16. Elena Kane

927 69 2
                                    

-¿El príncipe Hamuset III? - gritó David - ¿Pero sigue vivo?

-Claro que no - dijo Sadie, divertida - Es un fantasma, ahora se hace llamar Setne. Carter y yo no nos llevamos demasiado bien con él.

-Intentó matarnos varias veces - aclaró Carter con sencillez - Pero son gajes del oficio.

-Y el libro - seguí yo - es el libro de Thot, el dios egipcio del conocimiento. Recoge todos los secretos de la magia griega y egipcia. Si descubren cómo hacer el hechizo maestro...

-A que adivino. Todos muertos y tú la primera.

Nico había permanecido en silencio en un rincón, confundido entre las sombras.

Mi hermano Leo me había contado que en su anterior gran misión para derrotar a Gaia (la Madre Tierra) lo hacía continuamente. A todos les daba un susto de muerte, y a nosotros nos pasó lo mismo. David iba a abrir la boca para protestar, pero al lanzarle una mirada fulminante se calló.

-¿Y de quién se supone que eres ahora hija? - preguntó Andy.

-Creo que es un poco obvio que de Atenea - replicó Jose

-¿Y dónde encontraremos a esos dos? - volvió a preguntar Andy.

-En la pirámide de Keops en Guiza, Egipto. Y tenemos que detenerlos antes del solsticio de verano, en 8 días.

-¿Hay que ir hasta Egipto? - se quejó David - Pensé que no tendríamos que salir de Estados Unidos.

-Algunas veces sí, otras no. Siempre depende - dijo Nico, que ya era algo visible entre las sombras de la auto caravana.

-Vale. ¿Y por qué antes del solsticio de verano?

-El hechizo maestro del libro de Thot (gracias a los dioses) solo se puede hacer durante el solsticio de verano y el solsticio de invierno.

-Y no pueden hacerlo sin... - empezó Sadie.

Pero no la dejé terminar.

-...mí. Tienen que canalizar mi energía, pero si estoy muerta pueden hacerlo cuando les venga en gana.

Todos me miraron fijamente.

-A ver, que no soy una ignorante. Conozco ambas mitologías de memoria. Incluso los secretos más profundos.

Obviamente, era cosa de Enrique.

-Entonces, ¿por eso mandaron a Quíone? ¿Para matarte y poder hacer libremente el hechizo? - dedujo Jose.

-Exactamente. Y creen que ha funcionado.

-Por eso estás de incógnito - dedujo Andy.

Asentí y miré el reloj. Las 9 de la noche.

-Aya, ¿cuánto tardarías en llevarnos a Egipto? - preguntó Nico.

-Me temo que no aguantaré - dijo tristemente la voz de Aya.

Todos nos quedamos en silencio. Entonces, saqué el móvil.

-¡Elena! ¡Sabes que llevar un móvil es peor que lanzar una bengala de aviso a los monstruos! - me riñó Nico.

-Ya lo sé. Me desharé de él enseguida.

Marqué un número y me lo puse en el oído.

-¿Diga?

- ¿Jake?

-¡Elena! ¡A ti tampoco te han convertido en zombie!

Solté un suspiro de alivio. Jake Mason tenía el cuerpo totalmente escayolado, de modo que Serkhet no se había molestado en hipnotizarlo.

-Necesito pedirte un favor que podría acabar con todo esto.

-Di.

-¿Aún está operativo el Argo II?

Aunque no lo veía tuve la sensación de que, al formular esa pregunta, se le dibujó una sonrisa en la cara.

-Con unos pequeños ajustes, quedaría como nuevo.

-Genial, voy para allá.

Colgué y tras chasquear los dedos, el móvil desapareció.

-Volvemos al Campamento Mestizo. Aya, ¿aguantarás hasta Long Island?

-Eso sí.

Los motores empezaron a ronronear y el suave e inolvidable olor a magia se extendió por todo el lugar. Después de cenar, nos fuimos a dormir. Me desperté a medianoche cuando alguien llamó a la puerta.

Me arreglé un poco el pelo rizado (seguía siendo Viki) y abrí la puerta. Nico estaba delante de mí, con profundas ojeras. No se había cambiado de ropa para dormir, pero tampoco me importaba.

-No creas que te voy a dejar dormir en mi cama - bromeé.

-Ya lo sé. Solo quiero hablar contigo.

Le invité a pasar y me senté a su lado en mi cama.

-¿Qué pasa, Nico?

-¿Qué estás tramando? - me interrogó muy serio.

- Lo que tengo en mente ahora mismo es sólo un esbozo - puede que fuera una verdad a medias - Y no me gusta enseñar cosas a medio terminar.

- Lo que tú digas... - frunción el ceño - Y una cosa más.

-¿El qué?

- Crees... ¿Que saldremos vivos de esta?

- No lo creo, Nico. Lo sé.

- Oírlo en voz alta no me ha ayudado a creerlo de verdad - suspiró y se encogió de hombros - Aunque tampoco creí a Jason en su día... Buenas noches - murmuró antes de desaparecer en la oscuridad, tan silencioso como los muertos sobre los que gobernaba su padre.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora