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𝟸𝟽 𝚍𝚎 𝙰𝚋𝚛𝚒𝚕, 𝟿:𝟺𝟾 𝚊

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𝟸𝟽 𝚍𝚎 𝙰𝚋𝚛𝚒𝚕, 𝟿:𝟺𝟾 𝚊.𝚖.

— Apúrate, Greco — farfulló con dificultad el pequeño peliplata, jadeando por la pesada flor que sostenía por encima de su cabeza — Horacio no tarda en despertar.

— Cálmate, ruso — soltó despreocupadamente, aferrando sus dos manitas al tallo de aquel enorme girasol que amenazaba con vencerle por lo pesado que era — él nunca se levanta temprano, lo sabes bien.

— No correré el riesgo — apretó el paso haciendo que el contrario trastabillara al perder el equilibrio — Quiero que este girasol sea lo primero que vea al despertar.

— Joder macho — entornó los ojos sonriendo burlón por la actitud de su diminuto colega — creo que Gus tiene razón, a veces eres demasiado simp.

— No sé qué es eso — respondió con voz queda, haciéndose el tonto como cada vez que Gustabo y el de barba lo molestaban cuando tenía detalles con su alma gemela.

— Pero-

— ¡Shh! — se apresuró a silenciarle una vez estuvieron frente a la puerta entreabierta de la habitación. — No querrás despertarlo, créeme — acompañó su advertencia con una pequeña risilla cómplice, recordando las veces en las que Horacio se había levantado gruñón.

Juntos caminaron de puntillas hasta llegar al pie cama sobre el que solía reposar su cápsula, apreciando el largo camino que tendrían que recorrer para llegar hasta Horacio.

— Espera aquí — demandó el tiny ruso, cediéndole el peso completo de la flor al pequeño de barba mientras él comenzaba a escalar apoyándose en las sábanas de la cómoda para no caer.

— Es increíble lo que hago por estos dos — bufó Tiny Greco para sí mismo, tambaleándose de izquierda a derecha por el peso del obsequio que sostenía.

Una vez el ruso llegó al borde, el tiny de barba de puso de puntillas para que el contrario alcanzara el girasol desde el otro extremo del colchón, cayendo ambos de sentón una vez Viktor la subió por completo.

Expectante a lo que sucedería a continuación, Greco mantuvo la vista fija en el borde esperando alguna indicación extra obteniendo por esta los pulgares levantados del pequeño peliplata, indicándole así que la misión estaba cumplida.

— Madre del amor hermoso todo sea por mi volkacio — murmuró por lo bajo, antes de ponerse de pie y salir corriendo en busca de su propia alma gemela.

Cuando tiny Greco desapareció tras la puerta, con sumo cuidado el pequeño ruso tomó entre sus manitas el girasol y lo arrastró con él hasta posarlo sobre la almohada contigua a la que abrazaba el de cresta, colocando a su vez sobre ésta una pequeña notita.

Una vez terminó con su cometido se giró en dirección a su alma gemela, sonriendo enternecido casi por inercia pues mirarle descansar era una de las cosas que más le gustaban, ya sea por sus poses raras, por las frases sueltas que murmuraba entre sueños o simplemente por la calma plasmada en su facción.

» 𝐼 𝑓𝑜𝑢𝑛𝑑 𝑦𝑜𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora