8

337 31 19
                                        

Una vez en la parada de autobús, Hans y Nora se sentaron en el fondo. Fue un camino de vuelta agradable, charlaban acerca de sus hobbies, ella le comentaba cuanto le gustaba tocar el bajo, Hans, por otro lado, aseguraba que adoraba escuchar música, pero no tenía ni idea de tocar un instrumento.

Ambos llegaron donde habían cogido el autobús anteriormente, estaban en la zona, cerca de sus hogares, aunque el chico todavía debía coger un metro. El joven, seguía algo distraído por Jenna, sin duda, al día siguiente trataría de hablar con la chica y zanjar de una vez por todas las disputas y malentendidos que ha habido. Era evidente que habían comenzado con muy mal pie, aunque la situación no había sido la mejor, pero Hans quería intentarlo de todos modos.

- Estás empanado – Dijo, una voz distante.

- ¿Eh? – Volvió al mundo real - ¿Qué decías?

- Digo, que estás empanaado.

- No, que va, esta es mi forma de ser, me paso veinticuatro-siete así.

- Oye, todavía es pronto, si quieres podemos ir a tomar algo, ya sabes, si no tienes nada que hacer – Nora le ofreció una amable oferta.

- Claro, me tomaré cualquier cosa que no lleve cafeína, porque... - Entonces, cerca del cruce, un enorme tráiler se acercaba a gran velocidad, usando el claxon, un pequeño crío se había adelantado a su madre, quien iba en muletas. El pequeño no se había fijado en que el semáforo estaba en rojo, y una vez se encontró en mitad del cruce... El miedo le había paralizado – M-mierda, ¡eh, chaval! – Corrió sin pensarlo, dejando atrás a su amiga.

- ¡¡HANS!! – Gritó ella, asustada.

El muchacho se acercó al niño lo más rápido posible, toda la calle estaba aterrorizada, en especial la madre del pequeño, que no llegaba a alcanzarle, debido a las muletas que llevaba. El conductor trataba de frenar, pero se había percatado muy tarde de que había una persona allí. Hans no pensó en lo que podía pasar, simplemente, saltó frente al crío, y luego, por instinto, puso su mano, apuntando al enorme vehículo.

Fue muy rápido, pero, nuevamente, un rayo emergió de su mano, impactando de lleno contra el camión, que recibió un enorme impulso, lanzándolo varios metros hacia atrás. Se arrastró por el asfalto, tumbado, hizo un ruido horrible. Cuando nuestro protagonista volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que el niño seguía de una pieza. Luego miró a su alrededor, todo el mundo le estaba mirando, con terror en los ojos, no podían creer lo que acababa de pasar. Nora se acercó corriendo, muy preocupada.

- ¡¡Hans!! – Le ayudó a levantarse - ¿E-estás bien?

- S-sí, es que... - Miró a la madre llegar a por su hijo.

- ¡Thomas! Mi niño... ¿Estás bien? – La mirada de aquella mujer era histérica.

- Sí, Mamá... - Respondió, patidifuso.

- Me alegro de que su hijo esté de una...

- ¡¡No te acerques!! – Se llevó al niño hacia atrás – ¡¿Cómo has hecho ESO?! Monstruo... - Al decir aquello en voz alta, Hans pudo notar las miradas de la gente de alrededor, y los móviles apuntando a su persona, juzgando, retransmitiendo, se había disparado el caos.

- ¡Eh, ese hombre del camión no consigue salir! – Advirtió un peatón ajeno a la situación.

- No... Tengo que... - El chico se acercó corriendo.

- ¡No, oye, Hans! – Nora intentó detenerle, pero se escabulló.

Corrió hacia el vehículo, que seguía tumbado, derramando gasolina y con la puerta del conductor bloqueada. Hans pudo ver desde la lejanía cómo el tipo tenía una brecha en la cabeza, estaba sangrando... Y justo antes de que se acercase demasiado... El vehículo terminó por arder y explorar en el acto. Por suerte, Nora había agarrado a nuestro protagonista, y le había tirado contra el suelo, para evitar que la explosión le rozase. El pánico se hizo notar en aquella calle. Todos comenzaban a llamar al chico "monstruo" u "asesino".

La Tormenta Ignea (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora