Capítulo 29

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Narra Sandra:

El tiempo se me estaba haciendo eterno, sentía como si el tren no avanzase y mis nervios aumentaban a medida que las agujas del reloj iban girando.

No tenía ninguna duda de mis sentimientos, sería hipócrita si dijera lo mismo de mis miedos, seguía teniendo miedo de exponerme pero lo único que me importaba ahora mismo era perderla a ella y a lo que tenemos. Es complicado de explicar y probablemente nadie lo entendería pero con ella había conocido lo que era el amor, ella siempre sacaba su mejor versión para mí y me quería incondicionalmente. Soy muy injusta con ella porque yo no he podido devolvérselo, he antepuesto mis miedos y ahora tengo que pagar por ello.

Llegó a la estación y me siento vacía, ella no está para recibirme. Voy deprisa hacia la salida y cojo el primer taxi que veo.

-Taxista: Buenos días señorita, ¿a dónde vamos? –Se gira para mirarme, en ese momento noto como puede ver en mí que algo no está bien y noto cierta compasión en su mirada.

-Sandra: Yo le dirijo, necesito que vaya lo más rápido que pueda por favor. –Dejo mis cosas en el asiento de al lado y me abrocho el cinturón.

No tardamos mucho en llegar, pagué y salí. La puerta del portal estaba abierta y yo lo único que deseaba es que no me pasara lo contrario con la de su piso.

Llego a su puerta y no puedo evitar que una lágrima baje por mi mejilla derecha mientras intento retener la del otro lado, me limpio la cara como puedo y cojo fuerzas para llamar al timbre y afrontar las posibles consecuencias.

No se escucha nada y decido volver a tocar, mis esperanzas se van apagando y mi fuerza también, me doy media vuelta y comienzo a bajar por las escaleras hasta que un ruido de una puerta abriéndose me detiene, subo corriendo dejando mi maleta y bolso en medio de la escalera y la observo tras la puerta, había estado llorando mucho tiempo, sus ojos me lo me confesaban. Baja la mirada al verme y eso provoca un punzada en mí estomago, me acerco poco a poco a su puerta manteniendo una distancia.

Yo no puedo dejar de mirarla, ella seguramente pensaría que se veía horrible pero a mí me seguía pareciendo la mujer más preciosa que mis ojos habían visto jamás.

Intento articular palabra pero no sé ni cómo empezar, se la ve destrozada y eso me rompe por dentro. Solo se escuchan nuestras respiraciones, ella sube la cabeza y nuestros ojos conectan.

-Sandra: Lo siento Nagore. –Empiezo a llorar con fuerza y ella también.

-Nagore: ¿Es todo lo que tienes que decir? –Niega con la cabeza.

-Sandra: Claro que no, pero no sé cómo hacerlo de otra manera. –Cierro los ojos e intento coger el aire suficiente mientras ella me mira esperando más de mí. –Ojalá pudieras leerme la mente y ver todo lo que ahora mismo no sé decirte. –Apartó las lágrimas de mi cara. –Lo siento, lo siento por haberme ido así, por haberte dejado sola con esto y no estar ahí a tu lado, juntas. Tengo miedo Nagore, estoy acojonada y lo peor es que intentaba convencerme que no era así aunque por mucho que lo pensara siempre sabía que tú estarías ahí conmigo, y realmente el único miedo real que tengo es al no estar junto a ti.

Se hace un silencio, ella no me mira y yo sólo quiero abrazarla.

-Nagore: Pensaba que iba a ser más fácil. –Su mirada vuelve hacia mí. –Sabía que esto pasaría tarde o temprano, estábamos jugando con fuego sabiendo que nos íbamos a quemar y aún así no me importaba porque estaba haciendo lo que quería con la persona que amo. –Suelta un gran suspiro. -¿Por qué eres así Sandra? ¿Por qué huyes?

Yo me quedo callada, no sé qué decirla ni cómo contestar, solo puedo mirarla.

Un ruido nos interrumpe, me giro y veo a una mujer en medio de las escaleras junto a mí maleta.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora