Habían pasado varios años desde que Alberto se lamentó por encariñarse tan rápido. Por dar todo de sí y no recibir lo mismo, aunque no debería esperarse nada a cambio, ¿verdad? No sabía, pues era difícil pensar así para él.
Es que la decepción dolía...
Primero la vivió con su padre biológico, que dijo que regresaría cuando se marchó a sus trece años. Después su mejor amigo, quien le hizo sentirse querido, apreciado y después muy solo. Pero no lo entendía. ¿Debía estar enojado? ¿Después de todo lo que vivieron juntos, de sus aventuras, de sus sentimientos por él...?
Estaba tan tranquilo, tan pacífico con su vida actual que en verdad no esperaba que alguien le revolviera las aguas, mucho menos que fuese el mismo Luca. Fueron casi cuatro años desde la última vez que lo vio marcharse en ese tren... ¿Por qué decidía volver ahora? ¿Ahora que lo había superado?
Alberto prefería que Luca Paguro lo decepcionara. Que no volviera. ¿Para qué revivir los recuerdos si ya estaban en el pasado? ¿Para qué volver a aquella época donde aprendió lo que era la amistad y el cariño si ya no lo tenía? ¿Para perderlo otra vez? ¿Para perderlo a él otra vez?
No. No podía. No se sentía listo para verlo volver e irse otra vez; no podía afrontar las cosas por más que quisiera, no podía callar a Bruno ni aunque tratara cien veces, porque seguía hablando, y fuerte.
Para poner en contexto, Alberto comenzó a decepcionarse cuando se enteró de que Luca debería tomar una escuela de verano. Esto con el objetivo de ponerse al día con todo lo que no había aprendido en catorce años, pues en comparación a sus compañeros de clase, él debía adelantarse pronto.
Fue difícil y doloroso para todos, sobre todo para sus padres, quienes tuvieron que hacer un esfuerzo emocional gigantesco para dejar ir a su único hijo a una ciudad extraña con gente extraña. El día que se enteraron fue oscuro. Los Paguro no tenían los mismos ánimos y Alberto lloró en su habitación durante tres noches, igual a la vez cuando Luca se había ido a Génova.
Pero a pesar de su decepción, a pesar de su tristeza y enojo, sabía que no era culpa del menor. Debía ser empático y entender que Luca estaba viviendo su vida, que hacía lo posible para aprender nuevas cosas y que su esfuerzo ya rendía frutos. Tenía que comprender, porque eso hace la gente que te ama... Te entiende aunque en realidad no lo haga del todo.
Por fortuna, el chico de entonces catorce años, le escribía a Alberto cada día para contarle sobre su progreso. Le pedía perdón por tener que perderse un verano con él y porque Giulia llegaría sola a Portorosso. Alberto lo perdonó. Siguió respondiendo sus llamadas y sus cartas. Después de todo, él pensaba que podía volver en vacaciones de invierno, o en el receso de primavera... Pero tampoco fue así.
Tuvo que tomar clases en invierno y cuando llegó la primavera, solo le dieron una semana de vacaciones, la que utilizó para divertirse con sus compañeros de clase. Obviamente esto molestó mucho al moreno. ¿Por qué había hecho eso? ¡Pudo haber vuelto aunque fueran un par de días! Pero nuevamente pecó de ingenuo, convenciéndose de que enojarse no era correcto, que tenía que entender que Luca debía estar en Génova un tiempo y que él debía apoyarlo.
En verano la historia se volvió a repetir. Giulia regresó al pueblo con muchas fotografías que Luca quería mostrarle a Alberto, además de varios regalos que el moreno apreció, pero que aún así no eran suficientes. ¿Por qué demonios no podía ir aunque fuera unos días? ¿Qué no podía faltar a clases? ¿Inventarse una excusa para poder estar con él? ¡Podía decir que estaba enfermo! ¡Que era un viaje de urgencia! ¡Algo! Pero no pasó nada.
Nuevamente quiso convencerse de que tenía que entender, pero honestamente no quería seguir con ello. Con eso en mente, intentó hacer todo lo posible para viajar a Génova más de una vez, pero sin éxito. Quería ir aunque fuese un día, pero el trabajo le demandaba tanto tiempo que prácticamente era imposible, además cuando se daba la oportunidad de coordinar las fechas para irse, Luca siempre tenía exámenes o tarea. Maldita tarea. Tarea que podría haber hecho después o con su ayuda...
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¡Ciao, Ciao! /Luberto Fanfic
Fanfiction"¡Ciao, Ciao!" narra la historia de Luca y Alberto reencontrándose una primavera de 1972, a casi cuatro años desde la última vez que se vieron. Cuando Luca no cumple su promesa de regresar a Portorosso cada verano, Alberto decide superar su antiguo...