Y cuando llegue el momento...

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—¿Entonces? —preguntó Qin Su tapándose la mitad del rostro con la carpeta.

—No sé por qué insistes en esto... Pero vale, hacedlo.

—¡Gracias! ¡Gracias, jefe!

—Eh, pero tú conseguirás la entrevista.

—De eso ya me encargo yo. Gracias, gracias —Qin Su hizo una nueva inclinación hacia su jefe y después salió de su oficina dando brinquitos.

Caminó hacia su escritorio y cogió su teléfono.

Tengo el permiso tecleó y se lo envió a Mingjue, quien al leerlo sonrió satisfactorio.

Mingjue bloqueó la pantalla de su teléfono y después alzó de nuevo la mirada frente a su colega de clases.

—¿Entonces?

—¿Seguro que sólo sería eso?

—Síp. Fingir que eres reportero de la revista de Luoyang y que queréis entrevistar al jefe de recursos humanos.

—Pero tío, yo no sé hacer una entrevista.

—Vale, vale... Que mi novia se encargará de ayudarte, ¿Qué dices? Son mil Yuanes.

El muchacho frente a él, suspiró y al final dijo:

—Trato hecho.

Los dos chicos estrecharon sus manos y Mingjue dio la mitad del dinero adelantado. Tambien, le extendió un par de hojas.

—Es la escaleta de lo que debes preguntar tú. De todos modos, cómo te he dicho, mi novia te ayudará en todo.

—¿Y por qué no vais tú, tío?

—Ah, pues porque ya he ido una vez y porque estoy en el reclutamiento, sí me ven ahí, podría afectar mi proceso, ¿Comprendes? —el chico asintió.

—¿Cuándo es?

—Te confirmo mañana temprano. Venga tío, gracias.

Por aquel día, Mingjue regresó a su casa con el montón de revistas y periódicos que había pedido prestados en la biblioteca.

En todas ellas, revisó y leyó cualquier artículo relacionado a Happier Dum con el objetivo de encontrar el nombre de Jiang Wanyin. Qin Su por su parte, navegaba en internet buscando lo mismo que su novio.

Pero nada.

No había Jiang Wanyin por ningún lado.

Aún así no se rindieron. La chica llegó por la tarde a casa de Mingjue con varios libros y revistas electrónicos que aún no revisaba.

La pareja de chicos se sentó en el suelo revisando los textos. En el buscador del e-reader teclearon el nombre Jiang Cheng para facilitar su búsqueda.

Tampoco hubo resultados.

—¡Es que no entiendo! Estoy seguro de que era él —había dicho Mingjue bloqueando la pantalla.

—Pero... ¿Y si sólo se le parecía?

—Estoy seguro de que era él. Lo era. Era Jiang Cheng.

Lamentablemente, no midieron el volumen de sus palabras y alguien los escucho por error.

Y era justo la persona que menos querían que supiera.

—¿Jiang Cheng? —preguntó a espaldas de Mingjue —¿Has dicho... Jiang Cheng? ¿Mi ex?.

Mingjue tragó en seco cuando la voz de su hermano habló a sus espaldas.

—Gege... Yo...

—¿Por qué mencionasteis su nombre?

𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 (𝑿𝒊𝒄𝒉𝒆𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora