C.23 ERES MÍO

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Gianni Bellucci...

Ahora que era mi novia estaba dispuesto a todo por lograr tener un futuro juntos y casarnos. Era la mujer con la que quería compartir todo de mi vida y no dejaría que nadie se interpusiera, desde Hayes hasta mi madre. Y ese era un tema aparte, mi madre y su obsesión de casarme con Jimena.

Me detuve cerca de la cama, me separé ligeramente de ella. La observé de pies a cabeza, era tan real que me daba pavor perderla. Deslicé el tirante de la blusa, la suavidad de su piel me enloquecía. Su aliento tan cerca de mí me hizo aprisionarla en mis brazos y darle un beso profundo.

Anhya dejó de ser un fantasma de fantasía, un sueño vacío que vivía en mi mente. Poder tocarla, sentirla, vivirla, me daba plena seguridad que mi corazón nunca se equivocó, la esperó hasta encontrarla. Cuan verdadera era mi maldición, estaba enamorado y sería para siempre. Tenía claro que nunca habría nadie más, arriesgaría mi propia existencia para tenerla conmigo.

 Tenía claro que nunca habría nadie más, arriesgaría mi propia existencia para tenerla conmigo

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Hacerle el amor era eso, demostrarle que la amaba sabe dios desde cuándo. Cada caricia, cada rose, cada beso, no solo era por deseo, venía del alma, un alma que probablemente era vieja, de otro tiempo, donde no pudimos continuar nuestra historia.

- Eres mío Gianluca Bellucci. - la escuché decir y una sonrisa surco mis labios

- Y tu mía Anhya Montalbán - me vio a los ojos buscando algo.

- Dilo.

- Soy tuyo muñeca, totalmente tuyo - respondí convencido.

- Mío, con todo y la marca Bellucci de tu espalda - aseguró posesivamente. - Nunca lo olvides, solo mío. - Desconocía en ella el sentido de posesividad, pero eso me prendió mucho más.

Podía estar así toda la noche y no me cansaría. Acomodó su cabeza en mi pecho y la abracé para pegarla a mí. Nos quedamos un rato sin hablar, tratando de controlar nuestras respiraciones. Analizaba la idea de hablarle de mi madre. No quería un problema cuando apenas empezábamos, tenía que hacerlo, aunque parte de mi se resistía.

- ¿En qué piensas?

- Hay algo que me gustaría decir, solo que no sé cómo lo vayas a tomar - su mirada busco la mía.

- ¿Eres casado? – su rostro adquirió desconcierto. Rápidamente se sentó sobre la cama.

- No – contesté tajante.

- Habla Luca, solo me causas suspenso. - La atraje y la senté a mi lado.

- Se trata de mi madre - sus dedos se movían a velocidad golpeando ligeramente mi hombro, señal que se estaba desesperando.

- ¿Qué hay con ella?

- Tiene la loca idea de emparejarme con una chica que conoce desde que nació. - Se levantó y la halé nuevamente. - Espera, quédate quieta, déjame acabar.

BELLUCCI, REENCARNACIÓN ITALIANA (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora