¿Amor a primera vista? TE VEO CON EL CORAZÓN

XXI

Elena trata de mantenerse tranquila en cuanto escucha un grito del otro lado de la línea y ve que Grace mira su celular como si éste le fuera a explicar de que se está perdiendo.

Teme que por lo menos los hermanos Grey sepan el secreto de Christian. Porque comparado con Jack, Christian es su ópera prima, su obra maestra, y no dejará que una insulsa y mojigata enfermera destruya algo que por derecho le pertenece. Porque Christian es suyo, o eso cree.

Al notar que Grace está asimilando con mucha facilidad y hasta gusto que Christian se coja a su enfermera y piensa en ese instante que existe alguien que tal vez sea un poco más fácil de manipular.

Tras terminar su té, se despide de Grace y decide ir a Grey House en cuanto Christian vuelva a su ático. Tal vez Carrick sea más receptivo.

Tras un día muy difícil en el que no sabe si va a lograr quitar de enmedio al improviso que es Anastasia y su relación con Christian, vuelve a su casa, con lo que no cuenta, es que la están esperando...

–¿Qué tal tu día, cariño... O mejor te digo “mascota”?– escucha Elena mientras atravesaba el salón de su casa para ir hacia su dormitorio.

Se gira y mira a Timber sentado en una silla del fondo de la estancia. Tiene en una mano un vaso de whisky y en la otra una fusta de cuero.

–Estuvo bien. ¿Debería darte una llave? Así por lo menos dejas de manipular a mi personal para entrar a mi casa como si fuera tuya– le responde con osadía porque lo último que necesitaba era ver de nuevo a Timber.
–Elena, ésta casa, lo que hay dentro– se pone de pie y señala con un dedo y clara prepotencia–, y tú... Todo esto, es mío, así que no te molestes en darme una llave, que ya tengo una.
–¿Que es lo que quieres?
–Recuperar lo que le regalaste a Christian. Quiero que tú y ese hijo de puta me devuelvan lo que es mío.
–Christian me devolvió el dinero, con intereses. Te lo puedo demostrar.
–¿Y tú, Elena? ¿También te devolvió a mí?– gruñe sin contener su furia
–Timber, lo nuestro no funcionaba...– trata de excusarse Elena con nerviosismo al verlo con la fusta en la mano y dispuesto a repetir lo que le hizo hacía unas semanas.
–¡¿Y eso te dió motivos para que te follaras al hijo de tu mejor amiga?! ¡¿Tu crees que a mí no me dolió saber que mientras yo trabajaba para dártelo todo tú te tirabas a un mocoso?!– le riñe furioso y le tira del cabello.
–Tim, por favor... Eso ya fue hace mucho...– murmura suplicando Elena al ver sus ojos furiosos.
–Yo te amaba, Elena. Por dios que daba la vida por ti, por que tuvieras todo lo que querías. Si me pedías la luna yo te la daba, pero tú acabaste con eso cuando miraste a ese bastardo.
–Tim...
–Quiero que tú y ese estúpido me paguen por los seis años que me vieron la cara de pendejo.
–No, Tim...
–Si, Elena. Veremos si con esa mierda del BDSM podemos ponernos a mano, además de que te encanta, ¿No es así?
–Por favor, Tim...
–No me llames así. Soy tu amo, y tú ahora y hasta que esté satisfecho serás mi puta, Elena.

Sostiene a Elena del cuello y presiona sus dedos hasta que Elena empieza a ponerse pálida. Ella está aterrada y puede ver el dolor y la furia que su traición le hicieron al trabajador y noble Timber, el hombre que alguna vez le dió todo.

En ese momento se dió cuenta realmente del daño que le hizo al hombre que sin importarle de dónde provenía y quién era, le dió su corazón y el mundo entero. Supo que hizo mal y que el mismo Timber se haría justicia.

Le arrancó la ropa y la hizo darse vuelta, le haría justo lo que leyó en un diario que le hacía a Christian, a Isaac, a muchos jóvenes, y vería que tan placentero resultó.

Elena gemia y trataba de no llorar, verse débil en su mundo era inaceptable y mientras trataba de buscar librarse de Timber, tendría que soportar y hacerle creer que él tenía el control.