33. Andrómeda Jackson

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Empecé a saltar abrazada a Carter. ¿Me daba corte? No lo sabía con seguridad.

¡Estábamos en Egipto!

¡Teníamos posibilidades de cumplir la misión!

Y con mi hermano y sus compañeros, muchas más.

Ni que decir tiene que paramos en seguida.

-¿Y ahora qué? Hemos llegado a Egipto y tal. Pero no tenemos ni idea de qué se supone que hay que hacer - en la cara de mi hermano había dibujada una mueca.

-Vamos a entrar ahí - dijo muy segura Elena, que había estado apartada hablando con Leo. Le obligaría a decirme de qué.

-¿Todos?

-Sí. Y ya sé que no te agradan los espacios cerrados, Andy. Pero hay que hacerlo. Por el Olimpo y la Duat. Por los dioses. Por nosotros.

Y extendió la mano con la palma hacia abajo. Jose fue el primero en ponerla encima. A él le siguieron Nico y Leo. Y todos los demás.

-Empezamos esto juntos - zanjé - y vamos a acabarlo de la misma forma.

Nos dirigimos a la base de la estructura con el sol calentándonos la piel. Donde debía estar la entrada había un muro de piedra caliza.

-¿Y ahora qué?

-Muévete - ordenó Piper.

Y los bloques fueron movidos por unas manos invisibles.

-La embrujahabla nunca falla - declaró ella con una sonrisa.

-Oye, ¿cuántas vueltas le has dado al giratiempo ese?

-Siete.

-Son las cinco de la tarde...

-Enhorabuena, David. ¡Sabes contar!

Miró a Jose con un mohín de enfado, pero no dijo nada.

-¿Será suficiente?

-Eso espero... - Mi amiga se mordió el labio - ¿Entramos?

-Después de ti.

-Cobarde - Tenía toda la pinta de que Jose quería provocar a su primo.

-Cállate, mocoso.

Elena lo cogió del cuello de la camiseta justo cuando iba a abalanzarse sobre él.

-Suficiente - dijo entre dientes - Vamos, estamos malgastando el tiempo.

Fue ella la que cruzó primero la puerta. Me coloqué a la par suya. La notaba... distinta.

-Quiero vengar la muerte de mi madre - masculló y entonces recordé que podía leerme la mente - Les chafaré los planes a esos dos y los destruiré.

-¡Ya estamos todos dentro! - chilló Thalia.

Y aquí es donde entró la ley de Murphy, que dice que cuando algo está sucediendo bien es factible a que se estropee.

Efectivamente.

La puerta se cerró de golpe dejándonos en la oscuridad. Una trampilla que se abrió a nuestros pies dio paso a un enorme tobogán.

La inmensidad del lugar se tragó nuestros gritos.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora