cambiar para bien

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Casi a las tres de la madrugada, los presentes en la cena de navidad se marcharon a dormir a las habitaciones de huéspedes de la casa.

Jiang Cheng se sentía mucho más tranquilo que horas atrás. En todo el rato que estuvo con los demás sólo se levantó una vez a devolver el estomago, pero no se sintió mal después, y eso le gusto. Era una seña de que el tratamiento iba bien.

JingYi pidió llamar a su papá Xichen antes de dormir para contarle que Papá Noe le había llevado algunos regalitos y que se moría por dárselos.

¿De verdad? ¿Son muchos?

—Muchos, papá. Ya quero vete para datelos.

En un par de días, lotito. Mientras, disfruta de estar con Jiang Cheng, ¿vale?

El pequeño JingYi asintió y finalmente, se despidió de su papá Xichen.

Jiang Cheng habló por unos segundos con su ex y quedaron de verse en un par de días para llevar a JingYi de regreso a casa. Después Jiang Cheng observó el teléfono con la imagen de llamada finalizada, sintió un pequeño dolor en la barriga.

—Tengo que hacerlo —se dijo a sí mismo.

Después de eso, se acurrucó en su cama y se dejó vencer por el sueño junto a su pequeño.

Al día siguiente, por si no hubiera sido poco, JingYi se despertó y al bajar junto con su papá Cheng, se sorprendió al ver más regalos en el árbol de navidad.

—Son tuyos, pequeño —dijo Wuxian, que había esperado ya un rato a que el menor descubriera la sorpresa —Papá Noé los trajo mientras dormías.

JingYi corrió al árbol y observó los obsequios. Eran muchos. Y los había en diferentes tamaños y formas.

—Papá, ¿puedo abilos?

—Por supuesto. Es más, te ayudo.

Entre los dos los abrieron y descubrieron ropa, juguetes, libros infantiles para colorear entre otras cosas más. También había regalos para Jiang Cheng y el bebé en camino.

—A-Xian... —le dijo cuando abrió un set de baño de burbujas para bebé.

—Cómo sabes que he sido yo y no Lan Zhan, ¿eh? —le preguntó el chico sofocando una risita traviesa.

—¿Eso para quién es, papá? —preguntó JingYi cuando vio una caja con ropa de recién nacido en colores pastel.

—Después te cuento, bebé —le respondió con una sonrisa que no pudo seguir ocultando —venga, demos ir a desayunar.

Nuevamente, la mesa estaba repleta de familia.

El recalentado se sirvió en platos de cristal y al medio día todos se marcharon, dejando a la pareja de prometidos solos de nuevo.

Lan Wangji había reconfirmado que Su She seguía en Pekín y que no se había movido de aquel sitio desde que llegó y esto le dio confianza a Jiang Cheng para marcharse.

Llegaron al edificio y con ayuda del guardia, subieron al departamento de Jiang Cheng con los obsequios de éste y algunos de JingYi. Los demás, los dejó en la cajuela del coche para no cargar con todo.

—Papá, ¿po-qué Minie tene que viajar aquí? —preguntó cuando hubieron entrado al departamento.

—Porque sino se podría escapar y no creo que quieras que de escape, ¿O sí?

—No. Nunca —el pequeño hizo una pausa y después de sacar al gato de su casa de viaje, preguntó: —¿Puedo llevarle con mi papá Huan unos días?

𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 (𝑿𝒊𝒄𝒉𝒆𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora