Seguí a Elena por las calles de Brooklyn. Hacía frío y me arrepentía de no haber cogido chaqueta.
Hasta que la perdí de vista. Miré varias veces a mi alrededor, pero no conseguí verla. Al volverme me alegré de no haber movido el cuello más de unos centímetros.
Elena me estaba apuntando al cuello con una daga de medio metro con la empuñadura de cuero. Aunque los dos tuviéramos la misma experiencia, sospeché que podría hacerme cosas muy feas si se lo proponía.
La miré. Su cara no podía ser más seria. Sus ojos oscuros y cálidos habían pasado a ser claros y fríos de un azul casi transparente, como cada vez que se enfadaba de verdad. Yo solamente la había visto así una vez: cuando Álvaro Lerman se había metido con su padre. No sé lo que le hizo, pero no volvió a mencionar el tema.
-¿Qué parte de "Necesito estar sola" es la que no has entendido? - preguntó recalcando cada palabra, como si le hablara a un niño pequeño.
-¿Sola? - bromeé yo.
Tras unos instantes, suspiró y bajó la daga, que desapareció en su mano.
-Ven - dijo al fin - tengo que hablar con alguien.
Me guió por las calles de Brooklyn sin pronunciar palabra.
Llegamos frente a una casa pequeña, con una sola ventana y una puerta diminuta. Elena llamó al timbre y salió una anciana bajita, con el pelo blanco y llena de arrugas.
-Señora, necesito ver a Enrique. Es import...
Antes de que pudiera terminar, la mujer la agarró del brazo y la examinó.
-Pelo largo y sedoso, ojos grandes, nariz perfecta, mejillas sonrosadas, barbilla redonda... ¡La novia ideal para mi nieto!
Elena se sonrojó hasta las orejas.
-Señora Herzog, solo somos amigos.
La anciana resopló y se volvió hacia dentro.
-¡Enrique, vienen a verte! - gritó, antes de entrar.
Unos minutos después, teníamos delante un chico más alto que Elena. Su pelo negro era muy corto y sus ojos marrones y pequeños se escondían tras unas gafas de pasta. Tenía un libro de Harry Potter bajo el brazo.
-Hace mucho tiempo que no te veo...
-5 años - precisó ella - Necesito hablar contigo.
El chico pareció pillar al vuelo lo que quería decir.
Me señaló con el ceño fruncido, como preguntando si yo también tenía que entrar.
Al asentir ella, se encogió de hombros y os indicó que lo siguiéramos.
Su habitación no podía tener más cosas de Harry Potter. Libros, películas, postérs... Lo de aquel chico iba en serio.
-Jose, este es Enrique. Su padre era hijo de Hermes y se entera de todo. Enrique, este es Jose. Su padre es Apolo.
-¿Entonces tú ya sabías todo esto?
-En parte - dijo, encogiéndose de hombros - Conocí a Enrique con 8 años y él me contó su... particularidad. Estuvimos hablando y tuve que mantener el secreto. Pero nunca me imaginé que yo perteneciera a este mundo.
-Vale... ¿Y qué hacemos aquí?
-Quiero enterarme de quién está detrás de todo esto. ¿Tú sabes algo?
-Tal vez esto te dé una pista.
Se levantó y tras coger un grueso libro y hojearlo un rato, nos enseñó una foto. Era un animal con cuerpo de cangrejo y tres cabezas: un perro, un lobo y un león.
-Él no... - musitó ella.
-Este no es nada comparado con el otro.
Le enseñó otra foto.
Una bandera: un águila sosteniendo una especie de hoz.
-¡Dioses! Esto es muy malo.
-Y me lo pones peor si tienen esto.
Le enseñó una 3ª foto: un libro en cuya portada había jeroglíficos egipcios grabados.
Una gota de sudor frío se deslizó por su frente.
-Esto es imposible - dijo ella - Si es verdad que ellos están detrás de todo esto, estamos muertos.
-Por si te interesa, sé dónde están - murmuró Enrique - Pero si ves que no puedes...
-Estaré bien - lo cortó Elena - Esta es mi misión y tengo que hacerlo.
Y tras tomar aire, añadió:
- ¿Dónde?
-En la Gran Pirámide. Y ten cuidado, tienen tanto aliados griegos como egipcios.
-Ya he tenido oportunidad de comprobarlo, muchas gracias.
Me agarró del brazo y me sacó de allí. Ninguno abrió la boca. Pero quería saber qué estaba pasando.
-Prefiero explicároslo a todos a la vez - dijo, como si me hubiera leído la mente - Y sí que puedo leerte la mente.
Después de aquello, sí que cerré la boca. Pero un rato después, no pude aguantarme.
-Eres la Guardiana de la Magia.
-Sí. Y ellos creen que estoy muerta.
Me contó que se había encontrado con Quíone y que si no hubiera sido una hija de Hefesto inmune al hielo, no estaría allí para contarlo.
-Tendré que ir de incógnito.
Chasqueó los dedos y cambió de forma. Su pelo se volvió rubio y rizado, como el de los hijos de Atenea. Sus nuevos ojos grises centelleaban y era alto más baja.
- Puedes llamarme Viki. O Victoria, si lo prefieres.
-Viki está mejor.
Llegamos a la auto caravana y supe que tenía que avisarlos.
Entré y vi que Carter, Sadie, Nico y mi primo David estaban entrenando con la espada. Andy miraba una foto de su hermano Percy y una lágrima se deslizó por su mejilla.
-¡Jose! - dijo Carter cuando me vio - ¿Dónde está Elena?
Les expliqué a todos lo que pasaba y le hice una seña a Elena/Viki para que entrara. Todos la miraron fijamente.
-No está mal... - silbó Sadie - Manipulas la Duat y la Niebla de maravilla.
-Chicos, tenemos un problema y muy gordo.
Entre los dos le contamos lo que había pasado. Cuando Elena/Viki explicó las imágenes del libro, Carter y Sadie gimieron.
-Ey, chicos - dijo Andy, sacudiendo las manos - Algunos no tenemos referencia de eso.
-El animal era el símbolo de Serapis, el dios egipcio del pasado, presente y futuro. El águila con el jopesh (la espada curva parecida a una hoz) era la bandera de Setne y el libro...
-¿Quién es Setne? - interrumpió David.
-Tal vez lo reconozcáis por su verdadero nombre - intervino Carter - Hamuset.
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CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSA
Fanfiction(Puede contener spoilers de Percy Jackson, Los Héroes del Olimpo y las Crónicas de Kane) Hay veces en las que tu vida da un giro de 180 grados y te ocurren cosas que pensabas que eran producto de tu imaginación. En resumen, hay veces en las que la m...