había herido el hombro con un vidrio roto.

Lo había hecho a propósito, estaba muy enojado con su representante, no sólo por sus celos hacia él y la chica, sino porque le había dicho mentiras.

Martínez miró debajo de su camisa si la gasa estaba ensangrada, y suspiró aliviado cuando la vió completamente blanca.

Claramente se había dado cuenta de que fue intencional, y aunque no entendió por qué Charly lo había lastimado conscientemente, no le dijo nada. Podía notar que el de cabello azabache tenía cierta hostilidad hacia su persona y Diego no quería que se enojara aún más con él.

—¿Qué te pasó?—Camille posó cuidadosamente su mano en el hombro contrario al que Diego tenía lastimado y lo miró con algo de preocupación.

—Nada, un accidente con un vidrio. Todo bien.—esbozó una pequeña sonrisa y acarició la cabeza de la muchacha con delicadeza.

Charly quiso romperle la mano en ese instante, sin embargo se contuvo.

—Mijo, ¿Vos por qué me decís mentiras? ¿No confiás en mí o qué?—el reguetonero se cruzó de brazos y ladeó la cabeza, mirando al otro hombre con seriedad.

Diego lo miró confundido.

—Hacéte el güevón y te quedás así.—lo apuntó con su índice derecho—Ibas pa'l baño y resultaste aquí con Cami.

—Ah, eso... es que vos estabas todo emputado y yo no te iba a decir que quería alcanzar a Cam. Con la piedra que tenías fijo te decía y me reventabas la jeta. La chimba pues que yo me iba a arriesgar a que me metieras la mano.—se defendió Diego.

—De pronto te dañaba la carita de modelo que tenés, Diegui.—Camille rió y tomó a su amigo de años de la mandíbula, moviéndole la cabeza al más alto de los tres, el cual soltó una risita y a modo de juego trató de morderle la mano a la chica.

Camille ni siquiera determinaba a Charly, sólo le hablaba a Diego.

—Claro, ya entiendo...—Cruz asintió repetidamente, riendo sin una pizca de gracia—Se la llevaron bien al parecer, cogieron confianza muy rápido, ¿No creen?—inquirió irónico, y golpeó el hombro lacerado de su mánager.

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora