Actualmente tengo casi once horas trabajando, ayudando un poco en la cocina y otro poco atendiendo clientes y limpiando mesas. Personalmente prefiero estar metida en la cocina pues así me evito lidiar con clientes gruñones y groseros, aun así, debía de salir a atender a algunos pues en estos momentos el restaurante donde trabajo, uno que no es de los mejores ni de los peores, está algo corto de personal. Eso se debe al hijastro del antiguo dueño, quien falleció hace un par de meses, quien quedó a cargo del lugar y se la pasa haciendo recortes cada que puede.
—Bienvenido a Azzurra Kitchen, ¿ya sabe lo que va a ordenar?
Esa oración me la sabia al derecho y al revés, llevaba años trabajando aquí y, muy a mi pesar, no encontraba nada mejor, eso y que no tenía todo el tiempo entre el trabajo, mi hermano y mis estudios. Miré al cliente con una pequeña sonrisa y él me la devolvió, fue cuando me permití verlo, porque no había pedido aún, era mayor que yo sin duda alguna, pero eso no quitaba que fuera alguien en quien querías confiar de solo verlo, su rostro se me hacía familiar... Había venido veces anteriores al restaurante, siempre variando sus pedidos, pero permaneciendo aquí.
—Señorita...
—Alegra Fiore —el señor asintió, ¡había dado justo en el clavo! Lo entendía, no era su culpa que el princeso tacaño del jefe no quisiera invertir para comprar placas nuevas al personal.
—Señorita, si no es mucha indiscreción, ¿está contenta con su trabajo?
Su pregunta me dejó ida un momento, nadie me había preguntado eso y había una razón, las personas que eran cercanas a mí sabían que trabajaba para mantenernos a mí y a mi hermano menor, de quien ahora soy guardiana. ¿Estaba contenta con mi empleo? No, verdaderamente no lo estoy, me gustaría pasar más tiempo con mi hermano y no dentro de este lugar.
—Yo... —aún no estaba muy segura de sí era de fiar este señor, nadie me decía que no era un truco de Christian Garrett, mi nuevo jefe, para buscar una razón de despedirme. No estaba en condiciones para perder mi trabajo.
—No hace falta que responda verbalmente, sus facciones ya lo hicieron. ¿A qué hora es su descanso?
¿A este que mosca le picó? Sus preguntas no tenían nada que ver con algo que se encontrara en el menú. Aun así, dejándome llevar por mi desconfiado instinto, miré el reloj que estaba sobre la cocina, dos horas... dos horas y podría salir del trabajo para ir a casa.
—Dentro de dos horas, ¿a qué se deben sus preguntas? —a la vez que pregunté e hice como si estuviera escribiendo en el blog que teníamos para anotar las ordenes, no quería tener problemas por hablar con un cliente.
—Dentro de dos horas vuelva a hacerme la pregunta y gustoso la responderé, lo prometo —alzó la mano derecha a modo de promesa y yo solo asentí de mala gana, era alguien muy curiosa y lo que dijo no ayudó —. ¿Puede traerme algo sencillo, lo dejo a su elección?
Asentí y di media vuelta antes de caminar en dirección de las cocinas a la vez que anotaba el pedido, algo sencillo como pidió, una vez en estas entre para ya no tener que verlo, sabía que podía ser una farsa y prefería no ver cuando se marchara del lugar, además de que creía que eso le sumaría emoción.
El resto de mi jornada me mantuve en la cocina, limpiando los trastos que salían y ayudando un poco a emplatar. Aquí la mayoría hacíamos de comodines, al principio a el chef principal les molestó, aunque finalmente terminaron por aceptarlo y ahora no se oponen a que algunos los ayudemos, pero somos selectos los que los ayudamos.
Dos horas después estaba saliendo de los vestidores ya cambiada, el uniforme consistía en un pantalón de vestir negro, camisa manga larga blanca con cortaba negra, listón en el caso de las mujeres, un chaleco rojo vino y zapatos negros. Salí por la puerta de servicio, me debatí si regresar o no, no sabía si el señor seguía ahí, pero me carcomía la curiosidad por saberlo, soltando un resoplido rodeé el restaurante y entré a este, viendo al señor.
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Novia Por Contrato | Daniel Ricciardo
Fanfiction"... creo que también debemos de mencionar la falta de sentar cabeza que tiene el australiano, y es que ya no está tan joven como cuando entró al mundo de las carreras... no le vendría mal sentar cabeza con alguien, ni decir nombres porque no tiene...