de mis verdaderas intenciones.

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El jueves por la tarde, JingYi salió contento de clases. Xichen pasó por él a la escuela y le invitó a comer un helado antes de ir a casa de sus abuelos Lan.

—Papá —le dijo JingYi en un susurro —el chico de allá te etá vieno.

Xichen giró en dirección que el pequeño señalaba. Era Meng Yao.

Xichen alzó la mano en forma de saludo.

—¿Le conoces?

—Es el hermano de un ex alumno.

Xichen miró a JingYi, que no le quitaba la vista de encima a Meng Yao.

—¿Qué pasa, bebé?

—E'que te mira mucho.

Volvió a girar su vista hacia la mesa de Meng Yao. El chico de cabello castaño se levantó, sonriendo, y caminó en dirección a Xichen y el pequeño.

—Hola —le dijo al menor cuando llegó con ellos.

JingYi no respondió

—Meng Yao. Hola —saludó Xichen—toma asiento.

El castaño lo hizo.

—El debe ser el pequeño JingYi.

—Vaya, recuerdas sus nombre.

—Es más adorable de lo que creí. Debe tener una mamá muy guapa.

(Si, muy muy guapo y sexy, así que fuera 🙂).

JingYi comía su helado sin quitarle la vista a Meng Yao, preguntándose quién era él.

No conocía a otros amigos amigos de su papá y no le daba buena espina.

—Yo me pareco a mi papá Cheng —dijo un poco molesto —papá, ya me quiero ii.

Xichen desconoció en ese momento el comportamiento de su hijo. A él tampoco le agradaba la confianza que tenía Meng Yao, pero tampoco quería ser descortés.

(Xichen, eso es una señal de que al lotito no le agrada el enano, capta la señal)

—Vamos, YiHi, Meng Yao acaba de llegar —estiró su mano y limpió la boquita de su hijo —cuéntame, Meng Yao, ¿cómo está tu hermano?

—Llamame A-Yao —el castaño miró una vez más a Xichen —él está bien. Quizá venga de nuevo en un par de semanas.

—Eso es genial.

JingYi se quedó en silencio, terminando su helado y viendo a su papá reír de pronto después de que Meng Yao le contó un chiste.

—Papá —dijo con mucha seriedad —ya acabé. ¿Podemos inos?.

Sin esperar que su papá le respondiera, se bajó de la silla.

Meng Yao le sonrió a Xichen, comprensivo.

—Nos veremos otro día.

—Esperemos. Disculpa.

Xichen cargó a JingYi y caminaron en dirección a la salida.

—YiYi, ¿Qué te pasa, cielo? —le preguntó Xichen al coger el taxi.

El menor no respondió. Pero era obvio que sintió celos de ver a su papá reír con alguien.

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Por la noche, el humor de JingYi mejoró después de haber ido a comer con sus abuelos.

El señor Feng pasó a recogerlos y los llevó a su departamento. En cuanto puso un pie dentro de su casa, JingYi corrió a su habitación.

—¡YiYi! ¡Los zapatos! —gritó Xichen a espaldas de su hijo.

𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 (𝑿𝒊𝒄𝒉𝒆𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora