12. Jose Stone

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Encontré fuerzas para abrir los ojos y vi a las chicas y a Nico inclinados encima de mí. Ya era de día, pues también veía el sol.

-¿Cómo te sientes, Jose? - preguntó Elena, poniéndome una mano en la frente.

-Como si me hubiese partido la cabeza - dije yo, levantándome con ayuda de Andy.

Nico me tendió un poco de néctar y bebí despacio, paladeando su dulce sabor a galletas de chocolate líquidas. Al instante, me sentí mejor.

-¿Y ahora adónde iremos? - preguntó Andy - No podemos volver al campamento, pero tampoco a nuestra casa, porque pondríamos a nuestras madres en peligro...

-Aparte de que algunos no tenemos casa a la que volver - replicó Nico, cruzándose de brazos.

-Nos vamos a Brooklyn - dijo Elena, cogiendo la mochila.

-¿A Brooklyn? ¿Para qué? - pregunté yo, cogiendo también mi mochila y mi arco, imitado por Andy y Nico.

-Necesito ver a alguien - respondió ella, echando a andar.

Miré a Andy y ella se encogió de hombros.

-No sé qué le pasa, nunca la había visto así - replicó ella, echando a correr para alcanzarla.

Yo me quedé atrás con Nico en silencio. Sabía que los 3 nos hacíamos la misma pregunta: ¿Qué le pasaba a Elena?

Entonces, alcanzamos a las chicas. Elena miraba con satisfacción una auto caravana y Andy tenía un gesto de enfado en la cara. Estaban discutiendo.

-¡No, no y no!

-¡Venga, Andy! ¡Llegaríamos enseguida!

-¡No sé qué manía tienes con ir a Brooklyn, pero no vas a robar esta caravana!

-No es robar, es tomar prestado. Además, es importante. No puedo explicaros por qué, pero es muy importante.

-¡Si ni siquiera tienes las llaves! - intervino Nico.

-¡Ni falta que me hacen! Mi padre es Hefesto, ¿recuerdas?

Tocó con el dedo índice la cerradura y la puerta se abrió.

-¡Subid! Próxima parada: Brooklyn.

Tras unos instantes de duda, entramos en la auto caravana.

Aquello era enorme. De repente, la puerta se cerró y apareció un holograma a tamaño real de un robot blanco y verde con los ojos azules que habló con una voz femenina metálica.

-¡Bienvenidos! Soy Aya, la auto caravana inteligente para mestizos y magos. Por favor, no os mováis. Voy a registraros en el sistema.

Extendió un brazo y escaneó a Elena.

-Elena Kane, hija de Hefesto y María Kane.

Después, escaneó a Andy.

-Andrómeda Jackson, hija de Poseidón y Sally Jackson.

Más tarde, me escaneó a mí.

-Jose Stone, hijo de Apolo y Jade Stone.

Y por último, escaneó a Nico.

-Nico Di Angelo, hijo de Hades y María Di Angelo.

Entonces, el holograma se convirtió en un robot de verdad y nos sonrió.

-Según mi base de datos, sois los elegidos de la profecía. ¿Es eso cierto?

-¿No te parece un poco raro que, si es para mestizos y magos, funcione con tecnología en vez de con magia? - le susurré a Nico.

-Pues si te digo la verdad, sí. Pero mi instinto me dice que estaremos a salvo aquí.

-¿Es eso cierto? - insistió Aya.

-No estamos seguros, pero creemos que sí - dijo Nico, sonriendo.

-En ese caso, merecéis un trato especial.

Chasqueó los dedos y del suelo salieron 7 sillas y una mesa. Tomamos asiento y la mesa se puso sola.

-Esta lujosa auto caravana funciona con magia y con la más alta tecnología. Pedidle a los platos y a los vasos lo que queréis y se llenarán solos. Si necesitáis cualquier cosa, no dudéis en llamarme.

Tras 1 pizza barbacoa grande y un enorme helado de chocolate, no me cabía nada más. Cuando terminamos de cenar, la mesa y las sillas se hundieron en el suelo.

-Las habitaciones están en el pasillo, 3 en cada lado y una al fondo. Todas tienen baño propio y están insonorizadas. Espero que descanséis, porque mañana a mediodía estaremos en Brooklyn - dijo la voz de Aya.

-Elena, quédate tú con la del fondo - dijo Nico con picardía, guiñándole un ojo.

Cada uno nos metimos en una habitación y vimos con asombro que... estaban vacías.

-¡Aya! ¿Por qué no hay nada en nuestras habitaciones? - preguntó Andy.

-¡Vaya! Se me olvidó deciros que dierais una palmada antes de entrar en la habitación.

Obedecimos y cuando abrí la puerta, apareció la habitación de mis sueños. Muchos posters de Michael Jackson, las paredes azules, una cama doble, tele, consola y baño propios, estanterías y más estanterías llenas de videojuegos y muchas otras cosas geniales. Pero no probé nada, simplemente me tapé completamente con la sábana y cerré los ojos con fuerza.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora