49. Jose Stone

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Me detuve con los nudillos a dos centímetros de la puerta.

Había pasado un año entero. ¿Qué iba a decirle?

La inercia me jugó una mala pasada cuando oí cómo llamaba y vi cómo una mujer muy guapa que me resultaba vagamente familiar abrió.

-¿Sí?

-E... estoy buscando a Elena Kane.

-Yo me creo que no, jovencito. Ya sabes las reglas: no puede ver a gente mágica.

Alcé las cejas.

Ella me guiñó un ojo y se transformó en una mujer aún más bella de ojos rosados y pelo moreno y rubio.

Entonces, me acordé. La vi hace un año en la caverna bajo tierra.

-Señora Afrodita.

-Sabíamos que ibas a venir, así que me mandaron para impedirlo.

Me sonrojé.

-¿Tan predecible soy?

-En el amor, todo es predecible, cielo. Dos nuevos enamorados que llevan un año sin verse. A ella la vigilan, pero a él no. ¿Por qué no arriesgarse?

Con cada palabra me sonrojaba más. Con la última palabra, estaba como un tomate.

-B... bueno. Pues me voy...

-¡Quieto!

Me di la vuelta.

-Que la diosa del amor impida un romance entre dos adolescentes es demasiado cruel. Espera aquí.

Cuando Afrodita se perdió por los pasillos, abrí los ojos, acordándome de mi problema.

No sabía qué decirle después de un año sin verla.

Cuando mi amiga bajó, acompañada de la diosa, la mandíbula empezó a pesarme hacia abajo y al final, cediendo a la gravedad, se abrió.

Elena llevaba un sencillo vestido griego de color blanco con espirales cuadradas bordadas en dorado en los bordes, tanto en el cuello como en el bajo del vestido. Llevaba unas manoletinas blancas con un lazo dorado y el pelo moreno se había convertido en una melena ondulada de princesa que le llegaba hasta la base de la espalda.

Estaba... preciosa.

Por su expresión, supuse que era obra de Afrodita. Y porque la conocía. Sabía que ella odiaba los vestidos.

-Os dejo solos, chicos.

Y tras chasquear los dedos, desapareció.

La duda se fue de golpe.

El beso llegó. Pero duró poco, porque Hades y Hefesto aparecieron de repente. Nos separamos, colorados hasta las orejas.

-Te dije que no era buena idea mandar a Afrodita para detener al enamorado este - espetó Hades.

Hefesto esbozó una sonrisa.

-¡Pero bueno, no nos miréis así! Vengo a daros una buena noticia.

-¿Ya puedo verla sin tener que escabullirme?

-Aún mejor: Isis y Hécate han tenido una idea para devolverle la divinidad.

-Semidivinidad - corrigió ella - No quiero ser una diosa.

-¿Estás segura?

-Completamente. ¿Qué tengo que hacer?

-Nada - Y mi padre le lanzó un humo blanco y dorado seguido de uno negro y azul. Cuando se disipó, llevaba la camiseta del Campamento Mestizo, los vaqueros y las Reebok. Igual que un año antes, cuando aún tenía poderes.

-¿Ya estoy igual que antes?

-Sí - dijeron al unísono.

-Vamos a comprobarlo.

Chasqueó los dedos y ambos dioses desaparecieron.

Me revolvió el pelo negro.

-¿Por dónde íbamos?

Esta vez el beso fue más como el primero: apasionado, pero desesperado.

Y duró una eternidad.

Y la pandilla semidina y Enrique nos fuimos de fiesta para celebrar la buena nueva.

Carter y Andy se hicieron novios.

David y Sadie también.

Y supongo que sería un poco desconsolador no decir que Elena y yo también.

Todo era perfecto.

Hasta que Nico sacó el tema a lucir.

-¿Dónde está Kathya?

Bueno, semidioses, mañana publico el último capítulo!! Han sido unos meses fantásticos, recibiendo visitas, votos y comentarios, demostrándome vuestro apoyo y quiero haceros una pregunta, aunque ya me imagino la respuesta de la mayoría:

¿Queréis una segunda parte de C.D.U.S? ;-)

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora