Capítulo 35

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Narra Sandra:

Quedaban unas horas para su cumpleaños, ya tenía preparada la sorpresa de mañana, Janire me había confirmado que podrían venir por la tarde y aunque me costó convencerla se quedarían también en casa a dormir.

Nagore estaba con una amiga suya que había venido a Madrid unos días y después habíamos quedado a cenar en un restaurante para cenar ella y yo tranquilamente. Aproveché su ausencia para ir a comprar el regalo que tenía encargado para ella y después de recogerlo me pasé por una floristería y compré un gran ramo de rosas blancas.

Quedamos directamente en el restaurante por lo que antes de salir de casa preparé su regalo para cuando volviéramos.

Llegué y decidí esperarla en la puerta, no tardó mucho en llegar.

-Sandra: ¿Qué tal cariño? –Nos dimos un beso.

-Nagore: Muy bien, ¿tú?

-Sandra: Encantada de verte. –Me reí.

-Nagore: Si me ves todos los días. –Se rió ella también. –Venga vamos.

Entramos al restaurante, pedimos y comimos muy a gusto, la comida estaba espectacular y yo no podía estar más feliz de disfrutarlo con ella.

-Nagore: Ya no queda nada. –Me giñó el ojo tras ver la hora en su reloj.

-Sandra: ¿Me tienes una sorpresa? –Me hice la loca.

-Nagore: Eso debería preguntártelo yo, ¿no crees? –Puso una sonrisa irónica.

-Sandra: No te enfades. –Sonreí.

Después de cenar nos pedimos una copa, quedaban unos minutos para que por fin fuera 10 de febrero.

-Sandra: Voy al baño. –Puse cara de apuro.

-Nagore: Pero no tardes que quiero empezar mi cumple contigo.

-Sandra: No te preocupes, enseguida estoy. –Me fui rápidamente, lo que ella no sabía era que yo había hablado con el encargado para darle una pequeña sorpresa. Tras confirmar el plan esperé a que las agujas del reloj marcaran las 00:00.

Me acerqué sigilosamente a ella por detrás y la abracé por la espalda.

-Sandra: Feliz cumpleaños mi amor. –Dejé un beso sobre su mejilla y antes de que ella pudiese reaccionar se apagaron las luces del local y se acercó con una pequeña tarta y unas velas el hombre con el que había hablado ante la atenta mirada de todas las personas que había ahí presentes.

-Nagore: Eres de lo que no hay. –Se levantó de la silla y se dio la vuelta para darme un abrazo.

Dejó la tarta sobre la sobre la mesa y el señor se retiró no sin antes felicitar a Nagore.

-Sandra: Felicidades. –Estábamos abrazadas, una mano mía en su cintura y la otra sobre su cabeza para pegarla a mí.

-Nagore: Estás loca. –Se separó un poco para mirarme a los ojos. –Nos estaban mirando todos. –Soltó una carcajada nerviosa.

-Sandra: Que miren. –La besé. –Hay que disfrutar del día de hoy.

Una vez nos terminamos todo y salimos, fuimos al coche para volver a casa.

-Nagore: Que vergüenza Sandra, todo el mundo mirando. –Se mordió el labio inferior mientras intentaba aguantar la risa.

-Sandra: ¿Y qué? –Pregunté sonriente. –Que sepa todo el mundo que hoy es el cumpleaños de mi chica. –Me acerqué para darle un pico y arranqué el coche.

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