Anastasia mira a su madre con desdén, pero Carla no puede quitar la mirada de el hombre que está con ella en la habitación.
—¿Frank?— pregunta azorada Carla.
—Eh... Si...— balbucea pensando en las complicaciones que le puede acarrear.¡¡¡Pum!!!
—Mierda— exclama Franklin al ver a Carla desplomarse contra el suelo de la impresión.
—¡Levántala!— le ordena Ana preocupada por el buen golpe que se habrá dado.Con esfuerzo, Franklin la levanta por debajo de los brazos, Anastasia se levanta de la cama para que la tumben sobre ella y se apresura a valorarla.
—¿Se hizo daño?— pregunta Franklin preocupado.
—Ni idea...— Ana le responde mientras le toma la presión arterial y revisa su ritmo cardíaco—. Pero se dió un buen porrazo en la cabeza.
—Joder...— vuelve a exclamar Franklin.
—Si. Joder.Se aparta Franklin de la cama y mira hacia el exterior por la ventana.
Mierda... De todo lo que podría suceder si venía a Seattle, ¡esto es lo que me faltaba! Tendré problemas con el gobierno solo por hacerme el aparecido... Que mi esposa y mi hija confirmen que sigo vivo es la guinda del pastel.
Estoy jodido.
Reniega Franklin mientras trata de pensar en como resolver esto...
—Frank... Frank, no...
—Descansa, Carla— murmura Ana mientras le termina de limpiar con desinfectante de yodo la herida que se hizo Carla en la cien al caer desmayada.
—¿Estará bien?
—Supongo... Su presión arterial bajó un poco, y sus niveles de azúcar son bajos, además se ve que perdió peso y no ha dormido bien— explica Anastasia mientras devuelve a su sitio lo que tomó para revisar a su madre.Toma notas de la valoración en una hoja del cuaderno que utilizó para hacer los retratos y tras ver que su madre definitivamente necesita descanso, decide llamarle a una enfermera para reportar su ingreso.
—¿Hola?
—Hola. Soy Anastasia Steele, cama 503. Una de mis visitas se desmayó. Presenta hipotensión arterial, hipoglucemia leve y se presume que también debe descansar...
—Enseguida preparamos la otra cama de ésa habitación y mandaremos al doctor Bartley para que haga una valoración, gracias Ana, descansa...— la reconoce la enfermera y toma nota para comenzar a trabajar.
—De nada, Gynna— sonríe agradecida Ana al reconocer a una de sus compañeras.Dos minutos después entran dos enfermeras y el doctor Bartley para acomodar a Carla en la otra cama y registrarla, el doctor confirma la valoración inicial de Ana, y le manda hacer unos estudios en cuanto esté despierta.
Al quedarse de nuevo solos en la habitación Ana no puede contener una mirada de resentimiento a su progenitora.
—Mierda... no entiendo porqué se impresionó...
—¿Disculpa?
—Si... Hace meses me llamó y me pidió que le diera dinero, porque según ella tenía la sospecha de que estabas vivo y te buscaría.
—¿Ah, si? ¿Y luego?
—No le dí el dinero. Aún no trabajaba para Christian, pero lo poco o mucho que ganaba lo estaba ahorrando para reponer unos gastos que tuve que hacer.
—¿Qué gastos?
—Cuando Carla nos abandonó, se llevó muchas de las cosas de valor de Ray, se llevó la pensión que el estado le proporcionaba para las dos y una cuenta que Ray puso a su nombre con ahorros para los gastos de la casa. Nos tomó mucho reponernos de la resaca económica, que se agravó cuando comencé a estudiar enfermería y papá enfermó.
—Annie, lo siento...
—Da igual. En cuanto comencé a trabajar con Christian, mucho antes de tener una relación, él, en un voto de confianza pagó todas esas deudas.
—Vaya... Es un capullo generoso.
—Si, es muy generoso. Me ayudó a pagar las deudas que Ray adquirió para darme una excelente educación y la mejor vida que se permitió.
—Querías a Ray.
—Y lo sigo queriendo. Me dolió que me ocultara lo que sabía de ti, pero esa promesa la tenía que cumplir, y sean cuáles sean sus razones, no lo voy a cuestionar.
—Ray era un excelente compañero y amigo, y un mejor soldado. Su sentido de la lealtad era insuperable.
—Si, a ver si aprendes...
—Anastasia...
—¿Qué? ¿Me vas a reñir por qué te estoy reprochando? Estoy en mi derecho. Tanto tú, como ésa mujer que está en aquella cama me abandonaron por que les estorbaba en lo que sea que quisieran hacer de sus vidas. Y ese no sería un problema para mí ahora, de no ser porque ya tengo una vida hecha y he aprendido a lidiar con su ausencia, aparecen de la nada y pretendan que los reciba como héroes de guerra y con los brazos abiertos.
—Entiendo.
—Éso espero, porque lo que tú y Carla hicieron y pretenden seguir haciendo conmigo es una auténtica marranada. Pero ahora, que tú ya apareciste, y Carla confirmó que estás vivo, espero que vuelva a salir de mi vida, como lo hizo la vez anterior. Y en cuanto a tí, vuelve a Washington o New Jersey, de dónde sea que vengas, sigue fingiendo ser el director del FBI, Bruce Dickens y olvídate que existo, así como yo trataré de olvidar que tú irrumpiste en mi vida y trataste de amenazar a mi novio.
—¿Es eso lo que quieres?
—Si. Si no te importa... O aunque te importe.
—Vale, pero primero quiero darles a ti y a tu madre una explicación. Las dos la merecen.
—Cuando quieras...
—Nada más Carla despierte y estemos en otro sitio, más privado, tú, tu madre y yo tendremos una conversación.
—Estoy ansiosa.
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¿Amor a primera vista? TE VEO CON EL CORAZÓN
FanficFanfic FSOG Próximamente en conversión a original. Registro en SAFE CREATIVE 2004013519342