C.39 PLAN DE VIDA

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Gianni Bellucci...

Desde que regrese a Como, Rinaldi y Paolo querían mi cabeza. Alessandro aumentaba mi seguridad cada vez que ponía un pie fuera de la mansión. La situación se salió de control cuando al reunirnos fui el primer Bellucci en llegar. Con los ánimos caldeados, y aprovechando que estaba solo, Paolo quiso atacarme. Ambos sacamos las armas al mismo tiempo.

- ¡Tu mataste a mi hermana! – gritó. – Vida por vida Fabrizio.

El ruido de un seguro desactivarse me hizo mirar de soslayo. Marco Castelo apuntó directo a Rinaldi. El ambiente se puso tenso, mis guardaespaldas y los de ellos sacaron sus escuadras. Si alguno disparaba, yo quedaba en el fuego cruzado.

- Baja el arma o en este momento te quedas huérfano – amenazó Marco. – Jimena tocó a uno de los mafiosos más sanguinarios. Si hoy está muerta no es en Italia donde debes buscar.

- ¿Hablas de Montalbán? ¿Fue él? – Castelo negó cuando vio mi intención de responder.

- Fue él. La mafia italiana se caracteriza por reglas incluso para nuestros descendientes que no están en el negocio. Jimena ignoró cada una de ellas no midiendo las consecuencias. Pensó que podía salirse con la suya y no habría repercusiones, ya vieron que no es así.

Entonces escuche pasos y una voz grave resonar, era Alessandro. No ocultaba su enojo, y creo que estaba dispuesto a darle fin a este tema. Empuño su arma y la dirigió a Paolo. No obstante, la advertencia no iba para él.

- Señor Rinaldi, por ley Montalbán y usted están a mano. Tiene dos opciones, puede seguir con su vida y olvidar el tema, o cobrar venganza contra alguien que lo va a superar. Si su respuesta es la primera, olvidaremos lo que aquí acaba de pasar, pero si elige arriesgarse no lo voy a detener, lo que, si haré, será poner en balanza las repercusiones de su necedad, basado en la experiencia del pasado. La mafia italiana erradica sus problemas de raíz y creo que en este aspecto estamos de acuerdo. – Cada líder asintió. Literalmente le puso la soga al cuello, de seguir, todos los Rinaldi serían perseguidos por las mismas familias. - Vaya a casa y descanse, y en cuanto a ti – miró a Paolo. – Te quiero en Estambul mañana mismo.

Al término de la reunión Marco Castelo vino a mí.

- Mi deuda con Montalbán esta saldada y tu secreto se va conmigo a la tumba – hazle llegar mi mensaje.

Un día después, me despedía de Italia, mi plan de vida ya estaba en marcha. Estaba seguro del rumbo que quería, y mi familia lo entendió.

(...)

Llegué a San Sebastián, habían pasado unas cuantas semanas y mi hijo estaba irreconocible, había ganado bastante peso e incluso había crecido. Maggie estaba preparando mi comida favorita.

Anhya llegó con Richard cuando la mesa estaba puesta.

- ¿Ya viste como me quiere tu nana? Deberías aprender de ella.

- Ya dile que sí – sugirió Maggie.

- ¿Ves? Ella sabe que te convengo.

- Hasta Frank – las entrañas se me retorcieron.

- ¿Frank? ¿Cuándo hablaste con él? ¿Sigue buscándote?

- Muchas preguntas Gianni, solo responderé una, escoge. – Maldito karma, utilizaba mí mismo método, recordando mis mismas palabras.

- ¿Cuándo hablaste con él?

- Hace un par de días.

- ¿Por qué te habla?

- Dije que solo respondería una pregunta y ya son dos.

- No juegues Anhya - pasó por un lado huyendo. Le entregué el niño a Richard y fui tras ella. Aceleró el pasó y empezó a reír. La levanté sobre el hombro antes que se encerrara.

BELLUCCI, REENCARNACIÓN ITALIANA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora