CAPÍTULO 7

10.3K 603 54
                                    

Como había sido de esperarse, contesté la llamada en su momento, solo traté de que mi voz no temblara o que algún diminutivo saliera de mis labios cuando hablé con Yax. Durante el viaje al Paddock, que fue la duración de la llamada, pude ver de reojo como Ricciardo tenía la vista fija en las calles, pude notar la tensión que había en sus brazos ya que juro que vi una vena sobresalir de estos.

Ya cerca del paddock había colgado la llamada, sin mencionar el hecho de que Yax y Jackson, con quien también hablé, tenían tarea que hacer para mañana. Tras guardar mi celular solté un suspiro y me mentalicé antes de sonreír con levedad para mirar a los dos pilotos que estaban conmigo.

—Disculpen, a veces pienso que no les para la boca —solté una pequeña risa, la cual fue acompañada de Max. El único que no rió fue Don Resentido, que se mantuvo serio y callado hasta que estacionó el auto en su lugar.

—Traes tu pase, ¿verdad? —no me miró, lo que hizo que rodara los ojos y eso causó una pequeña risa contenida de parte del piloto holandés.

—Lo traigo— lo saqué de mi bolsa y se lo mostré, casi se lo restregué en su cara.

Sin decir alguna cosa más los tres bajamos del auto para comenzar a caminar a la zona donde estaban las escuderías, teniendo que pasar por donde grababan algunos medios, los cuales no dudaron en enfocarnos por un breve momento.

—Maxi, ¿me harías el favor de adelantarte? Quiero decirle algo a Alegra, pero debe de ser a solas— miré la sonrisa que tenía el australiano, por sus palabras y sonrisa parecía que hablaría de un tema completamente privado, como si su sonrisa tuviera una promesa silenciosa que Max logró captar.

—Solo no hagan cosas malas —lo miré mal en plan bromista, lo que causó su risa—, te recuerdo que te toca probar hoy Dan —dicho esto el menor de los tres siguió su camino hasta el hospitality de su escudería, dejándome sola con Ricciardo.

Nosotros reanudamos el camino que llevábamos, aunque en un momento él cambió de rumbo. No sabía a donde me llevaba, podía llevarme a un lugar solitario para ahí asesinarme, no, no le convendría el asesinarme, después de todo, tenemos un contrato.

—No sé qué estas pensado, pero te aseguro que no es nada de lo que piensas —miré el lugar donde habíamos acabado, verdaderamente mis pies habían seguido a Ricciardo mientras yo me montaba una película en mi mente.

» Te voy a decir algo, cuando vengas a los Grandes Premios te voy a pedir que mínimo busques otra ropa para traer, lo que traes parece que es tu pijama —me señaló por completo, igual a como yo había hecho cuando comenté su vestuario de incógnito.

—Ricciardo, iba a tomar un vuelo, no iba a una entrega de premios o algo similar, además, tú me habías escrito que alguien iba a ir para llevarme al hotel, ¿entiendes? Hache, o, te, e, ele. Hotel —¿en verdad acababa de deletrearle hotel a un piloto famoso? —. No sé cómo te vistes para tomar un vuelo, pero yo me visto así.

Lo fulminé con la mirada, solo íbamos a ser novios de "a mentis" no es como si el contrato dijera algo sobre cómo debía de vestirme para tomar un vuelo. Él me regresó esa mirada, me sentí intimidada por un breve momento, el café de sus ojos era diferente. Sus ojos, aunque de un color común como los míos, mantenían esa chispa de ¿furia? Nunca había visto una mirada similar, fue ahí cuando supe que no olvidaría el café de su mirada.

—Hoy te iba a presentar a mi padre, él vino para acompañarme y quería presentarle a la que seguramente será la novia de su hijo —habíamos mantenido una guerra de miradas, me temo que perdí esta al ya no soportar la intensidad con que sus ojos me miraban.

—Pues te aseguro que a tu papá le voy a agradar aún si esta fuera mi maldita pijama. ¿O me dirás que tu papá prefiere a las muñequitas? Porque si es así te voy diciendo que eso no va a ser lo que tengas de mí, no soy una muñeca Ricciardo ni me interesa serlo —iba a responderme, pero su celular sonó y yo di media vuelta para irme por donde, supongo, llegamos hasta la zona de los trailers de las escuderías.

Novia Por Contrato | Daniel RicciardoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora