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Charly había llegado a Excelsior y se había encerrado con Camille directamente en su oficina.

Después de asegurarse de que sus hijos entraron al colegio, salió con Camille tras él haciéndole preguntas. Tomaron rumbo directo a Excelsior y antes de que los vídeos y las fotos tomaran un alcance mayor, se encerraron.

La rubia no entendía absolutamente nada, Charly se había estresado un montón y no podía hablar sin sonar grosero, así que no le había contestado nada de lo que le preguntó.

—¿No me vas a decir qué pasó?—preguntó Camille por enésima vez, después de sentarse con Charly en el sofá de su oficina.

El pelinegro tomó la botella de whisky que estaba encima de la mesa de cristal frente al sofá junto a una copa y se dispuso a servir un poco de la bebida alcohólica.

—Charly, no. Son las siete de la mañana, además beber no te va a solucionar nada.—lo paró la británica, quitándole la botella de las manos, y se ganó una mala mirada por parte de su amigo, aunque no le importó porque era por su bien.

—Pasó que Michelle me vió y se le voló a Mauricio. No la pudo agarrar porque iba con los morrales de los dos que de por sí pesan un montón, la lonchera de la niña, una cartelera como de noventa metros y una maqueta como de veinte hectáreas y cincuenta kilos.—el cantante suspiró con frustración, exagerando un par de cosas, claramente.

—¿Vos no sabías que allá estudiaban tus hijos, Charly?—cuestionó la chica, frunciendo el ceño.

—Tan irresponsable no soy, cómo no voy a saber dónde estudian mis hijos.—le respondió inmediatamente.

—¿Y vos por qué no me dijiste nada? ¡Te hubieras quedado en el carro, Char!

—Pues, no sé, no creí que preciso fueran a llegar después de nosotros. Tan de malas iba a ser.—el mayor escondió su cara entre sus manos, con los codos apoyados en las rodillas.

—Pues lo fuiste. ¿Y entonces? ¿Qué vamos a hacer?—cuestionó la rubia, acaricando la espalda del hombre.

Charly de inmediato alzó la cabeza, y rió incrédulo con el ceño fruncido.

—Princesa, ¿Cómo que "qué vamos a hacer"? Eso me sonó a paseo, el problema es mío nada más.

—No pretendés que te deje solo con la que se te va a venir encima. Mirá que llevo poquito tiempo en este mundo pero ya voy conociendo lo que es. Se te va a armar la grande, si no es que ya se te armó.

El pelinegro soltó un suspiro y se enderezó, mirando con cierta ternura a la chica.

¿Cómo podría no quererla? Ella era todo lo bueno que había en su mundo.

—Te agradezco, pero olvidáte. Vos no tenés nada que ver, al que se le van a venir encima es a mí. No quiero que también te jodan a vos.—se negó el ojiazul.

—Dejá la bobada. Ya sabés que yo con vos voy a muerte. Si te caés, me caigo con vos y nos levantamos juntos.—tomó la mano de su amigo y la envolvió entre las suyas.

—Princesa, me la paso cagándola y decepcionando a todo el mundo. Siempre me llevo por delante a la gente, y con vos eso es lo que menos quiero. Por más abajo que yo esté, vos siempre vas a estar arriba. Nunca conmigo, no lo voy a permitir.—negó con la cabeza un par de veces, mirándola con seriedad.

—Nunca escuché tantas estúpideces juntas. Eso no es verdad. Sos humano, cometés errores. Todos lo hacemos. Si lo que pretendés es que me quede mirando como te atacan, no va a pasar.—le dejó claro ella.

—¡Princesa, no! ¡Vos no entendés, ome! ¿Sabés qué? Mejor dicho, lo único que pretendo es que te alejés de mí, entre menos te relacionen conmigo, mejor. Soy una mata de problemas, y andando conmigo eso es lo único que te vas a ganar.—Charly se levantó del sofá de golpe.

Texting Charly FlowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora