CAPÍTULO 40

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¿Definiría estas semanas como de ensueño? Lo más seguro es que sí, creo que sería lo más cercano a un sueño

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¿Definiría estas semanas como de ensueño? Lo más seguro es que sí, creo que sería lo más cercano a un sueño. Tras regresar de Abu Dabi viajamos a Australia, todo esto a causa de que Joe nos había invitado para celebrar que había acabado todo el circo por este año. 

Una vez en el aeropuerto ellos habían pasado a buscarnos para poder comprar unas cosas que necesitaban antes de ir a la casa, la cual era hermosa. Estaba a las afueras de la ciudad y contaba con un amplio terreno, terreno donde ya estaban las cosas instaladas para realizar una parrillada.

—Alegra, ¿por qué no te acercas para que te presente?

No tardé en ir hasta donde se encontraba la madre de Ricciardo, sonriendo de forma amplia al resto de personas que estaban ahí; momentos después pude enterarme qué cada una de esas personas había influido, aunque sea un poco, en Ricciardo y lo que ahora es. Había conectado de buena forma con Grace y Michelle, con quienes pasé mucho tiempo mientras Daniel estaba ayudando a Joe con las carnes asadas, personalmente creo que fuimos las encargadas de mantener la llama de la conversación y ellas lograban que no se centraran un mí hasta que sentí las manos de Daniel sobre mis hombros y esa característica sonrisa.

Parpadea dos veces si te tienen secuestrada —me sorprendí al escucharlo, más bien todos nos sorprendimos, aunque él pareció notarlo—. ¿Sí lo dije bien? Cierto mexicano me dijo que podría decirte eso si te veía hablando muy animadamente con mi familia.

—Tejón, específicamente... ¿Qué te dijo Checo que significaba eso? —estaba conteniendo la risa y los demás parecían estar entretenidos con nosotros.

—Me dijo que significaba "espero que te estés divirtiendo" —solté una carcajada al escuchar tal cosa, definitivamente debía estar agradecida con Checo por ofrecerme tal joya de recuerdo—. Okay, ya entendí que no significa eso, ¿me puedes decir qué es? —sonreí mientras lo veía, parecía un niño pequeño al estar tratando de ocultar un pequeño puchero, supongo que queriendo ocultar ese lado de su familia.

—Me dijiste que parpadeara dos veces si me tenían secuestrada —todos contuvieron su risa, Michelle no siendo tan discreta con ello y logrando que su hermano la mirara mal.

—Ya decía yo que dos era un número —negó con diversión y extendió su mano hacia mí—. Intenté ser lindo, te quiero mostrar algo antes de cenar. 

Me levanté y les sonreí a los demás antes de girarme para poder dejar un beso en la mejilla de Dani. Luego de ello nos alejamos para subirnos en un todo terreno que él se dedicó a conducir, no hice ninguna pregunta y solamente cerré mis ojos mientras sentía la brisa del camino golpear mi rostro. Cuando se detuvo abrí mis ojos y giré para mirarlos, parpadeando dos veces cuando sus ojos cruzaron con los míos.

—Me seguiste por voluntad propia, no estás secuestrada —me sonrió levemente y bajó antes de que lo siguiera en silencio, esperando que interpretara este—. Quería mostrarte algo intimo...

—Daniel, el que te haya dicho que me gustas no significa que debas hacer esto —contuve mi risa a la vez que sentía como bajaba mis manos de mi rostro y me sacaba la lengua en un gesto infantil. 

—No es lo que piensas; sabía que los conejos eran hormonales, pero no tanto, ¿debo tener miedo de que abuses de mí? —le di un pequeño golpe en el estómago cuando dijo aquello y sólo bufé, logrando que él se riera— Quería mostrarte la puesta del sol antes de cenar, también... mostrarte este lugar —me apoyé junto a él mientras lo escuchaba con atención—. De pequeño solía escaparme luego de haber tenido un día muy pesado, cuando discutía con Michelle o con mis padres, solía tardar hasta que mi papá me encontraba y nos quedábamos a ver cómo se ocultaba el sol.

» Luego descubrí que mi papá siempre fingía buscarme en otro lugar y sabía que venía aquí —sonreí cuando dijo ello y abracé su brazo para recargarme en su hombro. 

—Recuerdo que nunca podía ver una película de terror, había veces que terminaba llorando y trataba de ocultarme debajo de las sábanas. Un tío se dio cuenta de esa manía y, junto a mi papá, me hicieron una pequeña casita, un refugio... eso fue hasta que llovió y se mojó, lo habían hecho con algunas sábanas y cojines que encontraron, mi mamá no estuvo contenta cuando vio aquello —solté una pequeña risa al recordar a mi papá y a Gibson ser regañados por mi mamá, definitivamente Gibson comenzó a tenerle respeto desde ese momento.

—Gracias a esto puedo decir que eras una niña consentida —negué con diversión y solté una pequeña risa cuando sentí que me alzó para ponerme sobre el capó del coche, el cual ya se había enfriado lo suficiente, a la vez que él se colocaba entre mis piernas.

—Fue mi forma de agradecerte por compartir más sobre ti conmigo, una historia por una historia —sonreí cuando pareció convencido y correspondí su beso pasando mis brazos sobre sus hombros y soltando una suave risa al sentir sus manos acariciar mis piernas—. Me da cosquillas...

—Pararé... —sentí su risa vibrar contra la piel de mi cuello y como ocultaba su rostro ahí mismo, por lo que aproveché para acariciar su cabello— Me haces muy feliz Alegra, tengo tantas cosas para decirte, pero no sé cómo hacerlo, no sé cómo reaccionarás y eso me aterra... Perdóname por ser así, por favor.

—Puedes decirme cuando te sientas listo, te esperaré —me mantuve en silencio luego de ello, me sorprendía su reacción, pero solo pude quedarme en silencio mientras veía el sol ocultarse hasta que dejó de verse entre las copas de los árboles—. Creo que ya deberíamos irnos, nos deben estar esperando.

Se separó de mí y me sonrió con suavidad antes de darme un casto beso, cuando se separó esa sonrisa bromista que lo caracterizaba estaba ahí, como si nunca hubiera estado aquel Daniel que parecía indefenso, un niño.

—Bueno... podría ser que no nos esperan porque piensan que vinimos a hacer algo más interesante —soltó otra risa andes de darme un corto beso y ayudarme a bajarme—. Señorita Fiore, ¿le gustaría intentar conducir? 

Lo siguiente que recuerdo es a un Daniel gritando que estaba loca, además de las direcciones y algunos gritos de emoción por la forma en la que conducía. Cuando llegamos con los demás bajé con una amplia sonrisa y él mirándome casi con orgullo, los demás nos miraron con curiosidad y solamente nos gritaron para que nos fuéramos a cenar, que ya tenían demasiada hambre como para esperar a que nosotros siguiéramos coqueteando.

Novia Por Contrato | Daniel RicciardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora