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Las suaves caricias sobre sus mejillas y su dulce vocecita le transmitieron una sensación que nunca antes había experimentado, de alguna forma sentía como si hubiera encontrado una parte de él que no sabía que le hacía falta hasta ahora.

Bastó con una sola de sus sonrisas para que su pequeño corazón encontrara sosiego, sólo entonces expulsó todo el aire que no sabía que había estado conteniendo; después de todo no había nada que temer.

— ¿Cómo... te llamas? — preguntó curioso el tiny alejando sus manitas de las pecosas mejillas del niño.

No podía evitar cohibirse ante el estridente silencio de su ahora compañero. Tal vez había tomado confianza demasiado rápido, pero ¿cómo podía limitarse?, si su pequeño cuerpecito cosquilleaba por estar cerca de él y tener aunque fuera el más mínimo contacto con aquella delicada piel tostada.

— Mi nombre es Horacio — respondió con suavidad aún perdido en el mar de ensueño que eran sus ojitos celeste.

— Horacio — repitió su nombre sintiendo su lengua cosquillear con cada letra.

Al parecer el pequeño peliplata sería ahora el dueño de cada uno de sus latidos pues su corazoncito retumbó una vez más al escucharle decir su nombre; por alguna extraña razón le gustaba aún más viniendo de él.

— Sí, con H de héroe — agregó con entusiasmo.

— ¿De héroe? — cuestionó el tiny exhalando una tierna risa al repetir el mote.

— Sí — Horacio asintió con decisión — cuando crezca voy a ser un héroe como mi papá; tendré una placa, patrullaré todos los días ¡y atraparé a los malos!

«Es muy adorable» pensó el tiny retrocediendo ligeramente para admirar mejor el brillo soñador que desprendían sus ojitos bicolor.

— Seguro que ya lo eres — murmuró sin dejar de sonreír.

— ¿Te gusta leer? — preguntó curioso.

El abrupto cambio de tema descolocó por completo al tiny quien se había perdido en los bonitos rasgos del niño olvidándose de todo a su alrededor.

— ¿Cómo?

— Antes de salir de tu cápsula estabas leyendo ¿qué libro era? ¿Lo conozco?,
tal vez sí — se contestó a sí mismo perdiendo el hilo de la conversación — papá hace que lea mucho porque dice que es importante y que puede abrirme muchas puertas en el futuro.

Enternecido por su forma de expresarse y compartir cosas sobre él sin contenciones decidió que también era tiempo de abrirse.

— ¿Te... te gustaría verlo conmigo? — cuestionó con timidez sintiendo dicha sensación desaparecer ante el enérgico asentimiento del pequeño frente a él.

Se puso de pie de un salto, pero apenas hizo el amago de correr en dirección a su cápsula se aferró con ambas manitas a los dedos de Horacio, había olvidado por completo que era él quien le sostenía.

— ¿Podrías bajarme? — pidió avergonzado recomponiendo su postura en un afán de hacer pasar por desapercibido su pequeño desliz.

Horacio sólo atinó a reír obedeciendo su petición al dejarlo devuelta sobre el pie de cama de nogal esperando pacientemente su regreso, aunque fue inevitable no seguir su silueta con la mirada a través del ventanal del frente.

Perdido en los pequeños pasitos del peliplata se permitió viajar entre su inconsciente sintiendo como éste le traicionaba al instante.

«¿Cómo pude ser tan tonto?» se interrogó a sí mismo aún con la mirada perdida en la diminuta puerta de cristal tras la que había desaparecido el tiny.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora