CAPÍTULO 30

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Me removí un poco entre las sábanas de la cama, estaba algo cómoda si dejaba de lado el dolor que tenía, además de que una peste persistente no ayudaba demasiado.

Un momento, ¿cama?

Abrí los ojos de golpe al mismo tiempo en el que me sentaba sobre la cama, mala idea, tuve que volver a cerrar los ojos y recostarme ante el dolor corporal que tenía y la ceguera momentánea a causa del golpe de luz que había recibido. Una vez que mis ojos pudieron acostumbrarse a la luz que entraba miré a los costados, notando al momento que no estaba en la casa de mis abuelos, tragué con fuerza y seguí recorriendo el lugar con la mirada hasta dar con la silueta de Daniel acostada en un sillón que había, además de que tenía la boca abierta pues su nariz estaba tapada, lo que me hizo recordar el mal aroma que había.

Aún sentada miré a los lados queriendo buscar una razón para la peste, aunque no tuve que ir muy lejos pues estaba en las puntas de mi cabello, me levanté con sumo cuidado de la cama, tomando una almohada, antes de ir hacia donde estaba Ricciardo para darle un pequeño almohadazo, lo cual fue suficiente para que se removiera en su lugar.

—¿Qué le pasó a mi ropa? ¿Hay ropa para mí? —la única respuesta que tuve de su parte fue su dedo señalando hacia una maleta. Dejé la almohada sobre su cuerpo antes de caminar hacia la maleta para hurgar lo que había ahí, hice una pequeña mueca al ver la ropa que había y mejor me metí a bañar.

Tras salir de bañarme me vestí y miré con curiosidad a Daniel, que estaba en una, a mi parecer, calurosa llamada. Había momentos en los que gritaba y al momento se disculpaba antes de volver a gritar, lo que me causaba gracias. Cuando terminó la llamada él tomó asiento donde había dormido, por lo que no dude en sentarme junto a él.

—Si yo no fuera tu novia creo que ya estaría un poco celosa por esa llamada —sonreí ladinamente mientras lo miraba.

—Es tu hermano, piensa que... te hice algo por haber dormido en la misma habitación, creo que es peor que una novia. Cuando regresemos a la casa, ¿puedes aclararle que dormimos separados? En verdad no podría haber dormido contigo —al escuchar sus palabras recordé el papel que él mismo había hecho, donde decía que no me tocaría sin mi consentimiento o haría algo que pudiera llegar a perjudicarme; por lo que ensanché mi sonrisa —, ayer vomitaste y no olías muy bien que digamos.

Al escuchar eso lleve una mano a su cabello y tiré de este con suavidad, estaba siendo un agradable momento, desde mi punto de vista, como para que él viniera y lo arruinara con sus estúpidos comentarios. Su quejido exagerado no se hizo esperar lo que me provocó un fuerte dolor de cabeza.

—¿Podemos ir a una farmacia? Necesito una aspirina —no quería darle importancia al hecho de que mi cabeza me estaba dando vueltas, pero ese chillido había regresado el dolor de cabeza. No debería de haber bebido como lo hice.

Al tener ese pensamiento en mente algo cruzó por mi mente, lo que hice que un pequeño rubor se instalara en mis mejillas, cosa que no pasó desapercibida para el tejón.

—Tienes un poco de fiebre, mejor hay que apurarnos. Quizá nos esperen para desayunar —él, a diferencia de mí, se veía más fresco que ayer por la tarde.

¿Qué diablos sucedió mientras estaba ebria?

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Mientras él se encargaba de dejar la ropa vomitada en una lavandería que habíamos encontrado en el camino a casa de mis abuelos yo me puse a observar mejor el lugar, ayer no lo había podido hacer por el hecho de que estaba más interesada en encontrar la casa de mis abuelos. Mientras estaba más absorta en mirar la calle donde estábamos alguien chocó contra mí, al mirar a la persona pude reconocerla a la perfección, habían sido pocas las veces que en verdad habíamos cruzado palabras, y eso cuando yo estaba cerca de algún piloto antes de irme para que pudiera entrevistarlo con comodidad. Era muy buena en su trabajo, aunque igual corrían ciertos rumores de su relación, algo irónico tomando en cuenta que ella era de la prensa rosa: Aleah Parker.

—En verdad disculpa, no estaba viendo por dónde iba —tenía la vista baja, pero, cuando por fin la elevó, quizá me reconoció.

—No tienes que disculparte, no es como si yo hubiera estado muy atenta —reí suavemente, mirando su rostro y notando al momento algunos moretones mal cubiertos que tenía en sus pómulos.

—¿Tú eres... la novia de Daniel Ricciardo? —sonreí levemente, agradecida de que haya roto el silencio, y asentí— Yo... bueno, no sé si me permitirían hacerles una breve entrevista, sé que están aquí por... -antes de que siguiera hablando la corté.

—Con mucho gusto, aunque Dan está... dejando unas cosas, volverá en un momento -no quería que nadie se enterara de que había llenado nuestra ropa con vómito.

—Contigo es suficiente, si tú estás de acuerdo puedo hacerte la entrevista a ti —tragué con fuerza al escuchar aquello y sentí como el dolor de cabeza regresaba, siempre huía cuando llegaban a entrevistar a Dan, sería mi primera entrevista.

—Cla-claro, la puedes hacer —mi sonrisa tembló, aunque la llegada de un tipo de apariencia tosca hizo que ambas guardáramos silencio al momento.

—Señorita Fiore, él... él es mi novio —el tipo me sonrió, por lo que tuve que sonreírle de vuelta, aún cuando nada en él me transmitía confianza, hasta el momento, por lo que había visto, los rumores que corrían no eran falsos, así que prefería mantener cuidado.

—Mucho gusto, ¿comenzamos con la entrevista? —mientras más rápido me alejara de él iba a ser mejor para mis nervios.

La entrevista no duró más de diez minutos, tiempo en el que el tejón había regresado y me había dado más seguridad, las preguntas fueron sencillas, estaba completamente segura de que esto nos ayudaría a limpiar nuestra imagen tras lo sucedido. 

Una vez que terminamos me pidió mi celular para poder enviarme su borrador de la entrevista antes de que se publicara pues quería tener esa cortesía conmigo, lo cual agradecí. Tras compartir los números de celular nos tomó algunas fotos sencillas a Dan y a mí para completar el artículo.

—Creo que sí muy buena idea el venir a visitar a tu familia —asentí a las palabras de Dan y tomé el atrevimiento de tomar su mano y balancearla con la mía al caminar.

—Por si siguen viendo, quiero que esto sea creíble —le sonreí levemente y él solamente se rió antes de inclinarse un poco hacia mí.

—¿Estas segura de que es sólo por eso? ¿No es por otra razón? —al escuchar eso detuve mis pasos para mirarlo fijamente antes de reír sonoramente.

—¿Acaso estás loco? Claro que esa es la única razón tejón, ¿no te había quedado claro? —ante su sonrisa ladina yo sonreí de igual forma.

—Créeme, conejita, lo tengo bastante claro.

No hablamos más del tema de camino a la casa, al llegar tuve que dar explicaciones, aunque me enteré de que mi tía ya había eliminado lo que subió y dio una disculpa; lo único fuera de lugar que noté fue la mirada de Yaxkin, era como si estuviera tratando de entender algo mientras me analizaba.


Novia Por Contrato | Daniel RicciardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora