—¿Puedes dejar de hacer estas historias absurdas?La voz gruesa y furiosa de su padre la habían asustado, puesto que no lo había visto venir en un momento en donde estaba haciendo tarea tranquilamente. Los ojos de su padre ardían de molestia y en sus orejas salía humo. No entendía por qué le molestaba tanto que escribiera si era su mejor forma de expresarse.
—No te llevarán a nada más que a la pobreza, Lisa. Métetelo en el maldito cerebro.
Frunció el ceño molesta.
—Si triunfo no te dejaré nada.
Su padre rió amargamente.
—No vas a triunfar porque nunca te dejaré lanzar tus asquerosos libros— cruzó sus brazos—. Es la última advertencia que te doy y si no me haces caso, yo mismo me encargo de quemar todas tus historias y de hacerte entender que no lo lograrás.
Sin más que añadir, salió de la habitación de su hija, dejándola con el corazón sensible y dolido. Sus ojos empezaron a picarle y prontamente las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas. Su corazón dolía y su estómago estaba revuelto, con un nudo en la garganta, sintiendo molestia y tristeza al mismo tiempo.
Si tan sólo desaparecieras.
Pensar aquello estaba mal, más por pensarlo en una situación donde sus emociones la dominaban, pero es que le resultaba increíble que su padre tuviera el coraje de romperle sus sueños. Bajarla de esa nube en donde ella era feliz con lo que hacía, decirle que nunca lograría nada por perder el tiempo en escribir historias románticas. Pero, ¿quién le había pedido su opinión? ¡Nadie, absolutamente nadie! Tenía derecho a opinar, pero no a criticarla.
Ni siquiera sabía por qué situación o circunstancia se le había ocurrido ir hasta su cuarto y decirle esas cosas feas que ya debería estar acostumbrada de escuchar. Tal vez las calificaciones habían llegado y Lisa creía que había bajado y por eso su padre le había dicho esas cosas. Pero no era su culpa, tener a JungKook la hizo descuidar un poquito sus estudios, aunque luego el castañito se ofreciera en ayudarle con sus tareas y pasarle las respuestas del examen. Entonces ahí no podían ser sus calificaciones.
No podía pensar con claridad el motivo, puesto que las palabras de su padre habían tocado fondo otra vez, hiriéndola y lastimándola de la peor manera posible. Las palabras dolían más que el daño físico, y aunque su padre jamás se había atrevido a tocarle un cabello, probablemente Lisa prefería que la golpeara con tal de que dejara de decirle cosas hirientes.
Oh, ¿en qué demonios estoy pensando?. Ciertamente, pensar con emociones mezcladas no era la mejor opción.
Pronto sintió unos fuertes brazos y una calidez y aroma varonil y familiar, envolviéndola en un abrazo reconfortante que ahora mismo necesitaba más que nada. Supo darse cuenta que se trataba de JungKook y que estaba segura que tenía un rostro preocupado, al parecer había salido de su escondite cuando escuchó a Lisa llorar. Sintió como él se alejaba un poco y con su pulgar quitaba las lágrimas que no dejaban de salir. Besó sus párpados húmedos y le dijo que todo estaba bien y la apretó muy fuerte entre sí, sin lastimarla.
—¿Sabes, cariño? Anoche me leí una de tus historias y la amé profundamente— dijo suavemente pegando su frente con la contraria—. Aunque no logro entender cómo el chocolate puede matar a una persona.
Era obvio que quería sacarle plática para distraerla y hacer que dejara de llorar. A él no le gustaba verla así. Recibió una pequeña mirada de la chica y ésta misma sorbió su nariz.
—E-Es ficción— explicó lento y tartamudeante—. No tiene por qué asemejarse a la realidad.
—Oh, ya entiendo— sonrió tierno—. Entonces, ¿te gustaría un chocolate para que te sientas mejor?
Lisa sacudió la cabeza, negando.
—¡Oh, ya sé! Un besito.
Sonrojada y tímidamente asintió, haciendo que la sonrisa del castañito se agrandara y se acercara a su rostro. Aplastó sus labios con los de ella, en un beso pequeño y sin movimiento, terminando tan pronto como comenzó.
—Aww, te ves tan linda rojita.
La azabache abrió la boca para hablar, pero automáticamente la cerró, puesto que el castañito había comenzado a repartirle besitos por todo su rostro, haciéndola reír nerviosamente, logrando el objetivo de JungKook.
—¡B-Basta! Me haces cosquillas— comentó entre risas.
—Esa es la idea, mi amor.
JungKook sonrió arrugando sus ojitos y siguiendo con los besos por todo su rostro. Amaba mucho besarle las mejillas, puesto que eran muy esponjosas y muy suaves. Repartió un par de besos más y dio varios en sus labios, siendo de igual manera una de sus partes favoritas para besar. Le dio uno, le dio dos, tres, cuatro... demasiados para siquiera contarlos. Dándole uno último que duró mucho tiempo, aprovechando a saboreárselos y sintiendo la tremenda suavidad de estos.
Lisa ya había dejado de llorar desde hace unos minutos, pero no podía dejar de mimarla puesto que era su acción favorita del día. Quería transmitirle y demostrarle lo muy enamorado que estaba de ella y lo muy feliz que lo hacía sentir. Sus palabras eran cortas, pero sus acciones largas. Perdurando hasta el infinito.
Dios. JungKook en verdad sabía cómo ponerla feliz otra vez. Con esa sonrisa que la derretía y con esas acciones románticas que le encantaba que hiciera.
Lo amaba mucho. Mucho, mucho.
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Novio ficticio ➳ℓιzкσσк
Fantasy¿Cómo reaccionarías al despertar y encontrar un chico atractivo en tu cama así de la nada? Donde Lisa es una escritora en ascenso y JungKook su novio ficticio. ➳2021.07.12