el daño causado

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Su She llegó al despacho del falsificador.

Bajó del coche de su madre y se aseguró de poner la alarma.

Caminó con tranquilidad hasta el despacho y llamó al timbre.

Tardó unos minutos más en lo que la puerta eléctrica se abría y le dejara el paso.

El despacho era un lugar tranquilo. A simplevista parecía un consultorio jurídico. Nadie se imaginaría que el propietario de dedicara a la falsificación de documentos.

—Su She —habló un hombre de unos cuarenta y tantos años cuando el nombrado entró por completo —mejor dicho, Feng Cong.

Su She sonrió a medias y el falsificador enseguida extendió un sobre color beige con un listón rojo. El menor lo abrió y sacó el contenido.

—Todo como usted lo solicitó. Nombre, fecha de nacimiento y lugar de origen modificado.

—Tambien ocuparé documentos con mi grado académico.

—Eso no está dentro del presupuesto dado.

Su She volvió a sonreír y sacó de su bandolera una considerable suma de dinero en efectivo.

—Esto sólo es la mitad. Le enviaré los datos por e-mail y la ubicación a la que deberá enviar los documentos cuando estén listos. Cuando los tenga, recibirá el resto.

Al falsificador le brillaron los ojos al ver la cantidad ofrecida.

En ese instante, lamentó haber traicionado la confianza de aquel hombre. Pero lo hecho, hecho estaba. Y el medio millón de dólares ya hacía en sus cuentas bancarias.

Su She salió del despacho y, al alzar la vista por el frente, se encontró a sí mismo rodeado por un montón de policías armados.

—Las manos dónde podamos verlas —habló el hombre al mando de la tropilla —si da un paso, nos veremos en la necesidad de disparar.

Su She miró a su alrededor, y encontró la pequeña esperanza de huir en hacia su derecha, creyendo que sería demasiado rápido para ganarle los polis. Echó a correr, sin poder avanzar más de dos metros antes de que un policía le disparara, sin pensar. No le dio a él, pero le pasó rozando el pelo y provocó que perdiera el equilibrio y cayó al suelo.

Enseguida, un oficial llegó hasta él y lo esposó, dictándole el protocolo de arresto.

—Su She, está usted arrestado por los delitos que se le han impuesto por la posible agresión física y secuestro a un menor de edad... —el impacto de la bala pasándole junto al oído le dejó bastante aturdido. No podía pensar claramente en el momento en que se encontró a sí mismo dentro de una patrulla.

No tenía cabeza para pensar en alertar a su madre de huir antes de que cayeran en cuenta de a quién pertenecía el coche. Sólo cerró los ojos y quedó inconsciente por lo que fueron un par de horas.

Cuando despertó, estaba dentro de una habitación oscura y gris, esposado y con un guardia fuera de su celda.

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~Por Lan XiChen-

Ya había pasado una hora desde que se habían llevado a Jiang Cheng al quirófano.

Mi teléfono había sonado en varias ocasiones y simplemente dejé que sonara.

—¡Wuxian! —levanté la cabeza y vi a Lan Wangji llegar hasta su novio. El recién llegado nos estudió a todos con la mirada y se detuvo en mí —¿Qué pasa? —preguntó.

𝑻𝒓𝒊𝒔𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒏𝒓𝒊𝒔𝒂 (𝑿𝒊𝒄𝒉𝒆𝒏𝒈)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora