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Apenas se giró en su dirección palideció al instante y su pequeño corazón se detuvo al reparar en la lujosa cápsula que su madre traía consigo.

— Ton âme soeur — jadeó sorprendido Gustabo perdiéndose en los bonitos detalles de aquella casita.

— Es bonita, ¿no lo creen? — preguntó Julia esbozando una amplia sonrisa y con delicadeza colocó la cápsula sobre la isla de la cocina.

Los presentes asintieron aún extrañados por el aspecto de la misma pues en comparación con la personalidad de Horacio el contraste era demasiado evidente.

— ¡Ábrela! — pidió el rubio con impaciencia, pero el pequeño de orbes bicolor parecía no escucharle.

Todo a su alrededor parecía haberse detenido por un instante y las voces que le llamaban eran un simple eco que se perdía en la lejanía; ni siquiera distinguía qué era lo que le decían pues en su mente solo podía repetirse una y otra vez la misma pregunta ¿en qué momento se había echado todo a perder?

Hace apenas unos minutos atrás estaba feliz por su cumpleaños, recibiría regalos, su padre le había preparado su desayuno especial y su pastel favorito yacía oculto en la nevera ¿por qué tenía que llegar y arruinarlo todo?

Y aquella interrogante no aplicaba sólo a su cumpleaños sino también a los demás aspectos de su vida.

La idea de vivir atado a una persona que ni siquiera conocía aún le aterraba en demasía.

¿Que pasaría con su hermano? ¿Con sus amigos?

Ni de chiste compartiría su vida con alguien que no conocía de nada.

¿Qué sucedería si se decidía a esperar a alguien que jamás llegaría?
¿Desperdiciaría su vida?

¿Y si alguna vez sentía cosas por otra persona que no era la que vivía en esa lujosa cápsula? ¿Estaría mal querer a alguien más?

¿Y si no le agradaba? ¿Tendría que vivir atado por siempre?

Ni siquiera sabía si podría cuidarlo bien.

¿Qué pasaría si decidiera hacer su vida como si jamás hubiera llegado a él?

Tal vez aquella era la mejor opción puesto que esa mañana al despertar ni siquiera había pasado por su mente la posibilidad de recibir un tiny aún cuando sabía perfectamente que había llegado a la edad promedio para recibirlo.

¿Qué se supone que haría ahora?

Su respiración comenzó a agitarse y sus ojitos bicolor se cristalizaron. Estaba tan inmerso en sus pensamientos que no reparó en el momento en el que había comenzado a llorar hasta que tiny Julia se acercó a él con ayuda de a Conway y limpió sus mejillas con ternura.

— Dan, ¿estás bien, chérie?

El pequeño frunció levemente el ceño y comenzó a negar con la cabeza.

— No lo quiero — sentenció con voz queda.

Aquella reacción conmocionó a todos los presentes quienes no podían mirarlo con nada más que estupefacción.

— P-pero aún no lo conoces — replicó su madre con la voz tintada de preocupación — dale una oportunidad — suplicó dando un paso en dirección a su pequeño.

— ¡He dicho que no lo quiero! — gritó esta vez — ¡devuélvanlo! — concluyó antes de correr en dirección a las escaleras.

Julia suspiró derrotada y sonrió con amargura diciéndole todo y a la vez nada a su esposo con tan solo dedicarle una mirada.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora