desde cero

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Los siguientes días, Happier Dum trabajó en una nueva estrategia para cerrar trato con 4N.

Ouyang Hong, Su She y Jiang Cheng, viajarían a Canadá en un par de días para llevar a cabo su plan.

Pasaron esa última semana arreglando asuntos y dejando todo listo para no tener inconvenientes y viajar tranquilos.

Una de esas cosas, era que Jiang Cheng quería ver a JingYi antes de irse.

Aún no lograba entender qué le estaba sucediendo, pero sin duda, estar con aquel pequeño niño, había sacudido su corazón.

La tarde del jueves, Wanyin llegó hasta el consultorio del terapeuta. Tendría una sesión doble por todo aquello que le sucedió las últimas dos semanas y más aparte, también trataría el tema de su padre.

Cómo cada vez que tenía una cita, la asistente del señor Lan, le hizo esperar en una pequeña recepción. Mientras era atendido, se puso a jugar un poco con la pecera de la sala y también a mandarle un mensaje a Xichen.

No le había escrito a éste en mucho tiempo, pero sí le había llamado a JingYi algunas veces en la semana.

JC: ¿Puedo ir a verle mañana, después de clases?

LXC: Claro. ¿Te pasas al departamento? 😏

JC: Jajaja, no. Los veré en el centro comercial.

LXC: Vale. Ahí te veremos.

Lan Xichen bloqueó su teléfono luego de enviar este último mensaje. Tenía una sonrisa tonta en el rostro que no pasó desapercibida por su hijo.

—¿De qué te ríes, papá?

—De Jiang Cheng. Mañana vendrá a verte después de clases.

Al menor se le iluminó el rostro y sonrió enseguida con sus bonitos dientes de conejo.

—¿De vedad? —preguntó subiéndose a la silla.

—Sí. Pero sólo si comes tus verduras.

—Papi...

—Ya dije.

Sin más, el pequeño se comió todo de tres bocados. Incluso sorprendió a Xichen y la señora Feng.

—¿De verdad quieres verle? —le preguntó la anciana.

—Shhii —respondió el menor con la boca llena de vegetales.

Lan Xichen se rio de él.

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~Por Jiang Cheng~

—Pues bueno, A-Cheng, por hoy hemos terminado. Te queda de tarea esto que estuvimos reflexionando juntos. ¿Vale? No olvides llamarme si necesitas algo.

—Lo haré, gracias, QingHeng.

—Y por favor, no folléis con Su She mientras estén en Vancouver. Más que tu salud sexual, también es la emocional. No quiero que te dé algún bajón mientras estéis haciendo negocios, ¿quedó claro? —asentí —Venga, pues entonces nos vemos... ¿Te parece en tres semanas?

—Me queda perfecto. Gracias.

El señor Lan se puso de pie y me extendió los brazos. Correspondí a su gesto y me dejé abrazar. Lo necesitaba.

—Cambia esa cara de culo, Cheng. Que la vida es muy bella, para que tú la estéis viendo así.

Reí.

𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 (𝑿𝒊𝒄𝒉𝒆𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora