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—Señor Kim, creo que tenemos otro problema.

La voz de su menor hizo que se acercara a él cautelosamente y acomodara sus lentes para observar mejor al chico pelirrojo. Su expresión le decía que no sería una buena noticia y esperaba que aquel problema se pudiera solucionar así como apareció. Relamió su labio esperando que Jung le dijera el problema.

—Me acaba de informar el joven Kim que no quiere volver aquí— respondió Hoseok—. Dice que porque aún nec-

—¡Me importa una mierda!— interrumpió SeokJin gritando molesto—. ¡Dile de una vez que venga o sino no lo vuelvo a dejar salir!

—Pero, Se-

—¡Sus días ahí acabaron ayer!— volvió a interrumpir—. ¡Me importa una mierda que quiera quedarse, hazlo volver!

—Sí, señor Ki-

—Y llévame una aspirina a mi oficina— interrumpió por última vez antes de retirarse, acariciando su sien, puesto que su cabeza había comenzado a doler muy fuerte.

Jung Hoseok no entendía por qué el señor SeokJin se alteraba tanto por un chico doce años menor que él, porque sólo era un empleado más que lo usaban como sujeto de prueba en diversas cosas. Asimismo, ¿qué podía tener ese chiquillo que era tan especial para él? No lo entendía y no quería hacerlo. Total, era su problema.

   Decidió escribirle a TaeHyung a través de la libreta científica y moderna, apareciendo rápidamente la respuesta del contrario diciéndole que solamente serían unos pocos días más. Sin embargo, no pudo evitar hacer una mueca de preocupación. Si bien antes había dicho que no quería entender por qué a SeokJin le importaba tanto ese castaño, se daba una idea. Y lo cierto era que, todo aquel que vaya a una línea de tiempo diferente a la suya, debía de obedecer estrictamente los días que se le eran dados, ya que si desobedecían, tenían el riesgo de desaparecer para siempre.

   Tal vez eso le preocupaba al señor Kim, que TaeHyung pudiera desaparecer solamente por ser un rebelde. Pero el joven Kim no tenía la culpa de eso, no cuando había pasado encerrado la mayoría de su vida en su propia casa, que más que un hogar, era una completa prisión.

   Escribió nuevamente en la libreta que le enviaría un amuleto que le daban algunos días más allí y que por favor no desobedeciera otra vez, puesto que su presencia le agradaba el alma. TaeHyung solamente mandó una carita sonriente.

   Despertó de golpe, sobresaltándose en su lugar y notando que su habitación aún seguía muy oscura

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   Despertó de golpe, sobresaltándose en su lugar y notando que su habitación aún seguía muy oscura. Observó el reloj en su pared y leyó que marcaba las cuatro de la mañana, suspiró, tallándose los ojos y volver a acomodarse para seguir durmiendo. Notó al castañito frente suyo, el cual dormía plácidamente y sin ninguna preocupación, ahí se dio cuenta de que nunca lo había visto dormir. En éstas tres semanas y media jamás lo vio dormir, puesto que siempre que despertaba, él le sonreía, claramente despierto.

   Tal vez era por el hecho de que alguno de sus padres pudiera entrar a su habitación sin tocar y lo pudieran encontrar a él. De solo imaginarlo, le causaba cierto temor. No sabía cuánto tiempo más podía estar ocultándolo en su cuarto y daba gracias a que sus padres estuvieran ocupados para no visitarla en su habitación de vez en cuando.

   Observó de nuevo al castañito, sus adorables ojos color chocolate eran cubiertos por sus párpados que cargaban con espesas, gruesas y largas pestañas, su pecho subiendo y bajando tranquilamente. Sus labios entreabiertos apuntando hacia el techo, soltando un par de ronquidos adorables para los oídos de Lisa. Soltó una pequeña risita y luego se acercó más a él, depositando un besito en su mejilla y deseándole unos dulces sueños. Se acurrucó a un lado suyo y cerró los ojos, el olor de la colonia varonil de JungKook gustándole y haciéndole cosquillas a su nariz.

   No supo cuándo exactamente cayó en los brazos de Morfeo, pero recordaba haberse dormido en los brazos del castañito. Había despertado una vez más, con el rostro de JungKook muy cerca suyo, sus ojitos achocolatados mirándola con ternura y con ese mágico destello. El rostro de la chica estaba muy cerca de su cuello, por lo que aspirar de nuevo su dulce aroma hizo pintar sus mejillas de carmesí.

   —Buenos días, preciosura.

   Decir que su voz ronca y gruesa no le había provocado algo, estaría mintiendo, porque había sentido algo moverse en su interior. ¿Cómo un simple tono de voz la podía poner muy nerviosa? No estaba acostumbrada. Había escuchado a su hermano hablar así, pero la verdad Yoongi sonaba como un camionero.

   En cambio el castañito sonaba muy sexy.

   —B-Buenos días, Kookie.

La mirada de JungKook era confusa. Tenía una extraña sensación que hacía revolver a su estómago, tal vez eran esas molestas mariposas que te avisaban cuándo una persona te volvía loca. Y era exactamente lo que JungKook provocaba en Lisa. Él se acercó a su rostro todavía somnoliento y le dió un besito corto en los labios, un piquito que hizo que la pelinegra quisiera más.

Solamente sonrió tímidamente y escondió su rostro en el pecho del castañito. Sintió la mano del contrario posarse en su cabello corto, el cual acariciaba y revolvía con ternura, dándole de vez en cuando besitos a su cabeza. ¿Acaso quería que se desmayara? Porque de ser así, lo estaba logrando.

   Estar en sus brazos y olfatear su varonil aroma la hacían sentir en casa. Sus brazos rodeaban su delgado y pequeño cuerpo con facilidad, atrayéndola hacia él y mimarla incondicionalmente. Jamás había tenido una relación de este estilo, o más bien, jamás había tenido una relación en sí y estar ahora mismo sintiendo el momento, era realmente irreal. Entonces fue ahí cuando recordó qué era realmente JungKook.

   Mierda.

   ¿Por qué tenía que ser un personaje ficticio y no uno real? Todo de él se sentía verdadero que a veces olvidaba que realmente él no existía. Jeon JungKook se había robado por completo su corazón, lo había tomado y lo estaba cuidando y mimando. Eso estaba mal. Muy, pero muy, terriblemente mal. Ella tenía que estar consciente de que él era un personaje ficticio, uno que tristemente no existía y que en algún momento se iría cuando llenara por fin el cuaderno.

   Toda su vida había soñado con tener a su príncipe azul que la amara incondicionalmente y por eso mismo se imaginaba cómo sería. Perfecto. Sería perfecto. Y ahí estaba, en los brazos de Jeon JungKook, un chico prácticamente perfecto.

   Pero no era real.

Novio ficticio ➳ℓιzкσσк Donde viven las historias. Descúbrelo ahora