Diversas situaciones en las que el lindo Hyunjinnie se siente pequeño, y sólo desea hacer lo que todo bebé ama:
Jugar con sus peluchitos, tomar de su biberón, y recibir muchos abracitos por parte de sus compañeros, que, por cierto, lo miman demasiad...
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A Christopher le costaba reconocer que era bastante protector cuando se trataba de los niños, pero sabía que, en definitiva, lo era.
No podía negar que él realmente se preocupaba mucho por el bienestar de sus pequeñitos, y en varias ocasiones, había recibido burlas por lucir como un padre primerizo que no logra quitarle a sus hijitos las manos de encima.
Ahora, con Hyunjinnie sintiéndose un bebito, su necesidad de protegerlo había incrementado considerablemente; casi no permitía que alguien que no fuera él lo tuviera en brazos por mucho tiempo, a no ser que hubiese una situación que lo forzara a aceptar que debía compartir a su lobito. ¡Lo veía tan chiquito! No quería separarse de él.
Cuando su celular vibró, Chris parecía una señora cincuentona con problemas maritales: De fondo sonaba una novela en la televisión que el rubio había comenzado a ver en broma y que luego terminó atrapándolo por completo; estaba solo en la cocina, revolviendo la sopa que había hecho para el almuerzo, con un adormilado Hyunjinnie aferrado a su cintura, quien tenía todos sus pelitos revueltos, los ojitos entrecerrados por el sueño y su lindo chupete entre los labios. ¡Tan bonito como siempre!
Al sonar su celular, se acercó rápidamente a la sala, buscando a alguien que le echara un ojo a la comida mientras atendía aquella llamada que le había llegado.
"¡Sung!" Le gritó al pobre muchacho que parecía estar condenado a interactuar con los mocosos. "Cuídame al bebé por unos minutos y revuelve la sopa, por favor. ¡Ya regreso!"
"P-Pero, Chan..." Jisung intentó explicar que no sabía hacerse cargo de los pequeños, pero no tuvo tiempo porque Christopher lo había prácticamente obligado a sostener a Hyunjinnie y se había ido corriendo. Cuando observó al bebito, este le dedicó una linda sonrisita inocente detrás de su chupete. "No puede ser..."
Sin lograr sostener el peso de su amigo, el joven caminó rápidamente hasta lo cocina y sentó al pequeño en una silla, observándolo por unos momentos porque lo notaba extraño... Más aniñado de lo normal.
"¿Nunca te quejas, cosa? Siempre te pasan de mano en mano y tú sigues siendo un angelito" Le preguntó con curiosidad. "Si a Minho lo hubiesen dejado con alguien más, a estas alturas, ya habría hecho tres denuncias por negligencia infantil"
El chiquito no le respondió porque simplemente no le había entendido nada. Su edad mental aún se encontraba más baja de lo usual y lo único que podía pensar, era en lo mucho que le gustaba usar su chupete.
De todas formas, Hyunjin era el bebé más tranquilo del universo. Jamás hacía grandes berrinches, se comía todas sus verduras, obedecía a papi y se portaba muy bien. Cuidarlo era un verdadero placer, pues se adaptaba a cualquiera de sus amigos y las maneras diferentes que estos tenían de tratarlo. No poseía razones para quejarse; él amaba estar con todos sus compañeros de grupo.
