18. Jose Stone

893 64 0
                                    

-Yo lo mato - repetía - ¡Es que lo mato!

-Lo tienes un poco crudo, Jose. Hades es el dios de los muertos.

Me senté junto a Andy y miré sus pupilas en blanco. Ciega. Hades la había dejado ciega.

Nico estaba en un rincón, mirando al suelo en silencio.

-Nico, no ha sido culpa tuya.

Él suspiró.

-Sí lo es, Elena. Debí sospechar que mi padre se había unido a ellos. Todo esto ha sido culpa mía.

-A ver, Nico, repite conmigo. No ha sido culpa mía.

-No ha sido culpa mía.

-Muy bien, muy bien. Preparaos. En 5 minutos llegaremos al campamento.

Ayudé a Andy a vestirse (sin mirar sus partes íntimas) y a bajar de la auto caravana.

-Gracias, Aya - dijo Andy - Te debemos una.

-No me debéis nada. Si alguna vez necesitáis ayuda dentro de Estados Unidos, podéis contar conmigo.

La caravana arrancó y unos segundos después, solo era un puntito a lo lejos.

-Vamos - dijo Elena - Tenemos que reparar un barco gigante.

Por suerte, el campamento no estaba en llamas. Pero sí estaba vacío. O casi.

Elena nos llevó a su cabaña, donde había un chico acostado con los ojos cerrados.

Estaba cubierto de escayola y tenía toda la cabeza envuelta en gasa, menos la cara, que estaba hinchada y magullada.

Le tocó el hombro y él abrió los ojos.

-¿Quién eres tú?

-Jake, soy yo.

-¿Elena? ¡Guau! ¿Cómo has hecho eso?

-Es un secreto. Pero sigo siendo yo.

-El Argo II está en el Búnker 9 - dijo - Te acompañaría, pero...

-Sí - contestó Elena - No te levantes.

El chico esbozó una sonrisa y acto seguido hizo una mueca como si le doliera mover la cabeza.

-¿Dónde están todos?

-Poco después de que desaparecierais, una extraña mujer llegó al campamento y les ordenó que os buscaran y os mataran. Por suerte, a mí no me vio.

Esta vez fue Elena la que sonrió.

-Bueno, debo dormir. Que tengáis suerte, chicos. Y cuidado con... ya sabéis... los campistas.

Salimos de la cabaña y nos adentramos en el bosque. Estuvimos mucho rato caminando entre los árboles, pero no vimos a nadie. Ni sátiros, ni campistas, ni ninfas del bosque.

El campamento estaba vacío de verdad.

-Oye, Elena.

-Di, Nico

-¿Crees que triunfaremos en nuestra misión?

-Sí - dijo ella con sencillez - Lo creo.

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora