Gianni Bellucci...
Otro día igual, Oscar fastidió temprano, hizo el depósito de las ganancias que me correspondían, maldito contraste, mi inversión se había duplicado y seguiría generando más. Le pregunté por ella, dijo que no sabía. Tenía que olvidarla, recordarla me hacía mal. Tomé otra botella, que más daba un trago más.
- ¿Qui - quién?
- Soy yo, Vladimir - el imbécil se había largado sin mi autorización, a saber, dónde se había metido.
- Ya no tra-bajas para mí, lárga-te, no qui quiero ver a nadie - se atrevió a entrar como la hacía mi sobrina, la que por cierto estaba enojada conmigo. Tomé la pistola, pero de un movimiento me la quitó, estaba perdiendo mi estilo.
- Mírate, otra vez borracho. Te darás un baño porque te necesitan sobrio, Luciano y Alessandro te esperan en el despacho.
- Pa-ra lo que me im-portan esos dos.
Quise recostarme, pero el muy infeliz me sometió y me llevo a la regadera.
- ¡Maldito!, está muy fría – en cuanto estuviera en mis cinco sentidos lo mataría.
- Tienes que estar cien por ciento bien.
Una hora después entre al despacho, el idiota de Vladimir me hizo tomar un litro de café. Las caras de mis hermanos eran serias, creo que estaba en problemas.
- Siéntate - dijo Alessandro. - Te mostraremos un video y no te levantarás de esa silla hasta que termine. Si te atreves a desobedecer, te daré una paliza. - Por la cara que tenía si lo creía.
Luciano encendió el monitor y observé. Segundos después apareció André y Anhya, tomaron asiento en una mesa. Intenté levantarme, pero Alessandro me soltó el primer derechazo. Tenía la mano pesada, por poco me quebraba la quijada.
- Te dije que hasta que termine, en el próximo te tumbo los dientes. – No hice más que sobarme, todos estaban de acuerdo en no dejarme ir, así que me quede en mi lugar.
Luciano volvió a reproducir, la toma cambió y entonces vi que estaban con Jimena. Minutos después Anhya perdió la conciencia y André también. Mi respiración se hizo rápida cuando entre varios meseros los cargaron, fueron hasta el piso tres. La angustia empezó a embargarme, si me había equivocado no iba a perdonarme. La cámara enfocó la habitación 507, quince minutos después Jimena entró al cuarto de enfrente.
Minutos más tarde Vladimir y yo llegamos. Voltee a ver a mi amigo.
- Te lo dije. – En estos momentos no podía sentirme peor.
El video mostró mi salida, luego se adelantó, André y Anhya caminaban por el pasillo, ella se sostenía de la pared por instantes. Entraron al elevador, otra cámara los captó en el lobby. Anhya andaba cada vez más lento, mi corazón se hizo pequeño.
- ¿Qué le pasa? - pregunté a Vladimir.
- Mira el video, lo sabrás – dijo.
No quería seguir viendo, estaba en una maldita pesadilla. André gritaba por ayuda, pero ella ya no se movía, otro hombre apareció y comenzó a examinarla.
- Hay no, por favor, no – supliqué. – Mis manos me sostenían la frente en un intento por no llorar.
Ese samaritano empezó el trabajo de resucitación. El video avanzó mostrando a los paramédicos, sus expresiones lo decían todo, seguían reanimándola y luego simplemente se la llevaron. No supe en qué momento las lágrimas salieron de mis ojos.
- ¿Y bien imbécil? – Merecía cada insulto. - ¿Aun así no la buscaras? – obviamente iba a hacerlo. - Ten, revísalo - me entregó un papel.
El membrete era del Hospital donde trabajaba Gibran, era un análisis que le hicieron a André.
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BELLUCCI, REENCARNACIÓN ITALIANA (LIBRO 1)
RomanceUn alma regresa de la muerte en busca del amor que perdió.... Es el caso de Gianni Bellucci. Dicen que es la reencarnación de un hombre que fallecio más de 40 años atrás. Todo parece ser un presagio de lo que se avecina, y la historia se afianza cu...