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   Suspiró cansada, tallándose los ojos para intentar alejar el sueño que poco a poco la apoderaba por completo. Aún no podía dormirse, todavía no había terminado la historia en la que estaba escribiendo, pero su mano dolía y tenía mucho sueño, así que lo más fiable era simplemente acostarse y dormir. Ya acabaría mañana. Total faltaba un capítulo.

   Ser escritora era un pasatiempo que Lisa no creyó seguir, o al menos no creyó que le gustara tanto, pues con la historia que ya casi terminaba, contaban tres libros finalizados. Todos en papel de libreta y tinta de una pluma, aún no tenía edad para sacar un libro en físico, puesto que era menor de edad, pero en un año ya podía hacerlo. Sus padres se negaban a que estudiara y se dedicara a la literatura, puesto que era una carrera muy mal pagada si no tenías éxito.

   Lalisa Manoban era de esas personas que no se rendía y daría todo de sí hasta el final. Ella quería triunfar para que sus padres estén orgullosos de ella, pero para eso tenía que crear un buen libro con una trama que llame la atención del lector. Lisa tenía una gran creatividad y en momentos inesperados se le venía a la cabeza una gran idea para una historia. Es por eso que ahora mismo se le ocurrió una cosa, por lo que la apuntó en una pequeña libreta de notas y se fue a dormir. No tenía una libreta para la historia, puesto que ya se le había acabado, así que cuando saliera de la preparatoria compraría una.

   Se acostó a dormir, apagando las luces y cerrando los ojos. Su mente creaba escenarios y personajes con historias detrás así como así. Sonrió al imaginarse un lindo chico, con rasgos únicos y muy encantador. Simplemente la imagen mental le había encantado y durmió con una sonrisa al imaginarse aquello.

   Al día siguiente despertó por la exagerada luz que entraba en su habitación, ya que su madre en ese momento había corrido las cortinas y abierto las ventanas. Por suerte la luz no le daba en la cara como en esas películas clichés.

   —Levántate ya, Lisa— escuchó decir a su madre, moviéndole el hombro para que la chica abriera los ojos—. Llegarás tarde si no te despiertas ahora.

   Abrió los ojos y parpadeó varias veces para acostumbrarse a la luz. Notó la silueta de su madre, quien la miraba de brazos cruzados y con el rostro serio. Tal vez se debía al café sin azúcar que todas las mañanas tomaba, porque estaba muy amargada.

   —Ya voy.

   Su madre suspiró y salió de la habitación, cerrando la puerta y dejando a Lisa sola. Ésta se levantó de cama y se estiró, los huesos tronándole y alcanzando su máxima flexibilidad. Agarró su uniforme escolar recién planchado y ropa interior, entrando al baño y dándose una limpieza rápida, puesto que el tiempo le estaba jugando en contra y eso le pasaba por dormirse tarde.

   Salió de la ducha ya con el uniforme puesto, se acercó a su espejo de cuerpo completo que estaba junto a su cama y se secó el cabello. Lo cepilló y se hizo un peinado improvisado, que consistía en nada más y nada menos que en una media cola para su corto cabello negro. Se colocó un lazo blanco y ajustó el moño del uniforme, dándose una última mirada y sonreír satisfecha. Agarró su mochila y bajó escaleras para llegar hasta la cocina, en donde su madre ya tenía el desayuno listo.

—Tienes ojeras, ¿cuántas veces te he dicho que te duermas máximo a las diez?— dijo su padre con decepción mientras tomaba su café y veía su celular.

   Odiaba el comportamiento de su padre, pero no era su culpa que él fuera muy estricto y vale madre en muchas cosas. No lo odiaba en sí, pero sí le molestaba que fuera de esa manera. ¿Acaso no entendía que dormir tarde te hace más inteligente? Bueno, la verdad era que se te morían más rápido las neuronas, pero equis, somos chavos.

   Decidió ignorar su comentario y se propuso a comer la tostada con mermelada y rodajas de plátano encima que su madre le había preparado. Su hermano mayor por un año había bajado, con el rostro somnoliento y cabello revuelto, aún estaba en pijama.

—¿Y tú qué?— volvió a hablar su padre, mirándolo con el ceño fruncido—. ¿No te piensas vestir para la escuela?

El chico de rostro adormilado lo miró confundido.

—Pero es sábado.

—Hoy es jueves, Yoongi— habló serio el hombre.

El chico castaño abrió de golpe sus ojos y prendió su celular, notando el día y la hora, efectivamente era jueves y si no se apuraba ahora, tendría que ir corriendo a la preparatoria, pues su padre esta vez los iba a llevar. Subió rápidamente las escaleras y se alistó, Lisa reía por lo estúpido que había salido su hermano. Al menos ella era responsable.

Terminó su desayuno y se lavó los dientes, subiéndose al auto en la parte del copiloto, esperando al despistado de su hermano. Mientras lo esperaba, sacó su libretita de apuntes y escribió diversas ideas que se le venían a la mente en ese momento, ganándose la mirada de su padre.

—¿Qué tanto escribes que pierdes el tiempo?— preguntó en un tono irritante—. Escribir esas historias de amor no te va a llevar a nada. Así que mejor concéntrate en tus estudios.

Lisa apretó los labios para evitar decir alguna cosa que pudiera enfadar más a su padre. Ella solamente quería expresar sentimientos y crear una historia de amor que quisiera experimentar. ¿Era tan difícil entender eso?

Su hermano llegó pocos segundos después, subiendo a la parte de atrás con la respiración agitada y ligero sudor en la frente. Nadie dijo nada y su padre arrancó el auto, comenzando a conducir en dirección hacia la escuela. Lisa se había puesto de mal humor por la actitud tan irritante de su papá, él tenía el derecho de opinar, pero no de decidir sobre sus acciones. Llegó a la institución y dio un gran suspiro.

Sería un día largo.

—𝙄𝙣𝙨𝙚𝙧𝙩𝙚 𝙛𝙞𝙧𝙢𝙖

Novio ficticio ➳ℓιzкσσк Donde viven las historias. Descúbrelo ahora