Narra Nagore:
Llegué diez minutos antes de la hora acordada para evitar llegar tarde. Al final llegamos con bastante antelación e insistió en invitarme a un café en una cafetería que había dentro de la estación. Yo ya había estado allí anteriormente, la primera vez que vine fue para acompañar a Sandra que tenía que ir a Barcelona.
-Yolanda: ¿Qué tal estás?
-Nagore: Bueno, bien. -Puse una pequeña sonrisa. -¿Tus padres cómo están?
-Yolanda: Están bien. -Ahora fue ella quien me sonrió. -¿Puedo serte sincera? -Me miró preocupada.
-Nagore: Claro. -Asentí.
-Yolanda: Has hablado ya con Sandra, ¿no?
-Nagore: ¿De lo del programa dices? -Asintió. -Sí, y me parece deleznable que le hagan eso, y mucho más a una profesional como es ella, no entiendo cómo se lo ha podido tomar tan bien.
-Yolanda: Nagore. -Me miraba atentamente y con tristeza. -Ha sido Sandra quien ha rechazado el trabajo. -Yo la miraba confusa, no entendía porqué lo había hecho. -Ella no te lo va a contar, no quiere que te sientas culpable, pero dice que no se quiere ir a ningún lado tal y cómo está la situación, entre que acabáis de volver, lo de Piedad y todo lo que os rodea, se niega a ir a ningún lado.
-Nagore: ¿Y por qué me ha mentido?
-Yolanda: No quiere meterte en esto, no quiere que pienses que tú eres el motivo de su decisión.
-Nagore: Pero es que lo soy. -Dije con un tono un poco más elevado por la indignación. -Tengo que hablar con ella. -Me puse seria.
-Yolanda: No te hará caso, yo lo he intentado también por todos los medios, que al menos se lo piense y no entra en razón, dice que nada le va a hacer cambiar de opinión.
-Nagore: Joder. -Me puse la cabeza entre mis manos. -¿Y qué se supone que tengo que hacer yo ahora? -Pregunté sabiendo que ninguna de las dos sabíamos la respuesta.
-Yolanda: Necesito que lo sepas, pero por favor prométeme que no le dirás nada. -Colocó sus manos sobre las mías. -No es a mí a quien correspondía decírtelo.
-Nagore: Te lo prometo.
Después de despedirme de su hermana en la estación, me fui a casa con un sentimiento tremendo de impotencia. Sabía que no podía decírselo a Sandra, y que tampoco serviría de nada, Yolanda y yo sabíamos muy bien lo cabezota que podía llegar a ser en este tipo de ocasiones, pero yo no podía hacer como si nada, y más sabiendo que esta era la oportunidad más importante de su vida.
Narra Sandra:
Al terminar la conferencia llamé a mi hermana para ver qué tal iba y después a Nagore.
-Sandra: Hola. -Saludé.
-Nagore: Hola.
-Sandra: ¿Te apetece ir a cenar esta noche? Tengo mono de italiano.
-Nagore: Vale.
-Sandra: ¿A las 21:00 en el restaurante italiano de siempre? -Sugerí.
-Nagore: Sí.
La notaba muy borde, no sabía si era conmigo o con algún tema suyo en general. No quise darle importancia así que cuando se acercó la hora, me duché, me maquillé un poco y tras estar preparada, salí hacia el lugar.
No sabía si esperarla fuera o entrar, pero como no me había dicho si ya había llegado, decidí entrar. No la vi por ningún lado, supuse que no tardaría mucho así que me indicaron la mesa y me senté. Ya eran y cuarto y se estaba retrasando demasiado. Una de las cosas que más odiaba en las personas era la impuntualidad y que fuera pasando el tiempo y no apareciera me estaba mosqueando.
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Solo tú
Romance¿Cómo transcurre una relación mediática desde el secreto hasta la exposición pública? ¿Cómo demuestro todo lo que siento? ¿Cómo me puedo sentir así por ti?