Poco a poco, Hans volvió a recuperar el conocimiento, pero no de forma natural y tranquila, abrió los ojos de par en par, con el corazón acelerado, ¿qué demonios había pasado? También pudo notar unos golpes constantes, provenían de alguna parte, se levantó del suelo, notando que la habitación parecía revuelta, distinta, había... ¿había sido real?
Fue a comprobar de dónde venían aquellos ruidos, al parecer eran de fuera del apartamento. Reconoció el sonido, el timbre de la puerta, alguien estaba llamando. Al abrirla, su casero estaba frente a él, con una cara malhumorada.
- ¡Por fin me abres! – Dijo, molesto.
- Señor... Carlson – ¿Qué hacía frente a su puerta? - ¿Va todo bien? – Preguntó.
- ¿Tú qué crees? ¿Qué son esos ruidos? No estarás montando algún tipo de fiesta... - Apretó la vista.
- ¿Qué? No, no... Estoy yo solo, mi madre ha salido y estoy estudiando.
- Ya, ¿y qué ha sido ese estruendo? Venía de aquí, y justo cuando ha sonado, se ha ido la luz.
- ¿La luz?
- Sí, ¿acaso no ves que estamos a oscuras? – El chico miró a su alrededor, era cierto, todo estaba apagado, ni se había percatado de ello.
- Oh, ya, sí, sí... - Intentó recomponerse – Oiga, disculpe, pero simplemente he resbalado y... Me he caído. Lo de la luz ha debido ser casualidad.
- ¿Quieres que te diga algo, chico? ¡No existen las casualidades! Deja de hacer ruido, u os adelanto el pago del alquiler a tu madre y a ti... - Se marchó, alejándose entre la oscuridad.
Hans seguía confuso, se quedó prácticamente treinta segundos en silencio en el salón de su casa, sin saber muy bien lo que había pasado. Luego asomó la cabeza por la ventana que había en la cocina, pudo ver que los edificios alrededor del suyo tampoco tenían luz... ¿Aquella esfera de luz azulada había estado realmente en su habitación? No dudó en coger algo para defenderse, agarró con fuerza la escoba, creyendo que aquello podría servirle... No lo pensó demasiado.
Poco a poco, se asomó a su habitación, pulsó el interruptor de la luz, justo después se sintió estúpido. "Pero si no hay electricidad, tonto", dijo para sí mismo. Finalmente, entró, quedándose en el centro del cuarto, sin saber qué debía buscar exactamente. Decidió que no quería seguir pensando en aquello, se estaba agobiando, cogió una chaqueta, se calzó y salió de casa para tomar un poco el aire, creyó que le vendría bien.
Su teléfono no se encendía, quizá no tenía batería... O tal vez aquella onda eléctrica no había sido un sueño, y había fundido el móvil... No lo tenía claro. Caminó, callejeando un rato, notando cómo la gente encendía linternas en sus casas, o algún candil improvisado con velas. A lo lejos, el resto de bloques sí tenían luz, era extraño, a lo mejor había fallado algo de la electricidad de la zona.
Cuando pasó un rato, y notaba que estaba más calmado, decidió darse la vuelta y volver a casa. Y de camino, se topó con alguien, en la lejanía, parecía que estaba ahí, sin más, pero a medida que se acercaba, era como si le estuviera esperando. Era una chica, joven, quizá de su misma edad, tenía un pelo largo, un poco más allá de la altura de los hombros, teñido de rojo, y unos ojos de color castaño claro. Su ropa era bastante común, llevaba un abrigo marrón, largo, con un jersey y unos tejanos negros con botas.
- Vaya, así que al final te has dignado a aparecer – Pronunció, como si no hiciese falta contexto.
- Ah... ¿Qué? – Preguntó, extrañado. Hans sentía algo diferente en aquella chica, como si le incomodase, no sabía cómo, pero, en su interior, era como si fuese "relevante".

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La Tormenta Ignea (COMPLETO)
FantasíaHans es un chico de unos 17 años, el cual tiene una vida medianamente común, o al menos, solía ser así. Su historia cambia cuando entra en contacto con un pequeño orbe de energía, que aparece sin previo aviso en su habitación, dejándole inconsciente...