C.31 NUNCA DEBIERON TOCAR A MIS PADRES

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Anhya Montalbán...

La puerta del cuarto se abrió, la luz del amanecer me cegó por unos instantes.

-La princesa despertó - la voz la reconocí de inmediato, Melissa. - Bienvenida a tu nuevo palacio. – Burlarse la hacía sentir bien, no era novedad. - Hay alguien que muere por verte alteza.

Anhelaba no estar atada y arrancarle las extensiones del cabello una por una.

- ¿Me recuerdas Anhya? – Apareció mi pesadilla, Jonathan Ontiveros. Intenté controlar mi respiración tanto como fue posible, sin embargo, mi subconsciente me traicionó. - Veo que sí. ¿Cómo está Richard?

Por primera vez en mucho tiempo sentí un miedo terrible, estaba a expensas de un hombre que mi abuelo había enviado a la cárcel. Melissa tiró de mi cabello con fuerza, me hizo levantar e hincar frente a su hermano.

- ¡Te advertí que no siempre te saldrías con la tuya!

- Déjala Mel no es momento de divertirse - hizo un gesto de fastidio. - ¿Qué tan cierto es que no recuerdas lo que te mostré aquella vez?

Lo miré a los ojos, parte de mi mente había bloqueado recuerdos, por más que intentaba revivirlos no podía. Intente hablar, me ahogaba con mi saliva.

- Quítale la mordaza, no hay que ser maleducados con nuestra invitada.

Haló sin consideración hasta quitarla.

- ¿Por qué estoy aquí? – Necesitaba tener idea de mi destino, que tanto me dejarían con vida.

- Estoy cumpliendo la promesa que le hice a tu querido abuelo.

- ¿Qué es lo que quieres? - acercó su rostro y sonrió perversamente.

- Asesinarte frente a los ojos de Richard Montalbán – sentí palidecer. - Sin embargo, eso sería tan fácil y no sufriría lo suficiente, tengo un mejor plan. Haré lo mismo que él hizo conmigo, te hundiré en el maldito infierno y recordarás cada minuto de tu vida que fui yo quien te dejó ahí.

- Mátame ahora que puedes, porque si tengo la más mínima oportunidad, no vivirás.

Caí ante el fuerte impacto que estampo mi rostro. Fui tomada nuevamente del cabello y vuelta a colocar en la misma posición.

- ¿Tienes con eso o te repito la dosis? – si mis ojos pudieran destellar fuego, hubiera carbonizado a Melissa.

- Eres como Montalbán, un maldito demonio cubierto de decencia. – Hizo una sonrisa de lado. – Vamos a recordar juntos Anhya, resucitaremos el odio que me tienes.

Ambos salieron, sus risas siniestras retumbaban en mis oídos. La oscuridad volvió a ese cuarto frío, pensaba la manera de salir, sino lo lograba mi futuro sería una pesadilla. Logre sentarme, por lo menos ya no tenía la mordaza.

Ni idea de cuánto tiempo pasó, la puerta volvió a abrirse. Entraron dos sujetos, colocaron una botella de agua y un emparedado en el suelo, dejaron caer ropa oscura de mujer. Me levantaron para nada amables y me desataron las manos.

- Come - levanté la mirada y negué. - Necesitaras fuerzas para aguantar lo que viene - me acercaron la comida, una arcada y casi devuelvo el estómago. Respiré profundo, el olor nauseabundo de este sitio apenas lo toleraba. - Entonces cámbiate.

Empuñé la ropa con la esperanza que me dejaran sola.

- No nos iremos hasta que te vistas con eso.

Desaté la cuerda que aprisionaba mis pies y me levanté totalmente adolorida sin mostrarlo. No me quedó de otra más que deslizar la cremallera bajo su mirada, agradecí deshacerme del incomodo vestido y sustituirlo por una remera y un pantalón de chándal. Se acercaron intentando volver a atarme.

BELLUCCI, REENCARNACIÓN ITALIANA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora