Llamaron a Leyla, quien envió a Shane al invernadero, y con un tono agotado, únicamente se dirigió a los adolescentes con un "Gracias por cazar a la criatura, pero esto no cambia nada". Aunque todos estuviesen furiosos, decidieron seguirle el juego como Ellen les había aconsejado, se fueron del lugar y trataron de hacer "vida normal" hasta que la pelirroja les avisara. Hans llegó agotado a casa, tenía muchísimo sueño, lo único que deseaba en aquel momento era tumbarse en su cama y perecer. Trató de no hacer demasiado ruido mientras abría la puerta, caminó de puntillas como si de un ladrón se tratase, intentando hacer el menor número de movimientos bruscos. Llegó a su habitación, misión cumplida, nadie le había oído, o eso pensó, hasta que encendió la luz de la mesita de noche.
- ¿Dónde estabas? – La voz de Roy resonó por el lugar.
- ¡Pero qué...! – Hans se tiró hacia atrás, dándose con el armario – Au...
- ¿Me has oído? Que dónde estabas – Estaba en la silla del escritorio, sentado.
- E-estaba... Por ahí, pero ya he vuelto.
- A ver, Hans... Ya sé que no soy tu padre, pero, ahora vives aquí, y no te puedes ir de casa cada vez que se te antoje. Además, es entresemana, no tienes clase en... ¿dos horas?
- Roy... Oye, te agradezco que te preocupes por mí, pero... Solo he ido a dar una vuelta, para airearme, eso es todo. No quería preocuparte.
- Ya... Esa historia cuéntasela a otro, chico. Por la cara que llevas cualquiera diría que has estado cometiendo algún delito extraño.
- ¿Qué? No, no, nada de eso.
- Vaale... Está claro que no me lo vas a contar, tus motivos tendrás, pero... - Se levantó – Que no se vuelva a repetir, tienes clase, una madre que quiere lo mejor para ti y una responsabilidad moral de hacer las cosas bien.
- ¿Responsabilidad moral?
- Claro, si puedes hacer algo bueno, debes hacerlo, ¿no? Quédate con eso, e intenta portarte bien – Se marchó de la habitación.
- Roy, espera.
- ¿Hm? – Se asomó.
- No se lo digas a Leigh, ¿vale?
- Está bien... Será nuestro secreto, pero no tomes drogas o lo que sea.
- ¿Tengo cara de tomar drogas? – Arqueó una ceja.
- No lo sé, ¿la tienes?
- No, no la tengo.
- Que así sea – Le cerró la puerta.
- Drogas dice... Ya, ojalá, con suerte me voy a un centro de desintoxicación, pero no, tenía que ser el chico del don de los rayos, hay que ver...
Hans se tumbó una hora y se marchó a clase. Durante la mañana, no pasó gran cosa, sentía que su vida volvía a ser "lo normal", pero no era así, por desgracia. Estaba algo agotado, se fue a la cafetería del instituto a por un café. Ya se estaba aficionando a ellos, comenzaba a parecer su madre. Recibió un mensaje de Nora, lo que hizo sonreír sin casi darse cuenta.
- Hoy vuelvo a trabajar, ¿te vienes? – Dijo, sin contexto alguno.
- Espera, ¿qué? ¿Trabajas? ¿¿¿Desde cuándo???
- Desde siempre, pero, me cogí la baja para cuidar de mi madre, y ahora que no está... En fin, ¿quién va a ayudar a mi padre? ¡Esta muchacha!
- Vale, pero... ¿Qué es eso de "si voy"?
- Trabajo en el hipermercado, ya sabes, en Hidden Palace.

ESTÁS LEYENDO
La Tormenta Ignea (COMPLETO)
FantasiHans es un chico de unos 17 años, el cual tiene una vida medianamente común, o al menos, solía ser así. Su historia cambia cuando entra en contacto con un pequeño orbe de energía, que aparece sin previo aviso en su habitación, dejándole inconsciente...