Diversas situaciones en las que el lindo Hyunjinnie se siente pequeño, y sólo desea hacer lo que todo bebé ama:
Jugar con sus peluchitos, tomar de su biberón, y recibir muchos abracitos por parte de sus compañeros, que, por cierto, lo miman demasiad...
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Hyunjin corrió rápidamente hacia la habitación de su papi, buscando un lugar en el cual pasar desapercibido. Entre lindos suspiros agitados, pronto decidió que el armario era el mejor escondite de todos, porque podía taparse la carita entre sus manos y hacerse invisible.
¡Qué idea tan genial!
Convencido de tener poderes mágicos, se metió dentro del armario de Christopher y cerró las puertas, totalmente listo para quedarse allí escondido. Se sentó en el suelo y juntó sus piernitas a su estómago, haciéndose una pequeña bolita en una esquina, soltando suaves risitas que intentaba callar y tapando su boca con una de sus manitas.
"Espero que te hayas escondido bien, mocoso" La voz de Minho llegó a sus oídos, y el menor se encogió un poco más en su lugar.
Los pasos de su amigo retumbaban suavemente por toda la casa, y él trataba de descifrar dónde se encontraba, con su respiración totalmente agitada a causa de la adrenalina que le provocaba poder ser descubierto.
Hyunjin tenía frío; Minho había logrado quitarle los pantaloncitos, justo antes de que huyera muy lejos de él para evitar aquel plan que su amigo se tenía entre manos.
"Será mejor que no te encuentre, jovencito..."
Las pisadas sonaban cada vez más cerca, y el pequeño no tardó demasiado en notar que el chico se encontraba dentro de la misma habitación que él.
"Supongo que no estás aquí, ¿Verdad?" Los pasos parecieron sonar distantes, la puerta se cerró y el pequeño Hyunjinnie esperó unos segundos para intentar asegurarse de que su amigo se había ido realmente.
Con mucho cuidado, se animó a asomar su cabecita fuera del armario, observando hacia los lados de forma precavida para corroborar que el castaño no se encontraba cerca. Al no notar nada extraño, suspiró suavecito y salió de su escondite.
De repente, Minho apareció justo frente a él, y Hyunjin se asustó tanto que sólo pudo chillar de la sorpresa.
"¡Te atrapé, mocoso!" El chico se había ocultado detrás de la puerta de aquel ropero y le había hecho creer al menor que se había ido de la habitación. Ridículamente, su plan había funcionado.
Hyunjinnie gritaba por ayuda mientras intentaba huir, pero los brazos del castaño lo tomaron sin que él pudiera dar mucha pelea.
"¡Suéltame, eres un malvado!" El chiquillo pataleó con todas sus fuerzas para zafarse de su amigo, quien aún lo sostenía como si no pesara nada.
"¡Voy a bañarte aunque sea lo último que haga en la vida!"
Hyunjin hizo su mejor puchero, y cruzó sus brazos enfadado cuando sus piecitos tocaron el suelo del baño. Sus mejillas estaban rojas y sus ojos brillosos a causa de las lágrimas que había soltado.
"¿Qué puedo hacer para que me dejes bañarte, uh?" Se agachó para estar a la altura del menor, quien pareció pensarlo por un momento antes de sonreír ampliamente.
