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Grace por fin volvía del trabajo y se va rauda a buscar a Carrick, que estaba ya en su estudio bebiendo y mirando la tormenta que volvía junto al amanecer.

—¿No es muy temprano para beber, cariño?— le pregunta cariñosa su esposa que se acerca a su espalda y le da un beso.
—Oh, Grace...— suspira y ella de inmediato nota que estuvo llorando.
—¿Qué pasa?
—¡Ay mi vida!— jadea y se deja caer al suelo, tirando el vaso con whisky que sostenía en la mano.
—¿Carrick, qué pasa?
— Mis muchachos... Elena... ¡Ay Grace! ¿Cómo pudo pasar algo así? ¿Cómo pudimos permitir que pasara? ¿Qué clase de padres somos?— Se preguntaba Carrick mientras sentía que la culpa lo consumía.
— No te entiendo... ¿Que está pasando Carrick?— Pregunto Grace visiblemente asustada y preocupada, era obvio que no era nada bueno lo que sucedía.
— ¡Elena violó a nuestros hijos!

Ella, completamente en shock, y confundida se sienta en el suelo y le levanta la cara.

—¿Qué has dicho?
—¡Elena abusó de Jack, Elliot y Christian! Lo acabo de descubrir y no sé qué hacer...
— ¿Estás bromeando? Elena es nuestra amiga, es cierto que es rara, un poco fría y calculadora pero ¡¿Violar a nuestros hijos?! No... No es cierto ¡Dime qué es una maldita broma... ¡Dímelo, Carrick!— Gritó Grace desesperada.

Elena no podía haberle hecho algo tan cruel. ¡Por Dios! Durante años había Sido su amiga y confidente... ¿Que clase de mounstro había dejado entrar a su vida? No, no podía ser cierto.

—¡Y una mierda con ella! Elena ha abusado de muchos niños en Seattle, y a saber si también en todo el estado... Abusó del hijo de Eamon, y cuando investigaba sobre otros cargos descubrí que también abusó de nuestros muchachos— decía sin contener su llanto Carrick dejando a Grace absorta.
—No... Es un error...
—No, Grace, no. Elena escribía en un diario como abusó de cada chico que se atravesó en su camino... Lo vi todo... Fotos, diarios, recuerdos de cada uno de ellos. Fue madre de acogida de muchos chicos de Seattle, y ninguno se le escapó... ¡Nuestros hijos también! Todo lo documentó esa bruja como si fuera algo digno de recordar y esas pruebas las tuve en las manos.
—¡Mientes!
—¡Qué más quisiera yo, pero es la verdad!
Metimos el mal a nuestra casa y ahora puedo entender porqué nuestros hijos se alejaban de nosotros.
—¡No puede ser!— exclama Grace hecha pedazos al comprender las palabras de su esposo, que no paraba de llorar.

Se derrumba junto a él y juntos lloran la pena y la culpa que sienten al haber confiado en Elena Lincoln.

[...]

Grace dejó a Carrick en casa, estaba física y mentalmente devastado. Pero, acompañada de los escoltas de su esposo, y los de ella fue al prescinto de policía. Deseaba con todas sus fuerzas que fuera mentira lo que Carrick le acababa de confesar.

Nada más llegar, pide permiso para visitar a Elena en la celda. Acompañada de sus escoltas es guiada por un guardia hasta donde Elena, en un terrible estado está tumbada en una cama desvaida y escribiendo en un cuaderno.

—¿Estás cómoda?— le habla de pronto Grace a Elena, que sorprendida deja caer el cuaderno al suelo.
—¡Oh, Grace!— exclama sorprendida Elena— ¡Gracias a Dios que vienes! Carrick renunció a ser mi abogado, contaba con él... Ayúdame, amiga, sin él, iré a prisión— suplica Elena al ver qué Grace no se acerca a los barrotes y mira hacia donde cayó el cuaderno.

Si, estaba leyendo todo lo que Elena escribía, y aunque no narraba nada que delatara su conducta, lo que escribía no era del todo agradable de leer.

—¿Mi esposo es un cobarde porque te dejó hundirte entre mierda?— le replica Grace ignorando su ruego.
—Oh... Querida, lamento mis palabras, pero en mi lugar estuvieras igual de desesperada que yo— responde Elena como si eso fuera motivo para justificar su actitud.
—Ah, supongo que es horrible.
—Indignante... ¡Mira éste lugar! Es repugnante. Este es sitio para delincuentes, escoria, no para una dama.
—Si... Una dama...
—¡Grace, dime qué hablarás con Carrick! Es el mejor abogado defensor del estado, sin él, seguramente iré a prisión.

¿Amor a primera vista? TE VEO CON EL CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora