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Tragué duro, tiré de la cadena observando como el vómito desaparecía entre todo el agua para volver a estar como si nada hubiera ocurrido.

Vamos Daniela, date la vuelta, tú puedes.

Lo más despacio que pude gire en mi propio eje encontrandome con la mirada de preocupación de mi mejor amiga.

–Daniela, dime que te han sentado mal los pasteles, necesito que me lo confirmes.–Medio suplico la rubia mirándome con atención.

Oh Dios mío, que se suponía que debía de decir aquí? Ester me siento mal con mi cuerpo y siento que la única manera de adelgazar es esta.

No.

–Emm... –Titubeé un poco.–Pues si es eso lo que quieres escuchar, eso es.–Sonreí queriendo parecer tonta.

Mierda Daniela, eres actriz tía.

–No, vale, ahora enserio. Que te ha pasado porque tienes mareos?

Los ojos verdes de Ester encontraron los míos y enseguida supe que ella no estaba pensando lo mismo que yo.

–Ester no estoy embarazada.–Solté rápidamente haciendo que ella suspirara colocando una mano en su pecho en forma de alivio.

–Entonces por qué vomitas?–Volvió a preguntar.

–No es nada.–Rodé mis ojos.–Últimamente me está cayendo fatal la lactosa, y los pasteles llevan lactosa así que seguro que es por eso.–Le quité importancia saliendo del váter para ir a lavarme las manos al lavabo.

–Mi primo es intolerante y cuando toma lactosa tiene diarrea pero no vomita.–Dijo extrañada.

Resoplé sintiendo como mi paciencia se acababa de una manera más rápida de la que yo misma me esperaba.

–Pues cada cuerpo es diferente Ester, no me ralles tía.–Hablé molesta.

Agarré un papel de la máquina secandome las manos para salir lo más pronto de ahí.

–Perdona?–Preguntó incrédula.–A mi no me hables así.

Estaba a punto de abrir la puerta para salir del baño pero no llegue a agarrar el pomo.

–Si, te hablo así porque te metes donde no te llaman. Me han sentado mal los pasteles porque creo que soy intolerante a la lactosa, déjame en paz.–Hablé de manera monótona.

–Pero tú a mi me has visto la cara de tonta o algo? Que dejes de mentir! Que te acabo de ver. He venido justo lo que llevo sospechando varias semanas, salimos a comer y enseguida te vas al baño, cada vez, no fallas.–Recalcó cada palabra como si quisiera que la entendiera a la perfección.

Me quedé callada mirandola fijamente.

–Tú no eres intolerante a la lactosa, eres bulimica y hasta que no le pongas nombre no vas a parar.–Me señaló con molestia.–Te pones las botas, luego te sientes mal y vomitas, eso se llama bulimia.

Nos miramos en silencio la una a la otra. Sin movernos ni un milímetro y cuando la vi que iba a seguir hablando la callé.

–Diagnósticame cuando te saques la carrera en medicina.–Dije para luego abrir la puerta y andar hacia nuestra mesa en la que estaban los chicos riendo.

Sentí como alguien me agarró del brazo dándome la vuelta.

–Cuando estés lista voy a estar aquí para escucharte.–Murmuró.–Estoy aquí Dani, no estás sola.

Fruncí el ceño mirando su semblante preocupado. Estaba montando un drama de esto que no se merecía, no estoy enferma, solo quiero bajar de peso un poco más. No me voy a morir por querer bajar dos kilos más.

YOUR VIBE. (Arón Piper) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora