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El cielo estrellado y la ventisca de madruga era el perfecto escenario para una omega con anhelos de encontrar a su predestinado pudiese ser escuchada. ¿Cómo luciría? ¿Sería alto y moreno? ¿alguien que tuviera la esencia misma de un caballero con armadura forjada o sería del tipo tierno y gentil? Había tantas posibilidades en el corazón esperanzado de la linda chica de mejillas rositas y abultadas.
Kim Jisoo solo esperaba la llegada de alguien que la amase con la misma intensidad que ella. Aun cuando ni siquiera lo conocía, su pequeña lobita le alentaba a esperar pacientemente el día donde dos almas hechas para estar juntas volvieran a rencontrarse.
– Buenas noches alfita, descansa por favor. –
Después de presentarse como omega, cada noche la linda chica de ojos avellanas salía al balcón de su hogar con la ligera esperanza de pedirle a la diosa luna el bienestar de su compañero. Pues si el destino aun no tenía planes de juntarlos, al menos la castaña sabría que durante todo ese tiempo lo único que ha deseado con tanto furor es que su alma gemela la acepte por lo que es, por lo cálido de su corazón y todo el amor que tenía por ofrecer.
– Si has tenido un mal día, solo respira. – decía cada palabra mirando hacia la luna. – No saltes tus comidas y mantente hidratado porque mañana empieza la primavera. – dejando ver su blanquecina dentadura, la de bata rosa enrollo mejor su cuerpo ante la frescura de la madrugada. Era como una rutina para ella, dentro si misma le alentaba a seguir, pues aun cuando no tuviese familiares cercanos en su presente, le quedaba aferrarse a ese compañero que se supone, fue hecho para ella.
Dirigiendo la visión en el jardín frente a su hogar, la idea de plantar para aprovechar la estación hacía a Jisoo sonreír plácidamente, era de sus actividades favoritas, cuidar de pequeñas semillitas que requería mucho cuidado y amor para verlos convertirse en un hermoso rosal. Era quizás, una de sus metáforas ocultas pues creía que el amor funcionaba de la misma manera, una semilla que esperaba germinar con cuidado y atención.
Kim Jisoo, la profesora de prescolar vivía una vida tranquila en su acogedora casa de soltera, seleccionada en el boulevard más alejado del ajetreo de la ciudad. Era el único espacio donde encontró una casa con Jardin propio para realizar esa actividad que le hacía recordar a sus difuntos padres.
La madre de la omega solía decirle desde muy pequeña que el contacto con la naturaleza los sensibilizaba ante todo mal del hombre ordinario. Así que, a la castaña no le conflictuaba tener que recorrer distancias de hora y media para llegar al trabajo en el centro del poderoso y monstruoso Seúl.
– ¿Estás esperándome como yo lo hago?. – suspiró derrotada. Sentirse algunos días desanimada era parte de la soledad que la rodeaba.
– ¿Deseas encontrarme tanto como yo?. –
Librando sola sus batallas, la bonita chica miró sus pantuflas peluditas mientras movía sus piecitos retirando el frio de las extremidades de su cuerpecito. Era el momento de dormir, pero no sin dar el beso de buenas noches a su querido y aun no conocido alfa.
– Descansa, alfita. – alzando su brazo derecho dejó un besito de sus acorazonados labios sobre la palma de su mano, justamente donde la línea del amor se marcaba.
Moviendo su cuerpo lejos del balcón, y entrando a su confortable y calientito hogar, la mujer cerró las puertas blancas de su habitación para dar inicio a un nuevo ciclo escolar en su trabajo. El primer día de clases siempre era el más difícil para los padres y los cachorros. Pues normalmente los padres omegas no aceptaban separarse de sus hijos tan fácil, el lazo entre padres era algo hermoso, según la perspectiva de la castaña, por esa razón era primordial hacerlos sentir cómodos y seguros para que no ocurriesen incidentes
Jisoo amaba los cachorros especialmente porque a esa edad aun mantenían sus orejitas y colitas a visión de la sociedad de licántropos, pues los niños aun no eran capaces de controlar su transformación. Quizá en algún futuro, ella también tendrías los suyos. Por ahora, era muy feliz viendo como cada uno de sus alumnos crecían y aprendían cosas nuevas.
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