CAPÍTULO 36

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Al estar fuera del aeropuerto pedí un taxi para que nos llevara al hotel, se suponía que Daniel estaría esperándonos en el aeropuerto, pero tuvo unos problemas a última hora con el monoplaza y tuvo que irse al autódromo antes de que nuestro vuelo llegara. 

Pasé de forma rápida a recepción solamente para recoger las llaves de la habitación donde nos quedaríamos. Daniel había insistido durante este tiempo que podíamos quedarnos en su habitación, pero yo insistí en que sería mejor que Yaxkin y yo nos quedáramos en otra. Quería que él estuviera lo más descansado posible para la carrera del domingo.

La última de la temporada.

Poniéndome a pensar en todo lo que había ocurrido estos meses junto a él, ha sido un idiota, eso lo sé muy bien pues he sido testigo de que no puede controlar su lengua cuando sabe que no puede controlar la situación, nos hemos vuelto más cercanos y, sin lugar a dudas, siento algo fuerte por él.

Esto último ha hecho que dude sobre si seguir el contrato o anularlo. También lo he hablado con Gibson, pero él ha dicho que debo pensarlo muy bien, además de que debo de estar segura sobre los sentimientos de Daniel hacia mí. Más que nada, saber si tiene. Debo pensar con la cabeza fría antes de dar mi siguiente paso, no puedo utilizar el corazón al actuar, al menos no sino quiero alejarme de Daniel. El que tengamos el contrato al menos asegura que tenemos algo, un algo ante las demás personas, pero algo, al fin y al cabo.

—Xar, ¿ya nos vamos? Quiero molestar a Ricciardo lo más pronto posible —solté una pequeña risa ante sus palabras, había dejado de estudiarnos con la mirada cada que nos veía a Daniel y a mí juntos, como si hubiera obtenido la respuesta que esperaba, nunca pregunté y no lo haré. Sé que me dirá la razón de esas miradas cuando él guste, no lo forzaré a que me diga una mentira.

—Sólo subo esto y nos vamos, ve tomando tus cosas, ¿sí? —tras decir aquello volví mi vista a la computadora y seguí escribiendo en esta antes de terminar de cargar las cosas a la página.

Guardé mis cosas en mi bolsa y terminé de acomodar las maletas antes de poder escuchar el sonido de la puerta siendo abierta seguida de la risa de Daniel, la cual logró que lo mirara con sorpresa, aunque no tardó en aclarar mis dudas.

—Le pedí el favor a Max —sonreí ladinamente al escuchar eso, carajo, quería pensar que no era lo que alguien haría con normalidad, al menos no un piloto, quería pensar que sólo lo hacía por nosotros—, dijo que él se encargaría de probarlo, pero que yo debería ser responsable si alguien debe recibir un regaño.

—Cristian y tu ingeniero de pista no van a estar muy contentos con que te hayas ido —como si hubiera recordado algo, miré a Yaxkin e hice una mueca discreta al ver que miraba a Daniel con curiosidad, analizando sus palabras a pesar de su edad.

—Cristian y mi ingeniero no son tan lindos como la razón por la que me fui.

—Ricciardo, ¿acaso estás diciendo que yo soy lindo? Porque, digo, sé que lo soy, pero está mal que me veas con esos ojos —negué con diversión antes de tomar mis cosas para luego tomar la mano de Yaxkin, tirando con suavidad de esta para salir de la habitación.

—Yaxkin, el día en que sepa de donde sacas tus ocurrencias estoy segura de que ese día voy a tener una plática muy sería con Alexandre —mientras caminábamos hacia el ascensor Daniel nos seguía de cerca con su sonrisa de siempre, atento a lo que decíamos.

—¿Alexandre no es el niño que está enamorado de Alegra? —solté un bufido al escuchar su pregunta y lo miré mal.

—Exacto, es el niño que quedó con el corazón roto al enterrarse que mi hermana y tú están saliendo.

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Escuche lo que le decían a Daniel por los cascos antes de mirar hacia los lados, mañana sería finalmente la última carrera de la temporada y, sin duda alguna, aún no se sentía ese ambiente. Todo se siente como si fuera una carrera más, no se siente siquiera el aire nostálgico que creí que habría. Aunque sí se notan ciertas preferencias hacia el piloto que seguiría en la escudería el siguiente año. 

Sólo esperaba que el tejón no lo resintiera demasiado.

Al ver que un monoplaza de la escudería se acercaba miré hacia el sillón de Daniel, donde estaba Yaxkin mirando las pantallas con emoción y pendiente de cada toma que se mostraba, poco faltaba para que saliera corriendo al muro para poder ver mejor qué hacían, aunque no dudaba en que mañana estaría peor, comenzaba a creer que debería de ver una forma de entretenerlo mientras tanto.

De forma inevitable, y sin que tuviera algo que ver, me perdí momentáneamente mientras imaginaba una situación donde Daniel y yo estuviéramos en una relación verdadera. Sabía que a lo largo de todo este tiempo que llevamos de conocernos él había logrado pasar mis espinas, ahora me sentía tan egoísta como para dejar pasar cualquier oportunidad para tener algo.

¿Eso estaba mal?

Quizá, pero creo estar tan perdida por este tonto tejón de carácter volátil como para dejarle pasar algunas cosas. Sabía que estaba mal hacerme de la vista ancha pero no me importaba, quería estar en la etapa de luna de miel que las relaciones tienen, luego me podría preocupar.

 —Alegra —centré mi vista en el dueño de esa voz y solté un pequeño bufido.

—¿No deberías estar en el monoplaza, tejón? —sólo pude rodar los ojos al escuchar su hermosa risa, me tenía demasiado mal.

—La Qually 3 ya terminó, conejita —se inclinó un poco hacia mí mientras yo lo miraba con una mueca—. Me gusta que me digas así, deberías hacerlo más seguido en español que en francés o inglés, por cierto... lindo puchero —esto último lo susurro, logrando que mis mejillas se pusieran rojas y, como acto reflejo, ocultara mi rostro en su pecho.

—¿Obtuviste un buen lugar? —una vez que estuve segura de que el color rojo se había ido de mis mejillas me separé un poco para poder verlo a los ojos.

—Tu tejón favorito saldrá quinto... por delante de Max —solté una baja risa ante sus palabras y negué con diversión antes de tomar su mano, entrelazando nuestros dedos, para luego caminar hacia Yaxkin.

—Por cierto, ¿acaso insinúas que tengo otro tejón escondido por ahí? Porque si es así creo que por allí ha de andar cierto australiano —le mostré mi lengua antes de reír mientras seguía caminando, soltándolo al momento en que llegué a mi hermano.

—Juro que estaba a nada de irme, casi vomito al verlos tan empalagosos ahí mismo, pero creo que las cámaras los captaron —ante su comentario arqueé una ceja, no era tanto por las palabras, sino por la mirada que nos dio antes de sonreír de forma ladina; pero me relajé al escuchar la risa de Daniel.

Novia Por Contrato | Daniel RicciardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora