16

300 27 40
                                    

Preocupado, entró al hospital, pidiendo que le indicasen dónde estaba su amigo. Caminó por los pasillos del lugar, sin duda, era un hospital. Paredes blancas, gente con batas blancas, pacientes con ropa blanca... Hans se preguntó durante un instante "Qué pasaría si en vez de ser blanco el color de un hospital, fuese negro" ... Acto seguido se imaginó lo siniestro que sería, y quiso borrarlo de su mente.

Finalmente llegó a la habitación donde Bastian se encontraba, allí le acompañaba Jenna, sentada en una silla.

- ¡Hans! – Bastian se inclinó hacia adelante.

- Eh, eh... No te muevas, ya me acerco yo. ¿Cómo estás?

- Bueno, he estado mejor, pero sobreviviré.

- Ya... Oye, gracias por cubrirme, no hacía falta, preferiría que me hubiese dado a mí, la verdad... No tenías por qué hacerlo.

- Tranquilo... Veo que también te atizó bien, eh – Pudo notar la venda que llevaba.

- Oh, sí... Un poco – Forzó una risa.

- Usaría mi don para curarte, pero... Cuando ando débil, no me es posible.

- ¿Y podrías curarte a ti mismo?

- No, que va. Ojalá, pero, mi don no funciona conmigo, todo tiene su hándicap supongo.

- Pues vaya... - Miró a la chica - ¿Tú cómo estás?

- Bien, torturándome por haberos arrastrado a esto.

- Eh, también fui yo quien os dijo que movieseis el culo, deberíamos haberlo pensado mejor y con más calma.

- Supongo que sí... ¿Qué te dijo tu madre cuando llegaste así a casa?

- Le dije que me habían pegado una paliza unos borrachos, o algo así... Pero bueno, me voy a mudar, así que, tendrá otras cosas en la cabeza.

- ¿Te mudas? Pero, lejos, o...

- ¿Qué? No, no. Nos vamos a casa de Roy, el novio de mi madre, el tipo al que salvaste en aquel incendio.

- Oh... ¿Y dónde vive?

- Pues si te digo la verdad, no tengo ni idea, por el centro, creo.

- Vaya... - Se le quedó mirando un instante – Bueno, tengo que irme – Se puso en pie. – Bastian, cualquier cosa, aquí me tienes, ¿vale?

- Lo sé, gracias Jenna – Y tras aquello, se marchó.

- Debe de sentirse fatal – Dijo Hans en alto.

- Sí... Pero tampoco creo que hiciésemos algo malo, Hans. Leyla está a otras cosas, ya se pudo comprobar anoche, si nosotros no intentábamos averiguar cosas por nuestra cuenta... Seguiríamos en el mismo sitio.

- ¿Acaso hemos avanzado? Yo creo que estamos igual, solo que, llenos de heridas – Se sentó a los pies de la cama.

- Bueno, en ese aspecto, sí. A lo que me refiero, es que ya nos hemos movido, ya lo hemos intentado, de ahora en adelante, tenemos que seguir.

- ¿Y le sentará bien a Jenna? Empiezo a pensar que no es buena idea que sepa lo que le pasó a su novio, igual le dolería mucho.

- Ya le está doliendo, Hans. Necesita cerrar ese paréntesis en su vida, como todos. Por Cyrus y por Josh.

- Es cierto... Ahora que lo pienso, ¿qué don poseía Josh? Nunca lo habéis comentado.

- Oh, el don de Josh le permitía levitar cosas y eso. Psico... Psicoquinésis, creo.

La Tormenta Ignea (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora