Ice heart [JakeHoon]

01: Uno es mejor que nada

El primer día de clases era muy bueno, era soleado y la brisa era fresca. Todos se reunían con sus amigos del año anterior, mientras SungHoon se negaba rotundamente a hablar con alguien.

-¡Hola! Tú debes ser Park SungHoon. Soy tu nueva maestra, me llamo ShinJi, puedes decirme maestra Ji —dijo alegre y llena de espíritu la joven beta—. Vamos al salón, querido.

La joven mujer traía a otro niño de la mano que no paraba de hablar y sonreír.

Llegados al aula, las clases comenzaron y durante el transcurso de esta, aquel pequeño no dejaba de participar y a todos les agradaba, mientras que a SungHoon lo irritaba cada vez más.

Algo que no debía sorprenderle era verlo rodeado de todos los niños de la clase compartiendo almuerzos. Pensaba en lo incómodo que sería hacer eso, y en lo fastidioso de la actitud que tenían. "Dar cosas para que te quieran, qué tonto" pensaba. Siempre creyó en que la gente era falsa y podía hacerte daño con facilidad.

Aburrido regresó al aula, el niño rubio lo siguió, se sentó a su lado y le ofreció un sándwich. Con una gran sonrisa estaba por presentarse hasta que lo cortaron.

-Hola soy...

-No me importa, vete. —contestó con una frialdad increíble—.

El niño se quedó de una pieza, quiso llorar pero volvió a ser interrumpido.

-Si lloras aquí te juro que te golpearé. No me gustan los niños que lloran, ¿eres nuevo, no? No me gustan los amigos, no quiero amigos y no necesito de nadie, ahora vete de aquí.

La maestra completamente perpleja, llamó al pequeño para que la ayude a llamar a sus compañeros. El niño aún triste y pasmado aceptó volviendo a sonreír.

El día de clases acabó y todos salieron corriendo, la mayoría de padres y madres estaban allí. Los niños salían felices y con grandes sonrisas, aliviados de ver a sus padres.

SungHoon salía a paso lento, sabía que aquel día su madre llegaría unos minutos más tarde. Se quedó parado en la puerta de la institución, y veía a todos contentos, despidiéndose de sus amigos y yendo con sus familias. Todo quedó silencioso y desolado, hasta que oyó a alguien llorar con angustia, se alteró creyendo que habían golpeado a un niño y corrió un poco hasta encontrar a quien pasaba por un problema.

Resultaba ser el mismo chico al que había tratado mal, ese raro extranjero nuevo en su clase. Algo oprimió su pequeño corazón haciéndole sentir culpa. Se acercó sutilmente y se animó a hablar.

-O-oye... Tú... ¿Te ha pasado algo malo? —dijo mientras lo miraba con detenimiento y jugaba con sus manos ansioso—

El contrario alzó la mirada, con los ojitos rojos y la nariz constipada, negó moviendo ligeramente la cabeza.

-Dime, ¿por-por qué lloras?

-Mi... M-mi pa-papá otra ve-vez me ha olvidado —dijo entre sollozos—

-Ah... Cuando a mi papá le toca venir por mí lo olvida siempre —dijo tratando de aliviarlo—, así que podemos esperar, hoy viene mi mamá.

-Ahora, —dió un sorbo a su nariz— si me dejas, ¿ ahora me dejas pre-p-presentarme?

-Sí —suspiró— dime, ¿cómo te llamas?

-S-soy, Pa-Park JongSeong, pe-pero pu-pue-puedes decirme Jay... Pensé que no me querrías hablar nunca, pero ahora...

-¿También te apellidas Park? ¡Yo soy Park SungHoon! ¡Claro que acepto, seamos amigos!

-Eres raro —rió más tranquilo—, pero me caes bien.

-Esperemos juntos a mi mamá, así llamamos a tu padre para que venga por...

-¡Hoonnie! Es un alivio ver que todavía estás aquí, como te pedí, qué niño más inteligente —la madre del menor había visto todo desde lejos en el auto, y se sentía tranquila de ver que su hijo hizo un amigo "uno es mejor que nada, ¿cierto?" pensó—.

-¡Hola mamá! Mira, él es... Es Park JongSeong mi...

-¡Somos amigos! —exclamó feliz el mayor de los niños— Me ayudó porque mi papá no ha venido y se quedó aquí conmigo.

-¿En serio? —exclamó asombrada— ¡Qué bueno! ¿Y tu papá querido?

-Mi nombre no es "querido" —rió tímidamente—. Pero puede decirme Jay.

-Ummm, bien Jay. Supongo que nos quedaremos a esperar que vengan por ti.

Pasaron los minutos y no había señales de vida de alguno de sus padres. Unos veinte minutos después de la última vez que vieron la hora, un auto se estacionó frenético y con el mayor cuidado posible bajó un alfa bien vestido con el semblante más preocupado del mundo. Al ver al pequeño Jay parado con su mochila en la espalda, su bolsa de almuerzo en una mano y con lágrimas nuevamente en sus ojitos corrió hacia él.

El menor se acercó velozmente también y se abrazaron fuertemente.

-¡PAPÁ! —gritó con alegría— ¡Viniste! Me sentía tan solo, no me dejes así otra vez por favor, yo no conozco mucho aquí... I'll tell my momy —reclamó con un puchero—

-Tranquilo hijo, no pasará de nuevo, tengo que arreglármelas para llegar, bueno hijo, debemos irnos si queremos ver a mami. Oh, gracias por cuidar de mi pequeño Seonggie, ¿cómo puedo pagarle?

-No se preocupe por eso, está bien, se hizo amigo de mi hijo así que no necesita hacer nada —contestó con calma la omega—.

-Mamá tiene cáncer y está en el hospital —soltó de pronto—, y ahora papi trabaja más, ¿es por eso que llegaste tarde el primer día, no?

El padre notoriamente avergonzado bajó la cabeza y asintió. A veces los niños no saben muy bien medir sus palabras.

-Yo... Lo siento mucho, no tenía idea, pero si usted gusta, nosotros podríamos cuidar a Jay después de la escuela mientras usted trabaja.

-¡Sí! Sisisisisisisisi, papá dí que sí... Así Hoonnie y yo pasamos más tiempo juntos.

-Yo... Le agradezco mucho señora, pero... —-el alfa iba a negarse pero vió luego el rostro de su hijo a quien podría dejar esperando por horas en la puerta de la escuela— Bueno, creo que estaría bien, tendríamos que ponernos en contacto.

Una vez que ambos intercambiaron números, se despidieron y cada uno se llevó a su hijo, los pequeños se despidieron.

Desde el día siguiente empezaron a ir a la casa del menor cuando acababan las clases, en el receso ambos se sentaban juntos y miraban a la nada. Jay entendió el espacio que SungHoon quería, y él entendió que no estaba mal socializar un poco.