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— ¿Ustedes dos enserio son... ya sabes.

No podía ser cierto, aún teniéndolo frente a sus ojos se negaba a creerlo.

Tal vez la persona, fuerza, destino o lo que sea que enviara a los tinys se habría equivocado con el de el chico frente a ella.

— Bueno — respondió el de cresta alargando la "e" — ahora mismo somos mejos, pero cuando crezca se va a casar conmigo ¿verdad, Vik? — le miró sonriente colocando su manita sobre la del más alto buscando su confirmación a lo que decía.

Aquel inocente comentario no sólo provocó que la mirada desorbitada de Sloan se posara sobre él sino también que el rostro de Viktor enrojeciera violentamente y comenzara a tartamudear.

Se veía a sí mismo incapaz de hilar una frase que le respondiera pues la forma en la que tiny Horacio decía las cosas era demasiado directa y carente de filtros.

En un principio le había parecido adorable, pero escuchar aquellos comentarios en un contexto fuera de la burbuja que los concernía solo a ambos lo ponía extremadamente nervioso.

— ¡Pero miren que tenemos aquí! — exclamó con emoción el profesor Ivanov quien había caminado hasta ellos sin que ninguno se percatara de su presencia — hay un nuevo compañerito de clase entre nosotros.

Colocó ambas manos tras la espalda y se inclinó para verle de cerca.

Él al no tener un tiny se extasiaba cada vez que uno de sus alumnos llevaba el suyo a clases por primera vez y estaba completamente seguro de que aquel pelirrojo de cresta era nuevo en el lugar.

— ¿Con quien has venido? — preguntó con amabilidad regalándole una sonrisa en un afán de hacerle sentir bienvenido.

Sin ser consciente de que todos
los presentes en el aula le miraban señaló a Viktor con su dedito y le sonrió de vuelta al moreno frente a él.

— Con Viktor — aseguró con orgullo — ¡él es mi alma gemela!

Al escucharle la sonrisa del docente desapareció.

Inmediatamente todas las miradas se posaron en el pequeño peliplata y una serie de jadeos, murmullos y algunas risas indiscretas inundaron el aula.

«¡Su tiny es otro chico!»

«Creí que eso estaba prohibido»

«Tal vez se equivocaron al entregarlo»

«¿Es eso una cresta?»

«¡Que si!, ¿ya la viste?»

«No sabía que le gustaban los chicos»

«Es una lástima, era demasiado guapo»

El profesor había perdido el control de la situación.

Aún sorprendido se incorporó y adoptando una postura más rígida acalló a la multitud de adolescentes que comenzaban a abrumar tanto al tiny como a su alumno haciéndoles sentar a todos en su sitio.

— El amor no tiene forma definida, no existe lo bueno o lo malo sólo lo que nosotros catalogamos como tal — sentenció con voz queda manteniendo sobre él la atención de todos en el aula.

Comenzó a pasearse hasta quedar al frente y mirando a Viktor continuó.

— Amar no es buscar a la persona perfecta, es encontrar la perfección en la persona imperfecta que tienes a tu lado — desvío la vista para esta vez mirar a Horacio dedicándole un rápido guiño cómplice — cuando reciban a su pequeño regalo lo entenderán.

Sin más decidió continuar su clase con intención de disipar el pesado ambiente que se había creado.

A pesar de la charla que Ivanov les había dado acerca de la diversidad del amor y las posibilidades que se abrían al recibir a su alma gemela la situación no se tornó menos difícil para Viktor.

Todas las críticas y comentarios que aún podía percibir a sus espaldas le hicieron encoger en su sitio y mantener la cabeza gacha.

Algunos chicos lo miraban con morbo, pero la gran mayoría soltaba comentarios crueles con toda la intención de que él les escuchara.

No podría resistir por mucho si continuaban así, su mirada cristalizada y el nudo en su garganta eran una clara señal de ello.

Horacio trataba de tomar algunas notas sobre la clase; había notado que su chico se encontraba algo disperso y no quería que su rendimiento decayera, pero cuando la tinta de la libreta se corrió por la lágrima que había dejado escapar el peliplata no pudo seguir ignorando la situación.

Se puso de pie y caminó hacia él colocando sus manitas en ambas mejillas obligándole a levantar su rostro y relajándole con pequeñas caricias.

— No les hagas caso, Vik — murmuró bajito sintiendo su diminuto corazón contraerse al ver sus bonitos ojos celeste ligeramente cristalizados — son unos tristes porque sus tinys no los quieren como yo a ti.

Limpió con suavidad los restos de la lágrima que había dejado escapar paseando su manita una y otra vez por su sonrojada mejilla y dejó un tierno besito en su nariz.

Viktor sonrió; era inevitable no hacerlo cuando te trataban con tanta dulzura y delicadeza aunque con la demostración de aquel gesto tan íntimo que se había vuelto una costumbre entre ambos los murmullos no tardaron en hacerse presentes.

Para alivio de ambos el timbre sonó indicando el final de la clase.

A toda velocidad cogió sus cosas metiéndolas so cuidado a su mochila para después cargar a H y colocarlo en el mismo sitio en el que había llegado, el bolsillo de su chaqueta.

Fueron los primeros en salir del aula. Viktor necesitaba un respiro y tal vez un poco de paz; algo que no encontraría hasta dentro de mucho tiempo puesto que en todas y cada una de sus clases recibió las mismas reacciones.

Definitivamente aquel no estaba siendo uno de sus mejores días y ni siquiera se le acercaba a los miles de obstáculos que tendría que afrontar en el camino para encontrar a Hache.

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» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora