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Tuvo suerte, entró a la siguiente hora, únicamente había perdido una clase. En otros términos, se sentiría algo violento debido ser la primera vez que lo hacía, pero obviamente aquel no era un tema de interés en su cerebro, le preocupaban otras cosas. Sus compañeros se sorprendieron al verle entrar al aula, creían que ya no le verían en todo el día, por estar enfermo o algo similar. A los dos minutos ya estaban preguntándole, él respondió únicamente con un "me he dormido", y todos dejaron de sentir interés en el chico.

Hans no le dio importancia, simplemente, se sentó en su pupitre y dejó caer la cabeza frente a éste. Pasaban las horas de clase, y no era capaz de seguir el ritmo, no podía concentrarse. Terminó cansándose, no soportaba aquella impotencia, y sabía que no mejoraría acumulando horas de no entender nada. Salió de clase y se marchó del instituto.

Aquella mujer, Leyla, dijo que le contactaría por mensaje, pero... ¿Cómo iba a recibirlo? La batería estaba en mal estado, tenía que ir a comprar una nueva. Entró en un centro comercial que estaba bastante cerca del instituto, y buscó la tienda de la marca de su teléfono móvil. No había nadie siendo atendido, tenía la tienda para él solito, le pidió al chico que trabajaba allí, si podía darle un recambio, pero no tuvo suerte. Le tocó pagar una batería nueva, aunque no era tan cara como se esperaba, aquello le alivió un poco.

El móvil volvió a la vida, mientras introducía el PIN de validación, fue caminando hasta uno de los bancos que había más adelante. Se sentó, comprobando todas las nuevas notificaciones que tenía desde la noche anterior, la mayoría de ellas no eran importantes. La que le llamó la atención, fue la que estaba esperando, un número desconocido le había mandado un SMS con una dirección, debía de ser Leyla. No podía volver a clase, sabía que sería inútil intentar concentrarse, así que, decidió dirigirse a la ubicación del misterioso local. De camino, se preguntaba qué iba a encontrarse allí dentro, suponía que gente como él, con sus propios dones, hablando entre ellos, o poniendo en práctica sus habilidades... Le daba algo de miedo, se estaba poniendo nervioso de solo pensarlo.

Al llegar, llamó al timbre, parecía una puerta común, de un barrio común, nada destacable, pudo oír cómo unos pasos se acercaban desde el interior del local. Leyla abrió la puerta, con su típica mirada poco amistosa y seca, Hans iba entendiendo el temperamento de aquella mujer.

- Vaya, eres tú. ¿Le has cogido el gustillo a saltarte las horas de clase?

- ¿Cómo esperabas que fuese a atender en clase después de todo lo que me has contado?

- Hm... Cierto, pero tengo cosas que hacer así que, no había otro momento – Salió del interior del local.

- E-espera, ¿adónde vas? – Hans se extrañó.

- Como te he dicho, tengo cosas que hacer.

- ¿Y tengo que entrar yo solo aquí? Ni siquiera sé lo que hay ahí dentro.

- Un sótano lleno de niños haciendo zapatillas, ¿pero qué narices esperas encontrarte? – Leyla y su sátira era algo aplastante.

- Pues... No sé, la verdad.

- Es gente normal, chico, habla con ellos, diles que eres el nuevo, están al día de que tienes que venir – Cruzó la calle, sin despedirse, ni siquiera se volteó para terminar aquella frase.

Sin duda, nuestro protagonista estaba solo en aquella situación. La puerta estaba abierta, debía entrar, ya había llegado hasta allí, no iba a darse la vuelta y marcharse. Se adentró en la boca del lobo, cerró la puerta tras él, y caminó por un pasillo, no parecía estar muy cuidado, era un edificio viejo. Se oían ruidos a lo lejos, al final de una escalera que Hans, poco a poco, fue bajando, escalón a escalón. Todo estaba oscuro, ¿dónde se había metido realmente? Al llegar al piso de abajo, encontró tres cabezas que sobresalían del sofá, mirando una pantalla... ¿Estaban viendo una peli?

La Tormenta Ignea (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora