3. Elena Kane

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Llegué a mi casa asustada, agotada, conmocionada y muchos otros "adas" Me comí los espaguetis rápidamente y me levanté de la mesa.

-Cariño, ¿te ocurre algo? - me preguntó mi madre, poniéndome una mano en el hombro.

-No, solo quiero aprovechar cada segundo del verano.

Me examinó la cara y sonrió.

-A ti te ha pasado algo.

-¿Qué? ¡No!

-Cariño, te conozco. Cuéntame. Y dime la verdad.

-No te lo creerás.

-Prueba a ver.

Le conté todo lo que había pasado. Cuando terminé, era mi madre la que tenía la cara del tipo ay-dios-me-ha-atacado-un-monstruo-horrible-y-casi-me-mata.

-No puede ser - murmuró - No puede ser.

-Te dije que no te lo creerías - dije yo, levantándome de nuevo.

-Cariño, necesito hablar contigo sobre 2 cosas.

-¿Cuáles? - pregunté yo, sentándome por segunda vez.

-Sobre tu padre... y sobre tus primos y tu tío.

-O sea... que me ataca un monstruo y tengo que ponerme a hablar contigo sobre 4 familiares, entre los que se incluye mi propio padre, que me han ignorado durante tantos años. Yo creo que no, mamá.

-Elena Kane, vuelve aquí ahora mismo - dijo mi madre, mientras me alejaba por el pasillo. De repente, me puse a flotar dentro de una especie de... silueta verde. Floté hasta la sala de estar, donde me esperaba mi madre con los ojos verdes y aterricé en una silla enfrente de ella. El verde de sus ojos desapareció.

-Cariño, tú no eres normal. Tu padre... es un dios griego.

-A ver, a ver, a ver. Tiempo muerto. ¿Qué mi padre es...?

Sin esperar a que siguiera, mi madre asintió.

-¿Y quién es?

-Tu favorito.

Aquella frase me cayó como un cubo de agua fría, pero respondí sin vacilar.

-Hefesto, dios de los herreros y del fuego.

-Y yo tampoco soy normal en muchos sentidos. Mi madre es Atenea, la diosa de la sabiduría. Tienes ¾ de sangre divina en tu cuerpo.

¿Qué de qué?

-Pero si tu madre es Atenea... ¿cómo has hecho lo de la silueta verde flotante?

-Esa pregunta nos lleva al segundo punto. Tus primos y tu tío.

No quería hacer nada, llegado aquel punto. Solo quería escuchar, escuchar disparates totalmente ciertos sobre mi familia.

-Tu tío y tus primos son... magos. Magos egipcios.

-¿Y tú también, verdad?

Ella asintió.

-Y tú también. Sigo la senda de Isis, la diosa de la magia. O al menos, seguía.

-¿Qué pasó? - pregunté yo, cada vez más nerviosa.

-Mi hermano descubrió que me había casado con un dios de otra cultura y me dio a escoger: o a ellos o a él y a ti.

-Y te quedaste con papá y conmigo.

-Sí. Tú tenías unos 3 años y no podía dejarte sola.

-¿Y cómo es posible que tú seas hija de Atenea y tío Amos no?

-Tu abuelo tuvo a Julius y a Amos y se separó de tu abuela. Después, se casó con Atenea y me tuvo a mí.

-¿Quién es Julius?

-Tu otro tío, que se convirtió en Osiris por accidente.

-O sea, si tengo ¾ de sangre divina griega y ¼ de sangre divina egipcia...

-Casi toda tu sangre es divina, solo un poco se "contagió" de sangre mortal. Eso impide que seas una diosa.

-Y lo que nos ha atacado, ¿qué era?

-Una de las Benévolas de Hades.

-Las Furias...

-Elena, los nombres tienen poder. No te refieras a los dioses y monstruos directamente.

-Vale.

-Y hay algo más... - dijo mi madre, sacándose una cajita del bolso.

Vale, si me salía con algo más increíble aún, echaba la pota.

¡Por Dios, que tengo 13 años!

-Los dioses te eligieron para un importante cargo: ser la Guardiana de la Magia. Y entre todos, hicieron esto.

Abrió la caja y me tendió una pulsera plateada con un amuleto plateado de forma circular colgando. El amuleto tenía un marco azul y dentro, mis iniciales con una bonita caligrafía en azul: E.K

-¿Para qué es? - dije yo, cogiéndola.

-Te dará los poderes de todos los dioses, griegos y egipcios. También puede transformarse en distintas armas. Tocas el amuleto y piensas en un arma.

Obedecí y la pulsera se convirtió en una preciosa espada de un metro con la empuñadura de cuero y el amuleto de la pulsera incrustado entre la hoja y la empuñadura. La hoja era de tres colores: dorada, marrón bronce y negra.

-Todas las armas estarán hechas de los 3 metales divinos: oro imperial, bronce celestial y hierro estigio. Solo puede matar monstruos, magos y semidioses, pero si tú lo deseas, también podrá matar mortales. Para cambiar de arma o volver a convertirla en una pulsera, simplemente toca el amuleto y pídelo.

La espada se encogió y tras volver a su forma original, se metió en mi muñeca.

-No podrás quitártela y se volverá invisible cuando no la utilices- me advirtió mi madre - Y si vas a decírselo a Andy, dile solo la parte de que tu padre es Hefesto.

-Vale. ¿Por qué?

-Porque la combinación de magias es muy poderosa... para bien y para mal.

-De acuerdo. Y tengo una pregunta más.

-Dime.

-Si la pulsera la hicieron entre todos los dioses (incluido Hades), ¿por qué me atacó la Benévola?

-No lo sé, pero estate alerta. ¿Vale? Eres la Guardiana más poderosa que ha existido jamás, Elena. Estoy orgullosa de ti.

Cuando vi el gesto de mi madre, me asaltó la duda.

-He sido una egoísta por mantenerla a mi lado... - murmuró - Deben de saberlo ya, así que tendrá que irse...

-¿A qué te refieres, mamá?

Mi madre no dijo nada y no hacía falta que dijera que no quería seguir hablando del tema, de modo que le mandé un WhatsApp a Andy: Nos vemos en el descampado en 10 min, OK?

CRÓNICAS DE UNA SEMIDIOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora